Copenhague, 14 sep (EFE).- La socialdemócrata Magdalena Andersson presentará este jueves su dimisión tras reconocer la derrota en los comicios del pasado domingo, después de haber vivido diez agitados meses en el poder marcados por la inestabilidad política en el país.
La primera mujer en gobernar Suecia, que presidió la decisión del país nórdico de acabar con dos siglos de neutralidad militar para pedir la entrada en la OTAN, se mantendrá como primera ministra en funciones hasta la formación de un nuevo Ejecutivo, presumiblemente una coalición de derechas.
El inesperado anuncio hace algo más de un año de Stefan Löfven de que dejaría la dirección socialdemócrata y la jefatura de Gobierno para darle tiempo a su sucesor, llevó a Andersson a asumir sin oposición interna el timón del partido.
Su elección como primera ministra fue menos apacible, reflejo de la situación que arrastra Suecia desde 2014 a causa del bloqueo político derivado del ascenso de la ultraderecha, la fuerza que ha experimentado el mayor crecimiento en estos últimos comicios.
Elegida por el Parlamento el 24 de noviembre, siete horas después Andersson ya había dimitido, sin llegar a asumir el cargo formalmente, debido a la salida de la coalición de Gobierno de los ecologistas, descontentos con que la Cámara aprobara los presupuestos de la oposición.
Pocos días después se repitió la votación, con el mismo resultado, y Andersson pudo convertirse finalmente en jefa de Gobierno aunque en una situación muy precaria, con un Ejecutivo en solitario y con apenas una cuarta parte de los diputados de la Cámara.
Esa inestabilidad ha marcado su breve etapa en el poder, que se ha visto salpicada además por un conflicto externo de consecuencias inesperadas: la intervención militar rusa en Ucrania ha provocado de rebote la petición de ingreso de Suecia en la OTAN, poniendo fin a dos siglos de no alineamiento.
Andersson, cuyo partido había aprobado meses antes en congreso mantener el estatus de Suecia como asociado pero no miembro de la Alianza, no dudó en modificar la tradicional línea socialdemócrata, aludiendo al cambio en la situación de seguridad en Europa y a la decisión de solicitar el ingreso de la vecina Finlandia.
Semanas antes de que la cumbre de la OTAN aprobara la solicitud sueca, se encontró con una crisis doméstica por la moción de censura al ministro de Interior debido a la creciente delincuencia, a la que respondió amenazando con la dimisión: la situación se salvó con un pacto a última hora con una diputada independiente.
Su gestión pareció en cambio haber sido bien recibida por los suecos, que antes de las elecciones valoraban mucho más que al conservador Ulf Kristersson a esta veterana política (Uppsala, 1967) con amplia experiencia ministerial y encargada de dirigir la economía sueca en los dos gobiernos anteriores de centroizquierda.
Hija única de una profesora y un profesor universitario, Andersson se interesó pronto por la política: a los 16 años ya se había afiliado a las Juventudes Socialistas, y cuatro después era la presidenta de la división local de Uppsala.
Finalizada la escuela secundaria, se mudó a Estocolmo para ir a la Escuela de Negocios y amplió luego estudios en Viena y en Harvard (EEUU), pero abandonó la vida académica en 1996 para trabajar como asesora del partido en temas económicos y pasar luego a la Administración, donde llegó a dirigir la Agencia Tributaria.
Stefan Löfven la puso al frente de la cartera de Finanzas cuando los socialdemócratas recuperaron el poder en 2014. Fue la primera mujer en ocupar ese cargo en la historia del partido y en el que permaneció al frente siete años.
“Siempre me ha gustado mandar. De niña soñaba con ser jefa de Konsum (cadena de supermercados)”, reconoció en una entrevista esta amante del alpinismo, madre de dos hijos, celosa de su vida privada (no comparte fotos familiares en sus redes sociales) y que llegó a ser nadadora de élite en su juventud.