Hace unas semanas comentábamos en estas páginas digitales cómo los japoneses esperaban ansiosos la publicación del último libro de Murakami. El descolorido Tsukuru Tazaki y sus años de peregrinación (porque ya hay título en castellano) está siendo, como se esperaba, todo un éxito de ventas y de crítica. Lo inesperado ha sido la aparición del propio Murakami en rueda de prensa para hablar sobre su libro, y aún más: en Japón, donde a pesar de ser su país no aparecía públicamente desde hacía dieciocho años.
Murakami comentó en la comparecencia que esta nueva novela trata del crecimiento que uno logra tras superar el dolor y abrirse de nuevo al mundo. Lo que la diferencia de sus anteriores trabajos, añade, es que se ha ceñido a lo real. Un poco como su trayectoria, porque no tenía al público nada acostumbrado a esta exposición de sí mismo. De hecho, los afortunados que lograron asistir obteniendo sus entradas en un sorteo se mostraban sorprendidos por el hecho de que el famoso escritor acudiera a Japón. Pobres ellos, tan acostumbrados a admirarle sin obtener apenas un gesto a cambio.
El autor de Kafka en la orilla dijo: “Quiero que piensen sobre mí que como una especie en peligro. Está bien mirarme de lejos, pero con cuidado porque puedo morder si se me acercan, me hablan o me tocan”. Grandes pretensiones, a algo parecido Burke lo llamaba “lo sublime”...