- En el año 2000 se adoptaron una serie de leyes de paridad en Francia, obligando a todos los partidos políticos a incluir un mismo número de hombres y mujeres en sus listas electorales. Priscilla Lewis Southwell mantiene que pese a que las nuevas leyes han conllevado un aumento inicial de las representantes, el número de éstas se ha estancado en las últimas elecciones.
Artículo publicado previamente en LSE Europp Blog: Gender parity laws in France have been undermined by electoral reforms which work against female candidatesLSE Europp BlogGender parity laws in France have been undermined by electoral reforms which work against female candidates
En Francia se han llevado a cabo dos tipos de reforma electoral interrelacionadas, y casi contradictorias, en la última década: la introducción de la paridad, por un lado, y la reforma estructural de las elecciones al Senado y al Parlamento Europeo (PE), por el otro. Esta última ha frustrado el objetivo de la paridad de diversos modos que pasaremos a explicar a continuación. La consecuencia de ello es que la ley de paridad ha acarreado, una década más tarde, modestos aumentos incrementales en el número de mujeres que ocupan altos cargos públicos en Francia. Así pues, este estudio constata que los sistemas de cuotas pueden ser eludidos o sus efectos minimizados por subsecuentes modificaciones en el sistema electoral. Además confirma la medida en que aquellos titulares de cargos públicos que optan a la reelección incurren en esfuerzos considerables para permanecer en el poder.
La Paridad en Francia
En el año 2000 se aprobó una ley de paridad que obligó a todos los partidos a presentar un número igual de mujeres y hombres en sus listas para aquellas elecciones celebradas mediante el sistema proporcional con listas cerradas (RP). En Francia, antes de las reformas electorales de las que vamos a hablar, la representación proporcional se usaba tanto para las elecciones al Parlamento Europeo como para la mayoría de escaños del Senado nacional, elecciones municipales y regionales.
La ley de paridad se implementó en 2001, lo que provocó el aumento de la proporción de regidoras de un 25,7 % a un 47,5 % en los municipios con más de 3.500 residentes. De manera similar, en los escaños al Senado que se elegían por representación proporcional se registró un aumento de 5 a 20 senadoras. En los escaños elegidos mediante el sistema mayoritario a dos vueltas el número de mujeres se mantuvo estable en dos senadoras.
Desde el punto de vista de la paridad de género, las primeras elecciones inmediatamente celebradas tras la implementación de la ley de paridad recabaron resultados moderadamente positivos. Sin embargo, dichas mejoras iniciales parecen haberse estancado. El porcentaje de mujeres elegidas en la Asamblea Nacional ha seguido creciendo, pero sólo modestamente. Y en las elecciones al Parlamento Europeo (2009) y las del Senado (2008) muestran una leve caída.
Una posible explicación del escaso efecto que ha tenido la paridad de género sobre la elección de mujeres es que esta reforma, la de la paridad de género, ha sido acompañada de otras reformas electorales adoptadas poco después que han neutralizado los efectos positivos de la paridad. Se trata de las reformas Raffarin de 2003. Como la mayoría de reformas electorales, en detalle son complicadas, pero han provocado cambios que han tenido un impacto adverso en la paridad de género. En 2003, el Primer Ministro Jean-Pierre Raffarin, líder de la UMP (Union pour un Mouvement Populaire), introdujo leyes que modificaban el método por el cual se rigen las elecciones al Senado y al Parlamento Europeo.
Cambios en las elecciones al Parlamento Europeo
Antes de las reformas Raffarin, las elecciones al Parlamento Europeo se llevaban a cabo por representación proporcional, siendo la nación una sola circunscripción, y por lo tanto, las listas de partido de dimensión nacional (esto es, cada partido presentaba una única lista a las elecciones). Sin embargo, desde 2003 la circunscripción nacional ha quedado dividida en ocho nuevas circunscripciones o distritos regionales con sus respectivas listas de partido por distrito. Ahora los partidos presentan ocho listas a las elecciones, una por cada circunscripción o distrito regional.
Pese a que el sistema de representación proporcional se mantiene, pues lo que se ha cambiado son las circunscripciones, este cambio puede reducir las posibilidades de las candidatas de resultar elegidas. Concretamente, aunque la ley de paridad requiere que los partidos alternen mujeres y hombres en sus listas (el sistema de cremallera o zippering system), la mayoría de listas han sido encabezadas por candidatos. Esto implica que las mujeres en la lista cremallera empiezan en la posición 2 y ocupan siempre posiciones pares dentro de la lista. En aquellas situaciones en que un partido consigue sólo un escaño, o un número impar de escaños, aparece un desequilibrio en la proporción relativa de candidatos y candidatas que son elegidos. Aunque este desequilibrio es leve en el caso de una circunscripción nacional (como fue el caso de las elecciones de 1999 al Parlamento Europeo), su efecto negativo sobre las candidatas se magnifica cuanto mayor es el número de circunscripciones (en nuestro caso ocho).
Por ejemplo, el Partido Socialista capturó 31 escaños en las elecciones al Parlamento Europeo de 2004. Si se hubiera hecho bajo el sistema de circunscripción única nacional, como en 1999, al menos 15 de los Eurodiputados socialistas hubieran tenido que ser mujeres, según la ley de paridad. Sin embargo, la desagregación del voto socialista a lo largo del país en sus ocho circunscripciones supuso que, en varias de ellas, un número impar de escaños fueran ganados por el partido, resultando de facto en un sesgo masculino. La actual delegación socialista en el Parlamento Europeo, resultante de las elecciones de 2004, está compuesta por 18 Eurodiputados y 13 Eurodiputadas, lo que supone la pérdida de dos escaños potenciales para las últimas. Bajo estas reglas, el efecto agregado de dicho sesgo masculino para todos los partidos se tradujo en la pérdida neta de 6 Eurodiputadas en 2004. Una pauta similar se pudo apreciar con respecto a la UMP y a los partidos socialistas en las elecciones de 2009 al Parlamento Europeo, pero dicho sesgo masculino fue compensado por la presencia de dos pequeños partidos: el Movimiento para la Democracia (MoDem) y los Verdes (Verts), quienes presentaron como cabeza de lista a una mujer en tres de los ocho distritos regionales.
El efecto sobre la paridad de la reforma electoral del Senado ha sido aún peorsobre la paridad
Como antes se ha apuntado, las reformas del sistema electoral del Senado aumentaron el número de circunscripciones en las que se aplica el método de elección mayoritario de doble vuelta, en detrimento de las circunscripciones bajo un método proporcional. El sistema electoral que esta cámara había usado hasta 2003 establecía el método de elección mayoritario de doble vuelta en circunscripciones pequeñas, aquellas con menos de tres escaños a elegir –esto es, aproximadamente, un tercio de todos los escaños que componen el Senado (en concreto, el 37% de los escaños en la elecciones de 2001 se eligieron mediante este sistema). Sin embargo, las reformas Raffarin aumentaron dicho umbral a tres escaños por circunscripción, resultando en la elección de un 35% de todos los senadores mediante un método de tipo mayoritario en las elecciones de 2004, porcentaje que en las elecciones de 2008 aumentó a un 65%. Como tal, el efecto de esta reforma no se hizo realmente patente hasta las elecciones de 2008, aunque el porcentaje de listas cerradas que concurrieron bajo el método proporcional fue mucho mayor en 2011.
Pero aún se presentaron más obstáculos a la paridad: la proliferación de partidos
El fenómeno de ‘proliferación de partidos’ en las elecciones al Senado consiste en un escenario en el cual los potenciales candidatos deciden alejarse de sus propios partidos para formar nuevas organizaciones de tipo temporal, presumiblemente para evitar las prescripciones paritarias que rigen en las circunscripciones en las que se aplica el sistema de elección proporcional (recordemos, aquellas con más de tres escaños). Mediante dicha estrategia, dos (o más) candidatos masculinos que optan a la reelección pueden sortear los requisitos de paridad (recordemos, alternancia entre hombres y mujeres en las listas de los partidos) en las circunscripciones regidas por el sistema proporcional.
Nuestro examen de las cuatro elecciones al Senado más recientes (2001, 2004, 2008 y 2011) revela que en 18 de un total de 58 circunscripciones elegidas mediante el sistema proporcional varios miembros del partido de centro-derecha (UMP) decidieron competir encabezando listas de partidos distintas, normalmente denominadas ‘Divers Autres’, o incluso bajo la misma coalición (LMAJ), como ocurrió en 2011. En cada una de estas 18 circunscripciones (o distritos) el resultado fue la elección de un senador de la UMP y otro de ‘Autres’ en el lugar de una potencial senadora que habría debido ocupar el segundo lugar de la lista de la UMP según la ley de paridad. Pese a que las papeletas electorales identificaran a los senadores como miembros de partidos distintos como Divers/Autres, su biografía oficial del Senado los registró como miembros de la UMP.
Entonces, ¿cuantas mujeres más podrían haber sido elegidas? ¿Treinta y ocho, quizás?
A continuación se muestra la tabla que estima cuántas candidatas podrían haber resultado efectivamente elegidas en las elecciones post-2001, si las reglas electorales previas se hubieran mantenido, así como el impacto de la proliferación de partidos.
Tabla: Efecto estimado de las Reformas Raffarin y la proliferación de partidos en el número de mujeres finalmente elegidas en el Senado y el Parlamento Europeo (2004-2011)
En primer lugar, podemos fijarnos en los distritos al Senado con tres escaños en juego, es decir, aquellos que empezaron a usar un sistema mayoritario en las elecciones de 2004 tras las reformas Raffarin y que, previamente a las reformas, utilizaban el sistema proporcional de listas cerradas. Si prestamos atención a estas 24 circunscripciones plurinominales (aquellas en las que cada partido presenta un candidato y los tres escaños se los lleva el partido más votado), podemos re-calcular las carreras electorales bajo el método de representación proporcional mediante listas cerradas utilizadas en otras ocasiones, para así determinar si las reglas anteriores hubieran alterado el equilibrio de género en la delegación finalmente escogida en el Senado. Así, asumimos que los votantes (básicamente concejales municipales) se habrían comportado del mismo modo, votando siguiendo las líneas de partido. Los resultados sugieren que más de 18 mujeres podrían haber sido electas en estas tres elecciones al Senado si las reformas Raffarin no hubieran sido adoptadas, y se hubiera utilizado el previo método de representación proporcional mediante listas cerradas.
Por ejemplo, en el distrito al Senado de ‘Indre et Loire’ en 2011, las preferencias de izquierda de los votantes resultaron en la elección de dos miembros del Partido Socialista y uno del Comunista –todos hombres. Si este distrito hubiera concurrido bajo el método proporcional, previamente usado en 2001, la ley de paridad hubiese obligado al Partido Socialista a alternar al menos una mujer entre los tres puestos superiores de su lista. Por lo tanto, un mínimo de una candidata socialista habría resultado elegida, a diferencia del actual resultado. Resultados similares se dieron en los cuatro distritos que se hallaban en condiciones parecidas en 2011, originando la pérdida de cuatro Senadoras potenciales. En el caso de las elecciones al Senado de 2004 y 2008 los resultados fueron incluso más evidentes, ya que se celebraron más pugnas con el sistema mayoritario a dos vueltas a causa del cambio en las leyes electorales, lo que supuso una pérdida de siete Senadoras potenciales.
Esta tabla también incluye estimaciones similares para las elecciones al Parlamento Europeo, y la proliferación de partidos asociada, en 2004, 2008 y 2011. Para ello, se debe prestar atención a los datos totales de voto actual para dichas elecciones, pero asumiendo que las elecciones al Parlamento Europeo se celebraron en una circunscripción única nacional, y que los miembros de los distintos partidos no se pudieron separar temporalmente de sus organizaciones en los distritos CRP. Es decir, los supuestos bajo los que hemos calculado las estimaciones son que, por un lado, las reglas electorales anteriores seguían vigentes y, por otro lado, hubiera estado prohibido presentar dos candidatos bajo listas de partido distintas (esto es, haciendo imposible la proliferación de partidos). Nuestros cálculos apuntan a que bajo estos supuestos es probable que un sustancial número de mujeres, quizás 38, hubieran resultado elegidas en Francia.
Evidentemente, hay otras posibles explicaciones para este modesto incremento en el número de mujeres en la política francesa. Sin embargo, las ‘reglas del juego’ fueron una importante variable a tener en consideración. Las reformas Raffarin tuvieron un impacto determinante, y probablemente fueron adoptadas con cierto conocimiento de las consecuencias electorales que acarrearían en términos de paridad. Sin duda, el sesgo en los puestos superiores de las listas y la proliferación de partidos no fueron un resultado inocente. El debate parlamentario sobre las reformas electorales celebrado en 2003 puso de relieve que una de las razones para justificar la reforma del sistema para las elecciones europeas fue incrementar la participación mediante la concurrencia de candidatos con lazos más cercanos a los votantes (de ahí el paso de una circunscripción única a ocho circunscripciones regionales). Pero, ¿qué justificación había para la reforma del sistema de elección del Senado que elimine la sospecha de haber sido diseñada para neutralizar los efectos de la ley de paridad? Después de todo, los Senadores fueron bastante tajantes respecto a su oposición a la ley de paridad cuando esta fue discutida y tramitada.
Parece pues que los defensores de la paridad de género deberían centrar sus esfuerzos en conseguir el retorno a sistemas de mayor proporcionalidad en las elecciones al Senado, así como llevar a cabo un mayor escrutinio de los puestos superiores de las listas en Recircunscripciones proporcionales, incluidass lass ocho regionales para la elección al Parlamento Europeo. Controlar la proliferación de partidos también será una tarea difícil, pero hasta que estos obstáculos a la paridad no sean reconocidos por partidos y legisladores, el impacto de la ley de paridad francesa seguirá siendo discreto.