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Los procesos autonómicos de Podemos cuestionan su capacidad de movilización

Podemos irrumpe como segunda fuerza en Madrid según una encuesta de El País

Oscar Barberà

Hasta el momento la mayoría de análisis sobre Podemos se ha centrado en analizar los cambios en la composición sociológica de sus votantes así como su discurso e ideología. Sin embargo, una vez realizada la primera asamblea y los procesos autonómicos ya es posible empezar a hacer un primer balance de la forma organizativa que va adoptando el partido.

Pablo Iglesias y su equipo tratan de presentar a Podemos como un partido poco ideologizado y centrado en debatir temas concretos que tienen gran apoyo o repulsa ciudadana. En coherencia con esta típica estrategia catch-all, el partido ha optado por permitir la entrada de militantes en aluvión. Una muestra: para afiliarse basta rellenar un simple formulario digital donde ni siquiera hay que especificar la cuenta bancaria. Aunque el truco está copiado de los partidos de la casta, esta táctica le ha reportado excelentes resultados porque en menos de un año Podemos ha crecido hasta llegar a casi 350.000 miembros.

El gráfico 1 muestra el peso que cada una de las CCAA tiene sobre el total de votos y miembros. Como puede observarse, Podemos ha sabido implantarse de forma bastante parecida al conjunto de la población (censo) tanto en votos como en afiliación. Las únicas excepciones son la sobrepresentación en votos y miembros en Madrid y Asturias y la infra-representación en Andalucía (votos), Cataluña (votos y miembros) o las dos Castillas y Euskadi (miembros).

Fuente: Datos procedentes de la web de Podemos.

Por otro lado, y a diferencia de los partidos tradicionales, Podemos tampoco pone barreras importantes a la participación en los procesos electorales internos. Una anécdota poco divulgada: ¡Pablo Iglesias compitió por la secretaría general del partido con Echenique… y otros 59 candidatos! Los principales escollos para la participación no son formales sino tecnológicos (hay que saber utilizar las plataformas digitales) y, como veremos después, derivados del modelo de partido que se está diseñando.

Desde una perspectiva basada en el poder interno, Iglesias y sus colaboradores han acertado en el modelo organizativo. Su fuerte liderazgo, la cohesión del equipo directivo, los métodos de selección elegidos (primarias) y las crecientes expectativas electorales les están permitiendo consolidarse en el poder. La mejor prueba de ello es el éxito cosechado tanto en la primera asamblea del partido como en los procesos de selección de las direcciones autonómicas finalizados la semana pasada.

Es cierto que durante estos primeros meses también se ha evidenciado la existencia de grupos minoritarios. Pero salvo en muy contadas ocasiones (Aragón, etc.), su presencia más bien testimonial ha servido, sobre todo, para reforzar la legitimidad democrática del partido. Nada que ver, por ejemplo, con los traumáticos primeros años de Ciutadans.

Paradójicamente, los mismos mecanismos que sirven para consolidar a la dirección del partido no parecen ser capaces de canalizar de modo adecuado la participación de la enorme cantidad de gente que se ha incorporado al partido. Las desigualdades en las formas de participación detectadas por la ciencia política no son fáciles de superar ni con el mayor de los voluntarismos: la tasa media de participación en las elecciones primarias celebradas la semana pasada no supera el 34%. Esto son casi diez puntos por debajo de los resultados de la votación para elegir a Pablo Iglesias.

En Cataluña, uno de los principales bastiones del partido en votos y miembros, la participación no llegó al 16%. En la Comunidad Valenciana no pasó del 20% y en Madrid no llegó al 30%. Estos datos muestran sin duda el talón de Aquiles del modelo de partido diseñado por Iglesias y su equipo.

El gráfico 2 da alguna clave interpretativa de lo que puede haber pasado: como se observa, a mayor número de candidatos a la secretaría general, menor ha sido la participación. Hay variaciones que se explican por la existencia de alternativas reales, más allá del número de candidatos. No por casualidad la mayor participación se registró en las CCAA donde ganaron las candidaturas no abiertamente patrocinadas por el equipo de Pablo Iglesias como Aragón, La Rioja, Navarra. Como nota aparte destacar también el alto número de votos en blanco registrados en los distintos procesos. En Navarra, los votos en blanco llegaron al 7% del censo y en la Rioja, Asturias y Cantabria rozaron el 5%.

Fuente: Datos procedentes de la web de Podemos.

También en clave de participación cabe añadir que la elección mediante primarias ha vuelto a dificultar, una vez más, el acceso de mujeres a la dirección del partido. Aunque los estatutos de Podemos establecen disposiciones para reforzar la paridad, de media, sólo un 30% de las candidaturas a la secretaría general fueron encabezadas por mujeres. En Castilla-León, Extremadura y Murcia, cada una con tres candidatos diferentes, no se presentó ninguna mujer.

Por otro lado, debe reconocerse que hay bastantes comunidades (Canarias, Castilla la Mancha, Galicia, Navarra, Asturias) donde sí hubo paridad entre los candidatos. Sin embargo, los resultados finales son un tanto decepcionantes porque solo 3 de los 16 secretarías generales autonómicas están ocupadas por mujeres (19%).

Para finalizar, señalar que la baja participación unida al alto número de candidaturas ha restado apoyo efectivo a los candidatos vencedores. Como era de esperar, ninguno obtiene los porcentajes de voto de Pablo Iglesias. Ubasart (77%), Echenique (72%), Ripa (68%) y Fernández-Santos (68%) son los que salen más reforzados mientras que Uriarte y Jarabo son los más discutidos con cifras alrededor del 36%. En estos casos una segunda vuelta o un sistema de voto más sofisticado seguramente habría resuelto el problema de legitimidad. En general y como muestra el gráfico 3, cuanto mayor ha sido el número de candidaturas menor ha sido el porcentaje de votos obtenido por el nuevo secretario general.

Fuente: Datos procedentes de la web de Podemos.

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