Opinión y blogs

Sobre este blog

“La banca ética debe tener su propio reconocimiento normativo y fiscal”

El nuevo presidente de la Federación Europea de las Bancas Éticas y Alternativas (FEBEA) es un pionero del sector. Pedro Manuel Sasia Santos lleva toda una vida dedicado a sacar adelante una banca que va a contracorriente de la lógica capitalista y de las normativas actuales. También presidente de Fiare Banca Ética en España y profesor en las universidades de Deusto y del País Vasco, Peru Sasia es doctor en Química Macromolecular por esta última.

En junio pasado, su larga experiencia en economía social fue reconocida al ser nombrado presidente de FEBEA, cuyas organizaciones miembro reúnen más 30.000 millones de euros en activos, 670.000 clientes, 3.300 empleados y 200.000 socios. La banca ética es más sana que ninguna otra. Sasia explica en esta entrevista los ejes que la caracterizan, su historia, sus éxitos, sus relaciones con la banca pública y sus retos de futuro.

¿Qué perspectiva hay para la banca ética y cooperativa, en España y en Europa?

Los bancos éticos y alternativos van creándose, consolidándose, institucionalizándose en redes. En FEBEA los miembros ya no traen sólo proyectos emergentes, sino realidades financieras que funcionan y que tienen una comunicación creciente con las administraciones públicas, incluso las europeas. Sin embargo, esa dinámica está extremadamente fragilizada con los marcos normativos que se puedan ir generando. La experiencia en nuestro país y en muchos otros países nos dice que esto se puede desmantelar o dificultar muchísimo si no se es consciente de su valor social. 

¿FEBEA es distinta de otro tipo de entidad de finanzas éticas?

Nos constituyen varios ejes; uno es la manera en que entendemos las finanzas. Otro es la dimensión de la incidencia política y el compromiso con la transformación cultural y social más allá de la mera operativa financiera. El modelo de construcción de sociedades es una de las razones que justifica el porqué estamos construidos sobre unas dinámicas que tratan de ser extraordinariamente transparentes y participativas. Nosotros tratamos de cuidar muchísimo ese aspecto y eso se refleja en un modelo de gobierno, la mayor parte de las veces cooperativo.

¿Eso no siempre sucede?

Hay entidades financieras que reivindican un uso diferente y una manera distinta de entender las finanzas. Está la Global Alliance for Banking and Values, una alianza global de bancos con valores; está la Federación Europea de Banca Ética; está la Asociación Internacional de Inversores en la Economía Social (INAISE), y otras redes. Las entidades que consideran que lo importante es la naturaleza u orientación del instrumento financiero se agrupan en algunas como la Global Alliance. Quienes hacemos mucha incidencia en que no sólo es importante la operativa bancaria, sino la manera en cómo se desarrolla la entidad que promueve esa operativa, los efectos que genera en términos de transformación social, estamos en redes como FEBEA. 

El suyo es un movimiento político...

Hay que actuar sobre la demanda. No puedo estar ocupado en desarrollar el proyecto más innovador, más bonito del mundo, si no consigo que la gente lo ponga en valor. El sistema económico actual es sobre todo un nicho cultural. Si no actúas sobre la demanda e incorporas un eje en el que los marcos normativos, los usos, el propio liderazgo de las administraciones a través de cláusulas sociales, de discriminación positiva de determinados circuitos que son buenos para las sociedades...; si no actúas sobre esos ejes, estarás haciendo hincapié sólo en el instrumento financiero. 

Usted también está en la banca ética española. Han recibido de pronto muchísimo dinero, de gente harta de los bancos tradicionales. ¿Cómo lo gestionan? Dar crédito no parece fácil…

Lo afrontamos también desde las propias características del proyecto. Se nos acerca mucha gente y nos recomienda que desarrollemos dinámicas mucho más agresivas de crecimiento. 

¿Qué significa “crecer agresivamente”?

Antes de responder a eso es importante destacar una cosa. Ninguna de nuestras entidades se creó en la crisis financiera. Se crearon mucho antes porque nuestro objetivo era proponer modelos alternativos. Entendíamos que el sistema financiero tal como estaba funcionando, cuando a todo el mundo le parecía una maravilla, era una bomba de relojería. Lamentablemente acertamos. Cuando llegó el momento de la crisis mucha gente nos decía que debíamos hacer inversiones fuertes, empezar a abrir oficinas, multiplicarnos por el mundo porque ahora venía el dinero. Nosotros no podemos, ni queremos, gestionar un proyecto a ese nivel. Nuestras dinámicas de crecimiento deben seguir tratando de velar por que se mantenga una cohesión con nuestra base social, y por que la transparencia se siga manteniendo. Nuestro modelo no va con muchos inversores porque la mayor parte de las veces gestionamos los beneficios sin repartir dividendos, o controlando muchísimo la revalorización de las acciones. 

Pero a ustedes les llega dinero y algo tendrán que hacer con él…

A quién y cómo prestar es una pregunta que nos hacemos cada minuto. ¿Qué nuevos sectores? ¿Qué nueva economía? Estamos en un momento de exceso de liquidez. Quien diga que no tiene dinero para prestar está diciendo que no tiene ganas de prestar. Dinero hay. La pregunta es: ¿cómo prestar bien? Nosotros prestamos a los sospechosos habituales, a la economía social, solidaria, a asociaciones, cooperativas, etc…

Pero aunque sean de la economía social tampoco podrán prestar fácilmente…

Curiosamente tenemos unos índices de morosidad que son significativamente inferiores a los de la banca tradicional. ¿Cómo se hace eso? Todo tiene una coherencia interna. Conocemos muy bien el mercado en el que estamos. Se capilariza a través de las propias organizaciones y personas que nos constituyen, que es el mercado en el que queremos estar. Fiare en concreto es una herramienta financiera que ha surgido y vive de la economía solidaria. Es un entorno en donde nos conocemos y estamos legitimados. Todo eso genera dinámicas que son las que debería generar cualquier proceso de intermediación financiera, en el que el solicitante de financiación, quién intermedia y el dinero del que proviene, está basado un circuito de generación de confianza, de crédito en el sentido literal de la palabra. Uno de los efectos que tiene esto es que disminuye muchísimo la morosidad. 

Hay exceso de liquidez, pero al mismo tiempo una buena parte de la economía social no tiene cómo financiarse… 

Sí. La razón puede ser doble: o porque no encuentra la entidad financiera que crea en ella y entienda bien el proyecto, o porque no es capaz, aceptado por ellos mismos, de presentar proyectos de crecimiento lo suficientemente sólidos. Hay sectores en que está ocurriendo eso. Las organizaciones no tienen la capacidad, porque la crisis ha golpeado en muchos lugares.

Hoy en España los alquileres han subido mucho. El acceso al crédito es muy complicado y no siempre es posible formar parte de una cooperativa de viviendas de cesión de uso, que es lo que ustedes exigen para dar un crédito a la vivienda. En esta búsqueda de a quién prestar, ¿han pensado en dar hipotecas personales?

En Italia, Fiare Banca Ética vende un montón de hipotecas. En España las vamos a comenzar a ofrecer en el conjunto del sector.

¿Por qué cuesta tanto dar hipotecas?

En nuestro caso, esto requiere una cierta dinámica. Hay gente en nuestra base social que opina que dar hipotecas a las personas es colaborar con un modelo de propiedad al que deberíamos oponernos. En cierta medida puede tener sentido. Hemos trabajado con nuestros grupos locales y organizaciones territoriales explicando lo que supondría empezar a vender préstamos hipotecarios a personas físicas. Dicho sea de paso, otra parte de nuestra propia base social nos lo lleva pidiendo desde hace un montón de tiempo. Hay gente que tiene hipotecas con entidades financieras con quienes no les gusta estar. El resultado es que vamos a vender créditos hipotecarios en seguida, cuando el sistema informático nos lo permita, y cuando podamos armar las condiciones de infraestructura suficientes. Pero no vamos a venderlos de cualquier manera. Precisamente la base social en esa reflexión nos dice que por ejemplo deberíamos —por la vía de los precios o alguna otra vía— promover aquella adquisición de vivienda que desde luego no sea vivienda especulativa, de lujo... Y que sería muy bueno promover también viviendas que trabajasen con un seguro ético, que se suministracen con energía renovable, etc., y todos los circuitos que permitan salvaguardar la economía solidaria a la que pertenecemos. Los créditos hipotecarios serán préstamos mucho más ventajosos o incluso serán los únicos aceptables.

Esto podría dar muchas oportunidades a la ESS, al generar más demanda...

Tiene un montón de posibilidades. Y ese es el modelo económico por el que apostamos. La consecución de esto no depende sólo de nosotros, sino de que haya otras realidades de ESS que estén alineadas con nosotros; de que se produzcan las condiciones normativas suficientes; y de que se trabaje un nicho cultural de personas que pongan en valor ese tipo de oferta. FEBEA está constituido por casi 30 entidades financieras, y estamos implantados en 15 países de Europa. Entre todas esas entidades se lleva desarrollando ese tipo de dinámica desde hace muchísimo tiempo, con resultados muy positivos. 

¿Cuáles son las trabas con las que se topa la banca ética en Europa?

Las trabas más importantes tienen que ver con el hecho de que el legislador no comprende la propia naturaleza de nuestras entidades. Nosotros somos por naturaleza pequeños, comparados con los grandes grupos transnacionales. Hay muchas normativas que, de una manera más o menos eficaz o bienintencionada, se van implementando para determinados desmanes de las entidades financieras. Un bello intento. Pero cuando se aplican con entidades como las nuestras generan una presión tremenda. 

¿Un ejemplo?

Las famosas normativas relacionadas con el capital suficiente para conceder financiación. Una entidad puede conceder crédito de determinado riesgo. Hay ciertos cálculos y ciertas fórmulas, en función del capital que tienes, de los fondos propios. Esto, que en principio tiene toda la lógica del mundo, requiere una estructura interna de control. Y supone el mismo coste para alguien con 200 trabajadores que para una entidad con 20.000. Es un problema de proporcionalidad. Pero además trata de proteger frente a algunas operativas que ciertas entidades como las nuestras no hacen nunca, con lo que se reconocería que los requisitos de capital podrían ser diferentes. Por ejemplo, no hacemos inversiones especulativas. Tampoco trabajamos con paraísos fiscales. Esto es una desventaja evidente en la cuenta de resultados y en el balance. Somos perdedores desde el punto de vista económico porque somos tan tontos que no utilizamos estrategias de elusión fiscal ni ingeniería financiera.

Eso debería prohibirse directamente...

Pero no existe. Hay un vacío legal. En nuestros pequeños éxitos hemos conseguido que se entienda que hay un fenómeno que se llama banca ética, que nos gustaría que tuviese reflejo y reconocimiento normativo, incluso fiscal, lo mismo que se reconoce la economía social o las empresas de inserción. Lo ha habido con las cajas de ahorros. Y en Italia ya ha ocurrido. La normativa bancaria oficial ha incorporado un artículo en donde reconocen las entidades de banca ética, las que tienen determinada característica, relacionadas con cómo nos gobernamos, con la horquilla de salarios, con el crédito, la transparencia y la participación. Se ha concretado económicamente en muy poca cosa, pero por lo menos existe el reconocimiento.

¿Cómo los ve la Unión Europea?

Se está avanzando. La UE recibe informes de organismos europeos, muchos de ellos consultivos, en los que se reconoce como valor la biodiversidad en el ecosistema financiero. En noviembre tenemos una sesión en el Parlamento Europeo en donde europarlamentarios presentarán la experiencia italiana para ver si otros países cogen la bandera y llevan a cabo cambios normativos similares. Hay avances. Hoy se ha promulgado por fin en Italia la ley que prohíbe el financiamiento de determinados circuitos de comercio de armas, algo en lo que  llevábamos insistiendo hace siete años.

En todo caso, hoy por hoy ser éticos tiene sus desventajas...

Vamos a contracorriente culturalmente desde todos los puntos de vista. Cuando dicen “vosotros no reunís el capital”, lo dicen como si fuésemos ineficaces. No tiene nada que ver. También está el asunto de la gobernanza. Hay muchas cooperativas que quedan en manos de la tecnoestructura y la socioestructura se gestiona en asambleas, en consejos. Nosotros nos rebelamos contra eso. En la normativa bancaria, al procurador lo que le interesa es apuntar a un responsable. Nosotros le decimos que no. Nuestra base social participa y para la normativa eso puede ser conflictivo.

¿Qué opina de estas nuevas formas de financiación vía crowdfunding?

No la descarto de antemano, pero hay que hacerla muy bien. Y, como siempre, el punto de partida tiene que ser el contar con circuitos de base social lo suficientemente sólidos. Es decir, Fiare Banca Ética funciona bien porque hay miles de personas —no clientes, sino personas— no que consumen banca ética, sino que construyen banca ética. Esa es la clave. Luego deberás tener gente que consume banca ética, y que te genera ese retorno. 

¿Qué relación puede tener la banca ética con la banca pública? 

Mucha. Estamos estudiando ese asunto. Y hay que marcar muy bien los términos. ¿De qué estamos hablando cuando hablamos de banca pública? ¿Es una entidad financiera en la que trabajan funcionarios públicos y hace lo que hacen todas las demás entidades? Porque las cajas de ahorros hasta ahora eran entidades sometidas a control público. El Instituto de Crédito Oficial es un instituto con dinero oficial... Cuando la banca pública funciona permite a las organizaciones capear mejor las crisis. En el momento en que se debilita alguno de los eslabones del circuito de intermediación financiera —ya sea vías suficientes para el ahorro, vías de financiación exentas de corrupción, nichos de crédito no bien entendidos—, la administración pública debe asumir y garantizar la financiación. Si estamos hablando de eso cuando hablamos de banca pública, es muy complementaria con la banca ética.

¿Ustedes trabajan en ello?

Fiare tiene acuerdos con muchas administraciones en las que la administración da instrumentos de garantía y Fiare genera dinámicas de microfinanciación para el desarrollo y emprendimiento local. Es evidente que la generación de unas condiciones para que se produzcan desarrollos económicos que merezcan la pena también es una responsabilidad pública. El crédito ya lo daremos los demás con dinero de la ciudadanía. El ahorro a nosotros nos viene espontáneamente. No tenemos que regalar bicicletas, ni calendarios, ni cuberterías. Nos llega. Tenemos que trabajar para conceder buen crédito donde queremos concederlo. 

En una empresa tradicional un inversor se arriesgaría, pero querría mandar. Al no contar con esta posibilidad, las cooperativas tienen más dificultades de crecer sin el riesgo que les comportaría una deuda. ¿Qué alternativas existen?

La clave para asegurar un cierto colchón financiero que te permita crecer es tener una base social fuerte que aguante de sobras la actividad económica y las exigencias, el balance y la cuenta de resultados. O que la actividad sea tan exitosa que los propios beneficios se puedan reinvertir y generar más crecimiento. Si no, el círculo es vicioso. Porque la siguiente alternativa es que vengan inversores externos, que querrán estar informados y decidir.

Lo cual es lógico si ponen dinero...

Pero a veces vienen de culturas que no son la tuya… Para eso sales al mercado y te cotizas. Hay otra posibilidad para crecer que es formar parte de grupos, la experiencia de Mondragón tiene que ver con eso… Nosotros dentro del grupo Banca Ética tenemos el banco, una fundación, una serie de cosas, y una revista. El pertenecer a un grupo es un elemento de cohesión interesante. Caminar solos es difícil en estos tiempos.

[Esta entrevista ha sido publicada en el número de noviembre de la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]

El nuevo presidente de la Federación Europea de las Bancas Éticas y Alternativas (FEBEA) es un pionero del sector. Pedro Manuel Sasia Santos lleva toda una vida dedicado a sacar adelante una banca que va a contracorriente de la lógica capitalista y de las normativas actuales. También presidente de Fiare Banca Ética en España y profesor en las universidades de Deusto y del País Vasco, Peru Sasia es doctor en Química Macromolecular por esta última.

En junio pasado, su larga experiencia en economía social fue reconocida al ser nombrado presidente de FEBEA, cuyas organizaciones miembro reúnen más 30.000 millones de euros en activos, 670.000 clientes, 3.300 empleados y 200.000 socios. La banca ética es más sana que ninguna otra. Sasia explica en esta entrevista los ejes que la caracterizan, su historia, sus éxitos, sus relaciones con la banca pública y sus retos de futuro.