Ha muerto Manzarek y con él la cabeza de The Doors. Porque con Morrison se fue más bien el corazón. O las entrañas. Ambos habían creado juntos en 1965 las bases de ese grupo que fue más que un estilo diferente e inconfundible. Algo más que una marca.
Con la incorporación de Robby Krieger (guitarra) y John Densmore (batería) se cerró la plantilla de una banda donde el peso de la creación musical recaía en Ray Manzarek que, en la sombra, experimentaba las posibilidades de su órgano Vox. Jim Morrison se encargó de las letras, la fama y sus fantasmas.
Pero Ray no se ciñó a The Doors, y tras su fin en 1973, continuó su andadura musical editando discos, colaborando con bandas de discípulos e incluso modernizando Carmina Burana de Carl Orff.
Así que por si todavía hay alguien que se haya mantenido a salvo del bombardeo mediático, sí: Ray Manzarek ha muerto. Pero por favor, dejemos de tuitear The End.