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La fuerza simbólica del tejido andino

Andreu Navarro

La directora catalana Clara Calvet y el productor argentino Sebastián Riveaud, ambos también guionistas, viajaron por varias comunidades andinas de Bolivia para rodar, con un presupuesto menos que mínimo, el documental Tejiendo relatos. En él, a través de las explicaciones de mujeres tejedoras –y también de algunos hombres, aunque pocos–, de tres personas antropólogas y de un agrónomo, el espectador va conociendo el significado y la auténtica función del tejido en aquellas comunidades.

Los tejidos son un documento que expone su vida y su cultura. En sus dibujos, representan la vida cotidiana de la localidad: los productos que sus habitantes recogen en el campo, los alimentos que cocinan, la religión, los bailes populares… Los sistemas de tejido son muy primitivos, artesanales por completo. El aprendizaje de las tejedoras ha sido autodidacta, viendo tejer a sus madres y sus abuelas. De este modo, han conservado un conocimiento ancestral que se está perdiendo porque a la mayoría de las jóvenes ya no les interesa.

Estas mujeres alternan el trabajo cotidiano con la actividad textil. Su jornada empieza a las cinco de la madrugada. A primera hora efectúan las labores domésticas y luego cuidan del ganado y lo llevan a pastar. Dedican a tejer unas dos o tres horas diarias durante la semana, y alguna más los sábados porque entonces son los hijos quienes llevan el ganado al pastoreo.

La antropóloga Denise Y. Arnold, del Instituto de Lengua y Cultura Aymara (ILCA), explica que llevan telares móviles en la espalda cuando acompañan el ganado al campo, para así ir tejiendo en cualquier momento y lugar mientras los animales comen.

La película, rodada con una sola cámara y en castellano, quechua y aymara, combina la sencillez narrativa con un alto valor estético. Abre al espectador un mundo que en general es poco conocido.

Así, se nos informa del simbolismo del tejido andino. Éste trasciende la belleza, ya que al tejerlo se debe convertir su fuerza en algo propio; se le considera un ser vivo al que hay que domar. Esto suponía el control del enemigo y equilibraba la actividad masculina –destructiva–, en la guerra, y la femenina –constructiva–, en el hogar. Por el mismo hecho de estar vivo, no puede ser cortado, y las mujeres embarazadas se niegan a tejer debido a su creencia de que los hilos se enredarán con el cordón umbilical del ser que llevan en su seno.

La superstición es también activa entre las tejedoras: al perro se le considera vago, y si uno de estos animales camina sobre un telar se piensa que aquel será un tejido lento de elaborar, mientras que si, por ejemplo, pasa sobre él una gallina –animal muy activo picoteando en el corral–, la elaboración será rápida. Una mujer explica de modo natural cómo su abuela se relacionó con un cóndor.

En otro tiempo, las muchachas tejían su propia ropa y se autoestimulaban para conseguir que ésta fuera lo más atractiva posible para lucirla en las fiestas tradicionales y que superara en belleza a los vestidos de las otras chicas. Ahora ya no es así, la gente prefiere las fibras industriales porque creen que el uso de las tradicionales las menosprecia.

Tejiendo relatos obtuvo en abril el premio IAMS en Espiello, el Festival Internacional de Documental Etnográfico de la comarca oscense de Sobrarbe. A principios de mayo, el documental fue exhibido en la Sección Oficial de Largometraje Nacional en Ecozine. International Film Festival, que se llevó a cabo en Zaragoza.

[Este artículo ha sido publicado en la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]

La directora catalana Clara Calvet y el productor argentino Sebastián Riveaud, ambos también guionistas, viajaron por varias comunidades andinas de Bolivia para rodar, con un presupuesto menos que mínimo, el documental Tejiendo relatos. En él, a través de las explicaciones de mujeres tejedoras –y también de algunos hombres, aunque pocos–, de tres personas antropólogas y de un agrónomo, el espectador va conociendo el significado y la auténtica función del tejido en aquellas comunidades.

Los tejidos son un documento que expone su vida y su cultura. En sus dibujos, representan la vida cotidiana de la localidad: los productos que sus habitantes recogen en el campo, los alimentos que cocinan, la religión, los bailes populares… Los sistemas de tejido son muy primitivos, artesanales por completo. El aprendizaje de las tejedoras ha sido autodidacta, viendo tejer a sus madres y sus abuelas. De este modo, han conservado un conocimiento ancestral que se está perdiendo porque a la mayoría de las jóvenes ya no les interesa.