Un museo abarcable

Incluso los museos se dan un homenaje. Por eso el Prado presentó ayer La belleza encerrada. De Fra Angelico a Fortuny, una exposición inédita que reúne 281 obras de la colección del museo que tienen como característica común su pequeño formato. “Es un acto de generosidad del Museo consigo mismo y con quienes lo visitan. Es un ejercicio narcisista del Prado para observar su propia belleza”, ha planteado Miguel Zugaza, director del museo.

“Desde hace mucho tiempo el Prado no se mostraba tan extenso y abundante” gracias a las diecisiete salas que muestran obras de Fra Angelico, Roger van der Weyden, Durero, Rafael, Velázquez, Rubens, Pieter Brueghel el Joven, Murillo, Luis Paret, Goya, Fortuny, Madrazo, Rosales o Carlos de Haes. Si estos nombres no visten de manera sobresaliente la muestra, aún hay más ambición: se trata de un recorrido histórico-artístico que resume la colección del Prado más íntimo y ofrece un repaso por todos los temas, géneros y materiales dentro de un arco temporal bastante amplio. Todo esto en el formato íntimo del cuadro de gabinete y de los bocetos, para hacer posible otro tipo de acercamiento a las obras que nos imponen. Además muchas de ellas están expuestas en pequeño formato; ahora el Museo del Prado parece más abarcable.