Este blog corresponde a Alternativas Económicas, una publicación mensual que te explica la información económica desde un punto de vista social.
Sobre la economía de la economía solidaria
El motor de arranque de las organizaciones representativas de la economía social y solidaria es y debe ser el esfuerzo colectivo y articulado de quienes las integramos. Pero para ello, debemos reflexionar sobre los recursos necesarios para la continuidad de los proyectos ya que, sin establecer bases materiales, el agotamiento, la dispersión y la desmotivación pueden derivar en la desmovilización del impulso militante. La última asamblea de REAS RdR dedicó una sesión a debatir sobre ello y podemos compartir algunas de las líneas del debate.
Las necesidades financieras vienen determinadas en gran medida por la propia evolución de la organización. En su estadio inicial, las organizaciones priorizan la construcción del relato, la participación y la visibilización para crear su espacio social y político. A medida que se consolidan, necesitan desarrollar líneas de acción o de incidencia sociopolítica, así como consolidar un funcionamiento regular y sostener la propia estructura.
La estructura de recursos financieros va adquiriendo complejidad a medida que la organización va madurando. En términos generales, parece que en organizaciones jóvenes la financiación depende de recursos propios y que estos se diversifican en la medida que se consolida el proyecto incorporando la aportación de diferentes instituciones públicas y nuevas fuentes.
Establecido este diagnóstico muy preliminar, aparecen algunas primeras consideraciones que cabe abordar:
- En términos relativos, la activación de recursos propios es inversamente proporcional al grado de maduración del proyecto. Y, en términos absolutos, las aportaciones de la base social son claramente insuficientes por sí solas, lo que supone una limitación de autonomía económica y capacidad política.
- El desarrollo de servicios o proyectos no se plantea en términos de creación de valor monetizable. Sin embargo, las redes generamos un conjunto de prácticas y conocimientos que se parecen mucho a los activos de un balance de empresa: tienen un coste de inversión y, de un modo u otro, pueden generar flujos dinerarios.
- Deberíamos promover una relación directa entre los recursos y su aplicación en las prácticas, de modo que el funcionamiento de las estructuras se financie desde recursos estructurales y las acciones finalistas puedan financiarse desde recursos esporádicos.
La economía solidaria es un movimiento social articulado, y como tal debe asumir el doble reto de prevenir escenarios de cambio y ser, al mismo tiempo, agente de dichos cambios. Es esencial una buena gestión de la dimensión financiera, para lo que apuntamos algunas posibles líneas de acción.
Línea 1. Consolidación de la dimensión económica y financiera
Un primer reto es la (re)generación de condiciones materiales de crecimiento que acompañen a la construcción de los proyectos en el medio y largo plazo. Algunas ideas para ello serían las siguientes:
- Consolidar la base social con relación a la financiación estructural (cuotas, servicios internos, patrocinios). Si queremos movimientos capaces de ser motor de cambio tenemos que asumir que necesitamos ampliar base social.
- Incorporar la prestación o la gestión de servicios de modo que el valor creado por la acción sociopolítica pueda generar también excedentes que operen como recurso estructural.
- Fomentar mercados sociales como circuitos económicos generadores de flujo financiero que den autonomía a las redes, incluyendo el establecimiento de relaciones con parte del comercio local con el que compartimos diagnósticos y necesidades.
Línea 2. Un dilema eterno: recursos público-institucionales frente a independencia política
La ESS busca impulsar la acción social y política, para lo que no puede depender de los ciclos de la política institucional. Esto nos lleva al eterno dilema entre la independencia de nuestra propuesta sociopolítica y el uso de recursos procedentes de la Administración público-institucional.
Debemos ser conscientes de cómo y por qué utilizamos recursos públicos para poder así modular la relación con las Administraciones:
- Respecto a la lógica de ayuda, parece necesario evitar que la aportación financiera condicione la acción social y política. Aun con la mejor de las voluntades, la aportación de recursos de la Administración nos sitúa en riesgo de desarrollar gestión económica subsidiada. Solventando la necesidad de corto plazo, se inhibe la capacidad de generación de recursos en el medio y largo plazo.
- En cambio, la colaboración en el desarrollo de proyectos o la prestación de servicios pueden determinar una relación “virtuosa” de cocreación de políticas públicas y de gestión público-comunitaria que ya se está ensayando en varios municipios y que no solo genera excedentes a corto plazo, sino que también define un modelo económico basado en la creación de valor.
Línea 3. ¿Y si vendemos algo? La gestión de proyectos y servicios
Pero, además de movimiento social, la ESS, es un modelo económico y puede imaginar la oferta de servicios como estrategia de acción, de consolidación y financiación.
Una línea estratégica de desarrollo de servicios, tanto internos como externos, estará sujeta a un conjunto de condicionantes y compromisos de largo plazo que sitúan a la organización en un estado que podemos definir como protoempresarial:
- Para una gestión continuada de servicios, es necesario disponer de una estructura técnica de gestión y desarrollo de proyectos, de comercialización, de gestión financiera, etc. La auditoría social o las ferias pueden ser productos con un alto nivel de autofinaciación si se plantean con esta óptica.
- Desde el punto de vista sectorial, la ESS está tercerizada, por lo que el desarrollo de una oferta de servicios propia debería ser compatible con la actividad de las organizaciones que conforman la base social. Se deberían limitar los riesgos de concurrencia, explorar la cogestión con las entidades de base y promover su capacidad de gestión para asumir nuevos retos.
En este punto, es clave el papel de la ES articulada para disponer dinámicas de intercambio y apoyo para la reproducción de proyectos a partir de un repositorio de prácticas e ideas, el uso compartido de recursos y conocimientos de gestión o financiación, la optimización de recursos y generación de sinergia, mancomunar garantías para proyectos de financiación.
En definitiva, se trata de incorporar la reflexión estratégica respecto a la dimensión económica y financiera de las redes al servicio del proyecto de transformación: no podemos construir una economía solidaria prescindiendo de la dimensión económica del propio proyecto colectivo.
[Este artículo ha sido publicado en el número 68 de la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]
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