Desde hace tiempo disponemos de medidas válidas y series temporales sobre la Calidad del Gobierno (imparcialidad, eficiencia y no corruptibilidad) en los Estados, y sabemos que niveles altos de Calidad del Gobierno (CdG) traen bajo el brazo mejores cifras económicas, menos desigualdad y pobreza, niveles de educación y salud superiores, mayor protección del medio ambiente, niveles más altos de felicidad subjetiva o menor probabilidad de guerra civil.
No obstante, hasta la fecha, los estudios de la CdG se han centrado más en los países en vías de desarrollado que en las democracias occidentales, quizás dando por supuesto que no habría grandes diferencias en CdG entre y dentro de los Estados más avanzados. Pero, como la CdG condiciona la gestión del gasto y los resultados de las políticas, e incluso está asociada a una mayor capacidad de crecimiento y creación de empleo, el actual contexto de crisis económica y financiera ha despertado el interés de la Comisión Europea por el estado de la CdG en el seno de la UE.
Empleando, para el nivel estatal, indicadores de gobernanza del Banco Mundial, y, para el nivel sub-estatal, una encuesta en la que ciudadanos de las distintas regiones evalúan la calidad, la imparcialidad y los niveles de corrupción de tres servicios públicos (educación, sanidad y seguridad) así como la limpieza de las elecciones regionales y la permeabilidad de los casos de corrupción en los medios de comunicación de la región, Charron, Lapuente y Dijkstra (2012) retratan la variación de la CdG en la UE-27 entre Estados e incluso entre regiones dentro de un mismo país.
La fractura principal en CdG no enfrenta exactamente a los países de la UE-15 con los 10 socios de Europa central y oriental adheridos en 2004 y 2007. Señaladamente, Italia ocupa el puesto 25 de los 27, solo por encima de Bulgaria y Rumanía; y Grecia, en la posición 22, es superada en CdG por todos los países de la ampliación de 2004 a excepción de Lituania y Polonia.
El siguiente gráfico refleja las diferencias en CdG entre los Estados miembros.
Tenemos cuatro grupos o clústeres de países, “cuatro Europas” de la CdG. El primer grupo está conformado por los Estados con altos niveles de CdG, la mayoría escandinavos, germánicos y anglosajones que, en perspectiva comparada, se encuentran en CdG al nivel de Canadá, Nueva Zelanda y Singapur. Los países mediterráneos, salvo Italia y Grecia, a los que se suman los cabezas de la última ampliación, Estonia y Eslovenia, conforman un segundo clúster, y se encuentran al nivel de Corea del Sur, Israel o Qatar. En el tercer grupo se reúnen la mayoría de los Estados miembros post-comunistas y Grecia e Italia, al nivel de Botswana, Costa Rica o Uruguay. Finalmente, Bulgaria y Rumanía constituyen un cuarto clúster, al nivel de Colombia, India o Ghana.
A mayores, están las diferencias entre regiones dentro de un mismo país. Francia, Bélgica, España, Portugal, Grecia, Bulgaria, Rumanía y, a mucha distancia de cualquier otro país, Italia, son los Estados miembros menos homogéneos en CdG. En cambio, en los países con mayor CdG, como Dinamarca, Suecia o Finlandia, apenas existe variación interna. Es importante apuntar que la diversidad interna en CdG, contra-intuitivamente, parece no estar relacionada con el modelo territorial.
Poniendo el foco en España, en el segundo gráfico, distinguimos entre paréntesis la posición de las 17 Comunidades Autónomas sobre el total de 199 regiones y países una vez añadidos los datos de la encuesta regional.
El País Vasco es la Comunidad mejor gobernada, ocupando el puesto 64 sobre el total de 199 regiones y países con datos regionales, a 43 puestos de distancia de la media española (posición 107 de 199) y 66 de Cataluña (puesto 130 de 199).
Con la participación de 34.000 ciudadanos europeos, la encuesta regional empleada por Charron, Lapuente y Dijkstra (2012) es la mayor realizada hasta la fecha sobre CdG a nivel sub-estatal. No obstante, debemos tener en cuenta el pequeño tamaño de la muestra (aprox. 200 ciudadanos) en cada una de las 172 regiones analizadas, y la falta de seguridad sobre la uniformidad del marco de referencia empleado por los ciudadanos a la hora de reflexionar sobre sus respuestas. Sabemos que factores como el nivel de educación personal, cambios recientes en la prestación de un servicio, acontecimientos excepcionales, o la propia historia de la región (pensemos por ejemplo en las diferencias históricas entre los alemanes del este y del oeste) influyen en las valoraciones de los ciudadanos.
Dada la complejidad y por otra parte la relevancia de la CdG necesitamos más y más variadas medidas de la CdG a nivel regional, que nos permitan identificar los factores culturales, históricos e institucionales que explican las diferencias en CdG. A partir de esas certezas, podríamos informar el diseño de políticas de convergencia regional en CdG. Asimismo, convendría alimentar la generación de series temporales para poder monitorizar la evolución de la CdG también a nivel sub-estatal.