Probablemente, una de las cosas tan complicadas de medir como la salud de una población sean sus condiciones de trabajo. En parte es por ello que generalmente, cuando se ha tratado de estudiar el efecto de la temporalidad laboral sobre la salud se ha englobado ésta dentro del heterogéneo grupo de la precariedad laboral, siendo éste un cajón de sastre poco apropiado, al juntarse con situaciones laborales que aúnan diferentes grados de pérdida de derechos laborales y desprotección del trabajador.
Existe bastante evidencia científica que apoya la relación entre tener un empleo precario (con la heterogeneidad de condiciones contractuales que esto supone) y un peor estado de salud objetiva y percibida (Benach 2000; Ferrie 2001); además, se han identificado algunos factores que se postulan como favorecedores de esta relación, como podrían ser un Estado en el que las prestaciones sociales fueran débiles y la implicación del Estado en la regulación laboral fuera laxa (Virtanen 2003; Laszlo 2010) –en un contexto de crisis económica, este último aspecto podría relacionarse con lo comentado por Stuckler y Basu en el libro “¿Por qué la austeridad mata?”, reseñado en Agenda Pública-.
En relación con la temporalidad laboral, la mayoría de los datos existentes hasta el momento eran procedentes de estudios transversales, lo cual dificultaba el análisis de las relaciones de causalidad (causa-trabajo temporal / efecto-mala salud). Dos tipos de resultados podían encontrarse en dichos estudios:
Aspectos positivos para la salud de tener un trabajo temporal.
- Cuando la flexibilidad en las relaciones laborales era una elección de la persona trabajadora, se ha observado que estas condiciones de trabajo pueden promover una mayor satisfacción con el trabajo realizado y una mejor calidad de vida.
- En el caso de mujeres trabajadoras que eligen (aunque tal vez habría que dedicar unas palabras al concepto de “elección” en este caso) desempeñar ese tipo de trabajos, se han observado resultados en salud percibida especialmente positivos, posiblemente relacionados con su capacidad para la conciliación de la vida familiar y laboral.
Aspectos negativos para la salud de tener un trabajo temporal.
- La mayoría de los textos publicados muestran que la flexibilización de las condiciones de trabajo redunda en consecuencias negativas para aspectos tanto laborales como relacionados con la calidad de vida de la persona trabajadora.
- La temporalidad se ha relacionado con una menor satisfacción con el trabajo realizado, y esto con una peor percepción de salud.
¿Qué tipo de temporalidad laboral puede afectar a tu salud?
En un estudio recientemente publicado en la revista Social Science and Medicine (Pirani 2014) se estudió la relación entre el trabajo temporal y la salud de hombres y mujeres de Italia en los primeros años de la actual crisis económica (2007-2010) –estudio longitudinal-, utilizando como variable de medición de resultados la salud percibida, que ha demostrado relacionarse directamente con la mortalidad -de modo que peor percepción de salud se asocia a mayor mortalidad (Idler 1997)- así como con otros aspectos de la salud.
En este estudio se observaron tres hallazgos principalmente:
- En términos generales, la situación de temporalidad laboral se asocia con un 40% más de riesgo de no afirmar tener buena salud.
- Si una persona ha tenido una historia laboral con contratos permanentes y de repente se encuentra en una situación de temporalidad laboral, el riesgo de percibir que no se tiene buena salud es más de 4 veces mayor que el que tienen las personas con trabajo estable.
- Encadenar contratos temporales durante dos años se asocia con un riesgo de presentar una regular/mala salud percibida es 3 veces superior a las personas con contratos estables.
Además, la metodología utilizada en este artículo trata de realizar un análisis basado en un modelo contrafactual de causalidad, concluyendo que se puede afirmar, con cierto nivel de confianza, que la temporalidad laboral no solamente se asocia a un peor estado de salud percibida que el trabajo estable, sino que además es causa de dicho mal nivel de salud.
Temporalidad y género: la interseccionalidad como problema.
Según datos de Eurostat, la proporción de personas empleadas con contratos temporales es mayor en las mujeres que en los hombres. Además, se ha observado que los resultados antes comentados no se presentan de la misma manera al estudiar hombres y mujeres por separado.
En el caso de la temporalidad en términos globales, no parece afectar a la salud percibida de los hombres, mientras que en las mujeres se asocia con un riesgo 5 veces mayor (OR=4.95; IC95% 2.10-11.69) de percibir una salud regular/mala con respecto a las que tienen contratos estables. Esta mayor magnitud con respecto a las cifras globales señaladas en el apartado anterior se repite para los casos de mujeres que transitan de la estabilidad laboral a la temporalidad, así como para las que encadenan dos años consecutivos con contratos temporales.
Es decir, no solo las mujeres sufren la temporalidad laboral en mayor medida, sino que además los efectos que ésta ha mostrado tener sobre su salud es mayor que en los hombres.
Los datos comentados hay que tomarlos con la cautela que ha de acompañar a las inferencias causales en el mundo de la salud pública, pero los resultados mostrados por los estudios sobre temporalidad laboral y salud vienen a añadir más evidencia (en algunos casos de mayor calidad, incluyéndose nuevos tipos de estudios) a la discusión en torno a cómo los diferentes modelos de relaciones laborales influyen en nuestra salud y en nuestra percepción de la misma, dándonos herramientas para actuar cuando el lema de “salud en todas las políticas” continúe calando en el diseño de medidas por parte de las instituciones.