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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

¿Le quedan partidarios a Merkel en la periferia de Europa?

Las elecciones alemanas del pasado 22 de septiembre fueron seguidas con mucha atención en España. El nivel de cobertura de los medios fue comparable con el de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, probablemente porque, como un diario publicó en su editorial, las elecciones alemanas “trascienden las fronteras de la propia Alemania [...] Millones de personas son conscientes de cuánto les afecta lo que hoy deciden las urnas” (ABC, 22/09/13).

Este breve –y necesariamente burdo– análisis de los medios de comunicación españoles se basa en los artículos y editoriales publicados entre el 22 y el 30 de septiembre por los tres principales periódicos impresos en España: El País, de centro-izquierda; ABC, de derecha; y El Mundo, autodefinido como “liberal”. Estos tres periódicos son los que tienen el mayor número de lectores entre los diarios generalistas impresos a nivel nacional, aunque es cierto que la cifra global de los lectores ha disminuido drásticamente desde 2007.

Los titulares del 23 de septiembre pusieron de relieve el amplísimo mandato que la canciller recibió en los comicios. Las portadas personalizaron la victoria electoral de la CDU-CSU en la figura de Angela Merkel. Fue su victoria, sus resultados y su mandato. Ella lo hizo posible. En El País, Fernando Aramburu habló de una “victoria personal suya y no de su gobierno” (23/09/13) y ABC se refirió al “triunfo personal de Angela Merkel”. En El Mundo, Ana Alonso Montes hacía mención al “estilo presidencialista” de la canciller.

Los tres diarios señalaron que es el único primer ministro de la Unión Europea que ha sobrevivido a la crisis económica y estaban de acuerdo en que este hecho, junto a sus tres victorias consecutivas, la hace merecedora de estar al mismo nivel de figuras como Adenauer o Kohl. En las páginas de ABC algunos analistas utilizaron incluso afirmaciones del tipo “los alemanes aman a Merkel” y “Merkel es Alemania” (José-Pablo Jofré, 22/09/2013). Otros títulos en las páginas interiores continuaron con este tema: “Angela I de Alemania hace historia” (Ana Alonso Montes, El Mundo, 23/09/2013); “Caen 20, sobrevive Merkel” (Claudi Pérez, El País, 22/09/2013). Hasta qué punto el editorial de El Mundo, “Merkel, Merkel über alles”, estaba usando el viejo verso del himno nacional alemán provocativamente o no es algo que tal vez nunca podamos determinar. La única explicación que se da en el texto es que “parafraseando una antigua estrofa del himno tradicional alemán que proclama que Alemania está por encima de todo, su gran Victoria electoral sitúa a Angela Merkel ciertamente über alles tras arrollar a todos sus oponentes” (editorial, 23.09.2013).

Los periodistas españoles no pasaron por alto el hecho de que en Alemania a menudo se refieren a Merkel con el término Mutti. Mientras que ABC daba a este mote una interpretación benigna, El Mundo y El País se mostraban más escépticos y críticos. ABC dijo que “Mutti es un término que desprende simpatía, confianza y cercanía” (José-Pablo Jofré, 22.09.2013). En cambio, según John Müller, desde las páginas de El Mundo, “[p]or eso los alemanes la llaman Mutti, porque Ángela mantiene la casa en orden, las cuentas equilibradas y todos los hijos tocan a algo en la mesa, aunque sea poco” (23.09.2013). Un poco en la misma línea, para Juan Gómez, desde las páginas de El País, Mutti tiene que ver con “la llaneza del ama de casa que propugna como modelo de austeridad nacional” (22.09.2013). Según Francisco Basterra, también desde El País, “Merkel solo tiene una idea contable de Europa” (27.09.2013).

Los tres periódicos atribuyen la victoria de la candidata del CDU-CSU, Angela Merkel, al hecho de que Alemania ha sufrido lo que El País llama “una crisis muy benigna”, sin “rastro de recortes” (Claudi Pérez, 22/09/2013). Los indicadores macroeconómicos de Alemania son la envidia de los países periféricos de la zona euro: el segundo nivel más bajo de desempleo en la UE y la vuelta a la senda del crecimiento económico.

Sin embargo, hay una clara diferencia entre la interpretación de ABC y la de El País. Según el editorial del primero, la aplastante victoria de Merkel se explica por la buena situación de la economía alemana, pero sin que ello esté relacionado con las políticas europeas promovidas por Alemania respecto a la periferia: “En definitiva, los alemanes han votado a Merkel porque consideran que su situación es satisfactoria, no necesariamente porque estén de acuerdo con la gestión de la crisis en la UE y sus efectos en los países del sur” (editorial, 23.09.2013). Por el contrario, según el editorial de El País, una “Alemania profundamente conservadora” después de “las elecciones más aburridas en décadas” ha dado a Merkel un “apoyo mayoritario para mantener sus tesis férreas sobre el euro y las políticas de austeridad” (23.09.2013). Por tanto, “el reto de Merkel, encomendado en silencio por su electorado, es que complete la gobernanza del euro y culmine la Europa política. Y que lo haga cumpliendo la promesa de que mientras viva, solange Ich lebe, no habrá eurobonos ni mutualización de la deuda. La solidaridad deberá pagársela cada uno” (Lluís Bassets, El País, 22.09.2013).

Los resultados, coinciden en afirmar los tres diarios, representan un antes y un después del 22 de septiembre de 2013, algo cercano a un terremoto para el sistema de partidos alemán. Según estos análisis, el parlamento alemán se ha dividido en dos mitades, la CDU, que ocupa todo el espectro de la derecha y el centro-derecha; y el SPD, Verdes y Die Linke, que comparten la izquierda y el centro-izquierda. Los liberales del FDP desaparecen del Bundestag y quién sabe si del paisaje político alemán por completo.

Los periodistas de los tres periódicos ven en estos resultados la fragmentación de la izquierda alemana en tres partes que eventualmente tendrán que llegar a un acuerdo, dado que una hipotética coalición entre las tres podría ser la única manera de acceder al poder. “¿Hasta cuándo SPD y Verdes renunciarán al poder por rechazo a la radicalidad comunista?” (Herman Tertsch, ABC, 25.09.2013).

El espectacular crecimiento de AFD, pese a no lograr representación parlamentaria, se reconoce como un reto al que Merkel y su partido tendrán que hacer frente en un futuro próximo. Después de todo, como señaló El País, la AFD es la “única formación que logró pescar votos en los viveros de la CDU” (Juan Gómez, 25.09.2013) y, por tanto, “[s]e trata de hacer valer la vieja maxima democristiana de no dejar espacio a ningún partido a la derecha de CDU y CSU” (Juan Gómez, 28.09.2013).

La gran coalición entre la CDU-CSU y el SDP se considera unánimemente como la consecuencia más probable de las elecciones, a pesar de los supuestos riesgos que conlleva para los socialdemócratas. Sin embargo, de nuevo existen diferencias en las interpretaciones, seguramente motivadas por las diferentes tendencias ideológicas de cada medio. Mientras que en El País leemos a Francisco Basterra diciendo que “en todas las capitales europeas se ha escuchado un suspiro de alivio” (27.09.2013) al no haber conseguido la CDU una mayoría absoluta, lo cual fuerza una coalición con el SPD, ABC publicó que “la mejor opción hubiera sido una mayoría absoluta de Merkel” (editorial 23.09.2013).

En su editorial, ABC justificó esta preferencia alegando que fueron los socios de coalición de Merkel, el FDP y sus ministros, quienes empujaron a la canciller a sus excesos proausteridad hacia la periferia europea. En particular habló del ministro Rösler, “cuya actitud ha acabado siendo castigada por los votantes”. El Mundo también insinuó la idea de que la actitud de Merkel hacia la periferia de la zona euro fue condicionada por sus socios de coalición: “es posible que su victoria le otorgue un cierto margen para, secundada por el SPD, flexibilizar su política económica y ayudar a los países con problemas como España e Italia a salir de la crisis” (editorial, 23.09.2013). Se trata de una interpretación que intenta exculpar la figura de Merkel por las políticas de austeridad defendidas en Europa.

Aunque pueda resultar sorprendente para el lector alemán, los editoriales de ABC y El Mundo transpiran admiración por Merkel y sus políticas en Alemania. El problema es que en España Alemania se identifica con la austeridad y con las imposiciones de la Troika, y, por tanto, es difícil defender la postura de rigidez de este país cuando está causando tanto dolor entre los españoles. Esta podría ser la razón por la que el ABC y El Mundo sugirieron en sus respectivos editoriales que Merkel y su partido en solitario en el gobierno habrían sido más suaves de lo que fueron en compañía de su socio de coalición, el FDP. El editorial de ABC incluso esperaba que una gran coalición estable y fuerte entre CDU-CSU y SPD, con un gran mandato y legitimidad, fuera más capaz que su predecesor de tomar las decisiones necesarias, tales como la unión bancaria o la unión fiscal.

Los artículos de análisis dentro de las páginas de ABC y El Mundo ofrecen lecturas alternativas a las presentadas en los editoriales. En uno de estos artículos de ABC se afirmó que “el SPD está mucho más cerca de Lutero que de Keynes” (Alberto Sotillo, 09/23/2012) y que, por lo tanto, los españoles no deberían esperar ningún cambio con el SPD en el gobierno. Otro artículo de ABC habló de que la presión sobre la CDU-CSU proviene de Alternative für Deutschland (AfD), una presión que se espera que crezca en los meses anteriores a las elecciones europeas de 2014 y que, según este análisis, no permitirá a la CDU-CSU reducir la presión sobre la periferia de la eurozona (Herman Tertsch, 24/09/2013). Las páginas de El País hicieron referencia al hecho de que el SPD apoyó las políticas de Merkel respecto al euro mientras estaba en la oposición y que, por esta razón, no hay muchas esperanzas de que su posición cambie aun entrando a formar parte de una gran coalición (editorial, 23/09/2013).

Por último, ABC reprocha a Merkel el creciente nacionalismo alemán en su gestión de la crisis del euro: “donde más ha errado ha sido permitiendo que el debate sobre la crisis generase en Alemania una corriente de nacionalismo antieuropeo [...]. Eso ha sido un error, como lo fue aplazar el primer rescate de Grecia en 2010 a cuenta de unas elecciones regionales de gran importancia para Merkel” (editorial, 23/09/2013). La culpa de este creciente nacionalismo se encuentra de nuevo, según ABC, en la actitud del socio de coalición de Merkel, el FDP, que ha perdido muchos votos hacia el AfD, una formación abiertamente antieuropea.

Aunque ABC es el único periódico en la muestra de este análisis que hace referencia explícita al nacionalismo alemán, desde las páginas de El País también se reprocha a Angela Merkel su defensa de la soberanía y los intereses nacionales alemanes en el ámbito europeo sin tener en cuenta las instituciones de la UE y los intereses de otros estados miembro. Según este diario, tanto si Merkel lo ha hecho como un movimiento táctico para evitar la entrada del AfD en el parlamento, o si realmente es lo que piensa, es algo que aún está por ver (Bastenier, 09/24/2013).

En resumen, hubo algunas coincidencias en las interpretaciones de los resultados efectuados por los tres diarios pero, en general, hubo una división izquierda-derecha en la forma en que Alemania, bajo el liderazgo de Merkel, ha sido analizada por los medios de comunicación españoles. El centro-izquierda, representado por El País, fue más crítico con las políticas de austeridad defendidas por Alemania a nivel europeo, y mostró su satisfacción por el hecho de que Merkel no obtuviera la mayoría absoluta en el Parlamento. Desde la derecha, ABC hubiera preferido que Merkel estuviera sola al volante del proyecto europeo y justificó la rigidez de sus políticas europeas trasladando la responsabilidad de éstas al FDP, cuyo castigo electoral se celebra como una consecuencia merecida por su actitud nacionalista e insolidaria hacia el Sur de Europa. Por último, las páginas de El Mundo mostraron tanto crítica como admiración, lo que dificulta saber cuál es el posicionamiento real de este diario.