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Primero nos prometieron el paraíso...

Bob Pop

Primero nos prometieron el paraíso, hoy nos salvan del infierno.

UNO

Cuando todo parecía ir bien, los anuncios de créditos fáciles en televisión alimentaban nuestras fantasías de consumo feliz e inmediato. Nos prometían dinero sin preguntas, sin apenas trámites ni esperas. Soplaban pequeñas burbujas que nosotros, en vez de estallar, recogíamos con la punta de la lengua, aunque después nos supiera la boca a jabón barato.

Hoy, que el dios del dinero ha dejado de ser el amoroso mesías del Nuevo Testamento para tornarse vintage y vengador, como el del Antiguo Testamento, los profetas del capital express se manifiestan con anuncios que prometen la salvación; de los embargos, por ejemplo. Del crucero, a los embargos. De la vida eterna a las plagas bíblicas. Todo muy retro. Todo muy cerdo.

DOS

Los androides ya no sueñan con ovejas eléctricas; la clase media fantasea con embargos a remojo en un jacuzzi. Un jacuzzi que, tal vez, compró cuando no necesitaba gracias al crédito que obtuvo por teléfono y no pudo pagar cuando perdió su trabajo. Después llegó la notificación de embargo.

TRES

Ahora, cuando vean la tele y se pregunten por qué los magazines televisivos han convertido el drama de los desahucios en un espectáculo, piensen que no solo lo hacen por su audiencia; lo hacen también por los anunciantes, que han encontrado un nuevo filón en nuestros miedos.

Primero nos prometieron el paraíso, hoy nos salvan del infierno.

UNO