Para Ahmed* dejar Siria era, literalmente, un asunto de vida o muerte. Este hombre de 43 años estuvo luchando contra un cáncer de estómago durante seis meses antes de huir de su país el pasado mes de agosto hacia Erbil, la principal ciudad en la región del norte del Kurdistán iraquí. Hasta entonces estuvo viajando a Damasco cada dos semanas para recibir tratamiento médico. Pero cada vez era más difícil recorrer esa distancia desde su casa, en el noreste de Siria, hasta la capital. “Mi vida estaba en peligro, no podía encontrar más medicinas y estaba a punto de morir. Tuve que dejar Siria para salvar mi vida” dijo Ahmed.
Como él, más de 73.150 personas refugiadas sirias han huido a Irak, que ha abierto sus fronteras a los refugiados sirios que huyen de la guerra civil en el país, pero también recibe a sus propios ciudadanos que anteriormente habían huido a Siria para escapar del conflicto armado que surgió tras la invasión por parte de EE.UU. en 2003.
El clima invernal ha afectado al norte del país, donde las fuertes nevadas han dificultado la vida de los refugiados y de la comunidad local. A pesar de los trabajos de preparación para el invierno que ACNUR ha realizado los últimos meses, muchos refugiados tanto en campos como fuera de ellos están sufriendo duras condiciones de frío y lluvia. Estas personas están haciendo frente además a los altos precios de los productos básicos.
Actualmente existen necesidades urgentes de ropa de abrigo, botas y bufandas sobre todo para niños. Porque más de la mitad de los refugiados sirios son niños, la población más vulnerable.
Por ello, ACNUR también ha estado aumentando la distribución de mantas térmicas, calefactores, vales de combustible, ropa de invierno y lonas de plástico.
Hasta esta semana, ACNUR ha registrado a más de 612.000 personas en países vecinos de Siria como refugiados o bien están recibiendo asistencia. Desgraciadamente, el número sigue creciendo día a día.
* Nombre ficticio por motivos de protección.
Para Ahmed* dejar Siria era, literalmente, un asunto de vida o muerte. Este hombre de 43 años estuvo luchando contra un cáncer de estómago durante seis meses antes de huir de su país el pasado mes de agosto hacia Erbil, la principal ciudad en la región del norte del Kurdistán iraquí. Hasta entonces estuvo viajando a Damasco cada dos semanas para recibir tratamiento médico. Pero cada vez era más difícil recorrer esa distancia desde su casa, en el noreste de Siria, hasta la capital. “Mi vida estaba en peligro, no podía encontrar más medicinas y estaba a punto de morir. Tuve que dejar Siria para salvar mi vida” dijo Ahmed.
Como él, más de 73.150 personas refugiadas sirias han huido a Irak, que ha abierto sus fronteras a los refugiados sirios que huyen de la guerra civil en el país, pero también recibe a sus propios ciudadanos que anteriormente habían huido a Siria para escapar del conflicto armado que surgió tras la invasión por parte de EE.UU. en 2003.