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Tajo a la cultura en Nueva York

Paula Corroto/DK

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La metrópolis que no duerme, la seductora isla que posee una increíble oferta con sus cines, teatros, museos y cafés de stand-up comedies puede que esté a punto de perder este halo de buque cultural. Según informaba hace unos días The New York Times, el Director de Presupuestos de la ciudad, Mark Page, tiene previsto retener las pensiones que cobran los empleados de instituciones culturales como el Museo de Historia Natural, el Museo de Brooklyn, la Academia de Música de Brooklyn y el Studio Museum de Harlem. La razón aducida es que, tras una revisión, se ha detectado que el número de trabajadores con derecho a este sistema de subsidios “estaba posiblemente inflado”.

Este sistema, que surgió en 1962, consiste en que la administración municipal cubre a los empleados de una docena de centros culturales, la mayoría de ellos guardias jurados, jardineros y personal dedicado al mantenimiento. Es un sistema que también se ocupa de los trabajadores de los centros de cuidados de día, cuyas asociaciones sindicales ya han señalado que es falsa esa inflación en el número de empleados que cobra esta pensión, y que los datos reflejados se deben a un mal cálculo por parte de la administración presupuestaria.

La consecuencia de esta retención en el dinero que perciben muchos empleados de centros culturales que no tienen ánimo de lucro como el Museo del Barrio o el Center for Books Arts es que sean las propias instituciones las que tengan que pagarles y si no hay dinero en la caja muy posiblemente sean puestos destinados a la desaparición, y casi por descontado, la del propio centro cultural. Es una vez más el resultado de los recortes –en este caso, habrá que saber si funcionó mal o bien la calculadora–, una política muy trendy en los tiempos que corren, que esperemos no la acabemos copiando mientras entonamos el Bienvenido Mr. Marshall. Ya saben, por aquello de las subvenciones.