El riesgo de ser mujeres

El diccionario de la RAE define riesgo – en su primera acepción - en los siguientes términos: “Contingencia o proximidad de un daño”. A los objetos de este post puede parecer – quizás – una definición un tanto anodina máxime cuando de lo que se trata es de llamar la atención sobre una cuestión que no admite muchas objeciones. Y es que resulta un hecho constatado que el ser mujer constituye un riesgo. Los datos son los que son y no dejan lugar a otras interpretaciones. Según la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea – en su Informe de 2014 – un 22% de las mujeres que han tenido una relación de pareja con un hombre ha experimentado violencia física o sexual por su parte. Otros datos que evidencian que el hecho de ser mujer constituye un riesgo son los siguientes: un 5% de las europeas mayores de 15 años ha sido violada (en datos absolutos estamos hablando de 9 millones de mujeres en Europa), un 43% de mujeres europeas ha sufrido alguna forma de violencia psicológica por parte de su actual pareja masculina o de una anterior, un 55% de las mujeres mayores de 15 años ha sufrido alguna forma de acoso sexual (el equivalente a 100 millones de mujeres). Pero ¡ojo! hay un dato en el informe referenciado que no se debe minusvalorar. Y es que algo más de la mitad de las mujeres europeas, en concreto, un 53% procura evitar ciertos lugares o situaciones por temor a ser víctimas de agresiones físicas o sexuales.

Pero sigamos con el análisis de datos – en este caso – los proporcionados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Según el Informe “Estimaciones mundiales y regionales de la violencia contra la mujer: prevalencia y efectos de la violencia conyugal y de la violencia sexual no conyugal en la salud” aproximadamente un 35% de las mujeres han sufrido violencia ya sea por su pareja o fuera de ella en algún momento de sus vidas. Sobre este dato conviene significar que el estudio pone de manifiesto que la violencia en el ámbito afectivo/convivencial es el tipo de violencia más común afectando a un 30% de las mujeres en todo el mundo. Pero hay un dato – si cabe – más alarmante y es que un 38% del número total de feminicidios en todo el mundo se da en el ámbito conyugal por parte de la pareja o ex pareja.

Centrándonos en España los datos siguen la misma tónica alarmante. Y es que si el Balance de Criminalidad que hizo público del Ministerio del Interior en enero de 2014 correspondiente al año 2013 recogía un descenso generalizado de la criminalidad en nuestro país, sin embargo, en el apartado correspondiente a la violencia contra las mujeres esa tendencia descendente cambiaba de sentido. Como datos que evidencian ese riesgo de ser mujeres caben destacar: un aumento de un 1,4% de las violaciones y un aumento de los asesinatos por parte de la pareja o ex pareja en un 3%.

Los asesinatos machistas de los últimos días ponen de manifiesto que la violencia que sufren las mujeres es una violencia estructural que no es sexualmente neutra ni obedece a hechos aislados realizados al azar. Es una violencia con un componente sexista imposible de obviar y que viene determinado por lo que supone ser mujer en un contexto político, social, económico y cultural de desigualdad.

Señalaba en líneas anteriores que un 53% de las mujeres europeas procura evitar ciertos lugares o situaciones por temor a ser víctimas de agresiones físicas o sexuales. Un dato para pensar ¡y mucho! Sobre todo porque – siguiendo a Celia Amorós – evidencia que las mujeres 'tenemos toque de queda' y eso es muy grave en un Estado que se autodefine como social y democrático de Derecho. Titulaba este post: “El riesgo de ser mujeres” … y ahí lo dejo.