En toda Europa ha crecido el interés y la preocupación por los partidos de derecha populista radical. Por “derecha populista radical” nos referimos a partidos cuyo perfil ideológico es radical pero no extremista. La diferencia está en que mientras los partidos extremistas tienen como objetivo acabar con la democracia y establecer un régimen autoritario, los populistas aceptan la democracia pero rechazan diversos elementos del régimen democrático liberal. Por ejemplo, la derecha populista radical está en contra de la inmigración y de los derechos a las minorías.
La cuestión de cómo hacer frente a estos partidos ha ganado impulso en los últimos años. Sin embargo, el caso de España ha recibido poca atención. Esto se relaciona con el hecho de que los partidos de derecha populista radical casi no tienen influencia política.
Los partidos de derecha populista radical más relevantes en España son Democracia Nacional, España-2000 y Plataforma per Catalunya. Democracia Nacional y España-2000 son partidos a nivel nacional, mientras que Plataforma per Catalunya se organiza exclusivamente dentro de Cataluña. El perfil ideológico de Democracia Nacional se caracteriza por una combinación de anti-elitismo y nacionalismo español. Su lema es “No seas tonto, reacciona! Los españoles primero”. España-2000 pone énfasis en la ley y el orden, la reducción de impuestos y las políticas anti-inmigración. También utiliza el lema “Los españoles primero”, llamando a su enfoque como de “patriotismo social”. Por último, Plataforma per Catalunya declara estar más allá de la brecha socioeconómica entre izquierda y derecha. Al igual que los otros dos partidos, hace un llamamiento a aquellos que están en contra de los inmigrantes y no se sienten representados por la clase política. Su lema es “nativos primero”.
Curiosamente, si nos fijamos en los datos electorales en España desde 1980, ninguno de estos partidos ha recibido alguna vez más de 1% de los votos en unas elecciones. ¿A qué se debe este escaso éxito electoral? En nuestro trabajo recientemente publicado en la revista South European Society and Politics, nos dispusimos a responder a esta pregunta.
Durante un tiempo pareció que existía un atractivo potencial para este tipo de partidos. Fue en la década de los 2000, cuando, atraídos por una economía en auge, los inmigrantes llegaban a España en grandes números. A principios de los 90 los inmigrantes representaban sólo el 2% de la población española, mientras que en 2013 esta cifra había aumentado hasta el 12%. En la década de los 2000, las actitudes negativas hacia los inmigrantes españoles crecieron cada vez más, como lo demuestran las encuestas del CIS. La preocupación de los españoles respecto a la inmigración alcanzó su pico en octubre de 2006, cuando el 59% lo veía como el principal problema de España. Sin embargo, la prominencia de la inmigración como problema comenzó a desvanecerse con el estallido de la crisis económica. En 2011 el número de españoles que creía que la inmigración era el principal problema del país había caído por debajo del 10%, y en mayo de 2013 se había reducido a un mero 1,5%, mientras que el número de españoles que indicó que el desempleo era el principal problema del país llegaba al 82%.
En resumen, está claro que entre los años 2000 y 2010 los partidos de derecha populista radical tuvieron una oportunidad de oro para explotar la presencia de sentimientos anti-inmigrantes entre la población. La pregunta es, ¿por qué no fueron capaces de obtener beneficios electorales de este estado de ánimo de los ciudadanos? En nuestra opinión, hay dos factores principales que lo explican.
Por un lado, el sistema electoral español beneficia a los grandes partidos con un apoyo geográficamente concentrado, a expensas de los partidos pequeños que tienen un apoyo geográficamente disperso. No es casualidad que el partido de derecha populista radical de mayor éxito en España sea Plataforma per Catalunya, un partido que se concentra geográficamente en una Comunidad. Por otro lado, la derecha populista radical tuvo grandes dificultades para encontrar un nicho electoral durante los 2000. Esto se debe en parte al hecho de que estos partidos no podían diferenciarse lo suficiente del Partido Popular. El nacionalismo (con tonos xenófobos) y el autoritarismo están muy arraigados en los principios ideológicos de la identidad del PP, como se demuestra por la hegemonía electoral del partido entre los votantes de extrema derecha; en las elecciones generales de 2011, entre el 80 y el 83% de la derecha y los votantes de extrema derecha votaron al PP. El único elemento que diferencia claramente estos partidos del PP es el populismo radical de los primeros, en oposición a la defensa del statu quo de este último. El discurso populista se caracteriza por la afirmación de que “las élites” no respetan la soberanía popular, y ha llegado el momento de tomar el poder y darlo de nuevo a “el pueblo”.
Hasta hace poco, el populismo en España estaba en un estado de latencia en algunas de las actitudes políticas. Durante la década de 2000, la sensibilidad de los españoles hacia estas actitudes aumentó pero el factor que generó un cambio en este sentido fue la crisis económica. Como se puede observar en el gráfico 1, el nivel de confianza en las instituciones democráticas en España ha caído en picado desde 2008 y la satisfacción con la democracia ha disminuido de la misma forma. No sería exagerado afirmar que ahora mismo hay un Zeitgeist populista en el país.
Gráfico 1: La confianza en las instituciones democráticas y la satisfacción con la democracia entre 2002 y 2014 en España (valores medios)
La crisis económica ha tenido un efecto dramático en la sociedad española y en su sistema de partidos. El PP ha perdido el monopolio de la derecha como el PSOE ha perdido su hegemonía en la izquierda. En consecuencia, se han abierto espacios en los extremos del espectro político, los cuales están siendo ocupados por nuevas fuerzas políticas en estos momentos. A la izquierda, Podemos, un nuevo partido político con un discurso populista, ha crecido de manera exponencial en un período muy corto. En las elecciones del Parlamento Europeo del año pasado obtuvo el 8% de los votos y cinco escaños. Las probabilidades de que repita este éxito inicial en las elecciones nacionales y demuestre que sus apoyos son estables están a su favor. Después de todo, la gran recesión ha provocado en España un aumento en la preocupación por las cuestiones socioeconómicas en lugar de cuestiones migratorias, y además hay poca confianza en las instituciones democráticas del país.
Pero a la vez este es también un momento difícil para la derecha. La derecha populista radical perdió una oportunidad de oro cuando las actitudes anti-inmigrantes estaban en su punto más alto. Ahora ha surgido una nueva oportunidad, no tanto por la retórica xenófoba sino por los mensajes populistas y anti-casta. Por otro lado, el Partido Popular ha perdido en gran medida el control sobre los votantes conservadores y de extrema derecha debido a los escándalos por corrupción. ¿Será capaz algún partido de derecha populista radical de convertir este nuevo contexto a su favor? Con un año tan electoralmente cargado como 2015, puede que no tengamos que esperar demasiado tiempo para conocer la respuesta.