Este blog corresponde a Alternativas Económicas, una publicación mensual que te explica la información económica desde un punto de vista social.
Un desarrollo local para la mayoría
La crisis económica se ha convertido en una crisis social, y la política económica local está fallando. La pobreza, la desigualdad, el acceso a la vivienda, los salarios bajos y el trabajo inseguro han arraigado en nuestras ciudades. Necesitamos un nuevo urbanismo radical que nos permita afrontar estos problemas y ofrecer mejores resultados sociales a gran escala.
La ironía es que en nuestras ciudades no falta riqueza. Mientras una minoría de personas y de zonas disfruta de enormes beneficios ligados al éxito económico, muchas otras, no. Basta pasear por el centro de cualquier localidad: cuando uno se aleja de los grandes almacenes y las tiendas locales, los restaurantes bulliciosos, los gloriosos espacios públicos, las nuevas zonas residenciales urbanas y los pequeños comercios del final de la calle, se pasa a otra historia. No siempre se puede ver la pobreza y la desesperación, porque muchas áreas han sido objeto de una regeneración física, externa, pero se observan señales. Hablar con la gente o con las organizaciones no gubernamentales hace evidentes de inmediato las dificultades de sobrevivir a las dificultades diarias con bajos sueldos, desempleo juvenil y costes crecientes de la vivienda. El futuro debe pasar por que la riqueza ya existente y la nueva riqueza funcionen mejor para la gente.
Un desarrollo económico local progresista ofrecería buenos empleos, mejores pagas, más riqueza y mejor sanidad, vidas realizadas y esperanza. Los ciudadanos tendrían incentivos para crear sus propios empleos. La riqueza fluiría, en lugar de quedarse pegada a los más ricos, dejando sólo migajas entre quienes disponen de menos recursos. Para conseguirlo, necesitamos una política económica local más activa, que se preocupe más por los ciudados sociales, que sea innovadora y que experimente a la hora de enfrentarse a la pobreza y a la desigualdad.
Las cosas están cambiando. En todo el mundo está expandiéndose un movimiento hacia una economía mejor. Llevadas por la falta de justicia social, muchas organizaciones, muchos ciudadanos y movimientos sociales están construyendo una alternativa. Nuestra tarea consiste hoy en hacer crecer, en acelerar y en dar una mayor escala a este movimiento.
Roberto Unger, el filósofo, político y destacado pensador, escribe sobre la reinvención del desarrollo económico y el potencial de la innovación social. La innovación social tiene que ver con las personas, con las comunidades y los ciudadanos que se organizan para resolver necesidades no cubiertas como la pobreza, y para crear una democracia y una economía que funcione para una mayoría, no para unos pocos.
Al buscar avanzar en la innovación social, Unger destaca la necesidad de una “agencia de mejora” que cubra los sectores comerciales, sociales y públicos, que dé señales de un movimiento progresista radical donde iniciativas innovadoras a pequeña escala puedan ser avanzadilla de un giro en la práctica socioeconómica a mayor escala. Los ciudadanos dirigimos el cambio, como ciudadanos, como trabajadores, como propietarios de negocios, como funcionarios públicos, acelerando procesos dentro de las instituciones públicas, sociales y comerciales.
En todas las ciudades empezamos a ver innovaciones y alternativas a pequeña escala. Puede ser un movimiento pequeño, pero está creciendo, y tiene trazos ciertos.
Gobernanza descentralizada
El desarrollo económico local descansa sobre la gobernanza de arriba hacia abajo. El futuro, en cambio, tiene más que ver con la descentralización, donde las decisiones se toman más cerca de la gente y las necesidades de los más pobres. Este desarrollo económico local se diseñará para y por la gente, no se dirigirá desde las élites de los grandes negocios ni el big government. En esto, necesitamos nuevos experimentos en la democracia participativa, con debates ciudadanos y más soluciones producidas en comunidad.
Usar mejor los activos públicos
El desarrollo económico local tradicional considera a menudo nuestros servicios públicos como un coste. Necesitamos instituciones públicas locales más amplias que piensen cuál es su papel económico local directo. Instituciones como hospitales y universidades tienen un enorme poder de gasto. Deberíamos dirigir su poder de gasto a comprar productos y servicios de negocios progresistas desde un punto de vista local y social. Deberían buscar emplear gente de áreas más pobres y tendrían que asegurarse de que sus activos de tierra y de propiedad beneficien a la gente y a la economía local. Deberían actuar como faros de actividad económica y social progresista y asistir a aquellos más distantes del mercado laboral.
Negocios como ciudadanos
El desarrollo local tradicional considera los negocios únicamente como una manera de generar riqueza. Sin embargo, muchos negocios desempeñan un papel social, más allá de proveer empleos y riqueza. Ello incluye pequeños negocios locales que dan apoyo a entidades cívicas como patrocinar un equipo de fútbol local para niños. Este papel debería celebrarse y desarrollarse. Esto se refiere a hacer crecer la responsabilidad social corporativa (RSC), moviéndose hacia un cambio de comportamiento bien enraizado, donde lo social no se contemple como un mero aderezo, sino acerca de actitudes empresariales de cuidados profundos de la sociedad. Eso es extensivo al apoyo a los emprendedores sociales y a los intraemprendedores.
Ciudadanos y capital social
El desarrollo económico local ve a los ciudadanos y a las comunidades sólo como recipientes de riqueza. Sin embargo, deberían ser considerados mucho más como jugadores activos en la creación de riqueza, con capital social ligado a la prosperidad económica. Los vínculos entre gente, grupos y organizaciones locales crean confianza y permiten transferir conocimiento. Además, la felicidad, la salud y la prosperidad crecen cuando las comunidades y las organizaciones colaboran para apoyar y celebrarse mutuamente, cuando forman relaciones y trabajan unidas en objetivos compartidos.
Madurez digital
El desarrollo económico tradicional ve la era digital como un nuevo sector. Sin embargo, debería considerarse como un medio de democratizar la economía. Las tecnologías inteligentes conllevan una nueva economía colaborativa de fuente abierta, donde actividades entre pares toman la producción de riqueza económica y se la llevan en beneficio de una minoría dentro de una jerarquía vertical, hacia muchos con sistemas horizontales, creando una relación profunda entre productores y consumidores, creando mayor sensibilidad por las preocupaciones sociales y las necesidades sociales no cubiertas.
Protección en el empleo
El desarrollo económico local tradicional demasiado a menudo entiende la fuerza laboral como un coste, que puede ser sacrificado en aras de la competitividad. No obstante, un mercado laboral es algo que precisa ser alimentado. Necesitamos acelerar canteras de empleo de base local, con protección sobre las condiciones y los términos de contratos laborales.
El crecimiento social es tan importante como el crecimiento económico. El desarrollo económico tradicional tiende a ver la inversión en lo social como un coste. Sin embargo, invertir en el bienestar social de la gente es una inversión económica en la futura productividad de la gente, de las comunidades y del territorio. La sociedad civil, la acción social y la democracia son la base de una sociedad productiva e inclusiva desde un punto de vista económico.
Moviéndonos hacia delante
Las autoridades locales y las ciudades deben repensar el sistema, desarrollar un relato medioambiental, económico y social y buscar en serio cómo acelerar las cosas buenas que ya están ocurriendo. Debemos dirigir mejor la riqueza existente y trabajar hacia una nueva ola de innovación urbana radical que desarrolle nueva riqueza.
Mi propia organización, CLES, dedicada a edificar una buena sociedad local, construir riqueza para la comunidad, instituciones ancla y una buena economía local, muestra lo que se puede hacer. Por encima de todo, el futuro será menos inversión global y más inversión local. No sólo incentivar los negocios grandes, mirar hacia nuevas cooperativas de la comunidad con propiedad de la comunidad. No será un liderazgo de arriba abajo. Pasará por la colaboración. No será sólo crecimiento, sino bienestar. Irá sobre centrarse más en lo que tenemos, no sólo en lo que debemos atraer. Por encima de todo, irá sobre reconectar la actividad económica con el progreso social y con la liberación de la energía ciudadana.
Las soluciones están ahí. Lo que se necesita es acelerarlas como un reconocimiento de que un nuevo urbanismo no sólo puede vincular economías municipales locales a la economía local. Debe relacionar economías locales con las necesidades de los ciudadanos más pobres.
El próximo paso para una estrategia económica local es articular y perseguir el objetivo de una economía y una sociedad que sean exitosos, resilientes y socialmente justas. Debemos construir sobre energía creativa y actividad enraizada en el territorio, dirigiendo y acelerando la abundancia de alternativas progresistas dentro de nuestras ciudades. Repensar el sistema económico para que sea más justo desde un punto de vista social y medioambiental. Ya no es cuestión de que sea una alternativa bonita o un complemento al mainstream. Debería ser el mainstream, la corriente principal.
*Neil McInroy es director ejecutivo del think tank independiente Centre for Local Economic Strategies (CLES) de Manchester.
[Este artículo ha sido publicado en el número de febrero de la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]
La crisis económica se ha convertido en una crisis social, y la política económica local está fallando. La pobreza, la desigualdad, el acceso a la vivienda, los salarios bajos y el trabajo inseguro han arraigado en nuestras ciudades. Necesitamos un nuevo urbanismo radical que nos permita afrontar estos problemas y ofrecer mejores resultados sociales a gran escala.
La ironía es que en nuestras ciudades no falta riqueza. Mientras una minoría de personas y de zonas disfruta de enormes beneficios ligados al éxito económico, muchas otras, no. Basta pasear por el centro de cualquier localidad: cuando uno se aleja de los grandes almacenes y las tiendas locales, los restaurantes bulliciosos, los gloriosos espacios públicos, las nuevas zonas residenciales urbanas y los pequeños comercios del final de la calle, se pasa a otra historia. No siempre se puede ver la pobreza y la desesperación, porque muchas áreas han sido objeto de una regeneración física, externa, pero se observan señales. Hablar con la gente o con las organizaciones no gubernamentales hace evidentes de inmediato las dificultades de sobrevivir a las dificultades diarias con bajos sueldos, desempleo juvenil y costes crecientes de la vivienda. El futuro debe pasar por que la riqueza ya existente y la nueva riqueza funcionen mejor para la gente.