El modelo nórdico de solidaridad entre generaciones

Los objetivos de las democracias avanzadas son diversos: solidaridad intrageneracional, igualdad de género o la creación de una economía competitiva combinada con una sostenibilidad macroeconómica a largo plazo. Hoy quería centrarme en otro de los objetivos: la solidaridad intergeneracional.

Con unas cohortes que difieren en tamaño, la solidaridad intergeneracional se enfrenta a problemas difíciles de resolver. Las bajas tasas de fertilidad de los países desarrollados y una esperanza de vida en aumento ejercen presión y dificultan alcanzar políticas de solidaridad intergeneracional exitosas. A pesar de ello, hay países más efectivos que otros en la consecución de una mayor solidaridad entre generaciones:

El gráfico muestra el Integernational Justice Index (IJI), que incluye dimensiones medioambientales, sociales, económicas y fiscales, así como una medida de políticas a favor de las personas mayores. Si bien Estonia aparece en la posición más alta, el modelo económico-social de los países nórdicos ha alcanzado un buen equilibrio de solidaridad intrageneracional y solidaridad intergeneracional. Lo ha conseguido gracias a políticas que favorecen la igualdad de oportunidades (acceso gratuito a la educación, políticas activas de ocupación para toda su población adulta, estableciendo un amplio sistema de protección social), junto con políticas para promover la eficiencia y competitividad de sus economías.

Aun así, también les queda camino por recorrer. A pesar de unas bajas tasas de pobreza infantil, políticas de conciliación laboral y familiar, amplios servicios sociales para niños dependientes y personas mayores, una elevada tasa de empleo femenino y una amplia base imponible que ayuda a cubrir los costes del envejecimiento poblacional, todavía tienen tasas de fecundidad por debajo de 2,1, considerada la tasa de reemplazo.