El trabajo, los trabajos
Hoy poder trabajar, en un momento en que el paro afecta a un 26% de la población activa en España, es primordial, es un objetivo básico e imprescindible y se convierte en la prinicipal y legítima reivindicación de este primer de Mayo de 2014 en España.
También vale la pena recordar que después de la jornada de trabajo en los hogares se hacen trabajos que son, también, necesarios para el mantenimiento de la vida y la reproducción social. Marx recordaba que no hay producción sin reproducción y, efectivamente, las tareas relacionadas con la alimentación, la limpieza, el vestido, el cuidado de los hijos, el cuidado de enfermos y personas dependientes ocupa tiempo y requiere capacidades para realizarlo.
Las Cuentas Satélites de la Producción Doméstica permitieron sacar a la luz y asignar valor al tiempo dedicado a actividades no remuneradas que son esenciales para el bienestar colectivo y que no se tienen en cuenta en las contabilidades nacionales. Se efectuaron en la Comunidad de Madrid, en Euskadi, en Galicia y en Catalunya, y revelaron que la producción doméstica se sitúa entre el 32,8 y el 54,7% del PIB, mientras que para el conjunto de España equivale a un 27,4%. Estas magnitudes ponen en cuestión que la actividad que se efectúa en los hogares sea marginal y sin importancia.
La producción doméstica ha sido especialmente invisible por tres razones básicas.
- Porque se lleva a cabo en los hogares de forma gratuita, y sólo adquiere visibilidad cuando se efectúa en el mercado o en servicios públicos;
- porque son actividades impregnadas de afectos y obligación moral, y, finalmente,
- Porque son ejecutadas básicamente por mujeres y se considera que se hacen de forma instintiva y forman parte de su naturaleza
Estos factores dificultan poder percibir su valor económico así como su carácter crucial para la reproducción social. El hecho de que las mujeres sean todavía hoy las principales responsables del trabajo de cuidados y de la producción doméstica tiene importantes consecuencias en sus trayectorias laborales y sociales, pues limita sus oportunidades. Y el reconocimiento social de este tipo de actividad sólo se ha hecho cuando se ha tratado de justificar que la mujer se quede en casa desde una lógica patriarcal y subordinada, en la que no caben ni huelgas ni negociación alguna.