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Con la mujer, una ciudad mejor

Lola Cusachs

En las nuevas viviendas modernas las cocinas ya no son un lugar que da al patio interior, replegado y alejado de la vida social. En las casas que se jactan de modernidad las cocinas son el centro neurálgico. El lugar más bonito, abierto, donde se tiene acceso a todo el espacio social y da gusto sentarse a conversar, y compartir momentos y reuniones. No es casual. Ha habido un cambio enorme en el papel que ejerce la mujer en la vida familiar (aunque todavía falte mucho y las antiguas casas sigan teniendo la cocina apartada). En las facultades de arquitectura hay hoy más mujeres que hombres. Esta participación, sumada a una creciente, aunque lenta, participación de los hombres en la cocina, han hecho de las casas lugares mejores y más inclusivos para ambos sexos.

Con el urbanismo pasa algo similar. El trabajo de las mujeres urbanistas ha dado un vuelco a las ciudades. El urbanismo con perspectiva de género ha ido ganando terreno hasta formar una parte imprescindible de los planes en los nuevos barrios o los cambios urbanísticos. Los presupuestos participativos y las consultas con la ciudadanía son ya una práctica común de las concejalías de ayuntamientos de todos los colores políticos. Las mujeres, las que más usan las calles porque caminan y utilizan el transporte público más que los hombres, son una fuente imprescindible si se quieren hacer planes urbanísticos de utilidad.

Por ello, el Ayuntamiento de Barcelona, entre otros, está llevando a cabo programas diseñados con perspectiva de género. En el caso de la ciudad condal, se está poniendo en marcha el Plan de Justicia de Género de Barrios Habitables e Inclusivos, en el que se ha hecho una auditoría de igualdad de género. Allí se ha visto que, por ejemplo, las mujeres utilizan en más de un 75% los establecimientos del barrio. Y que ellas suelen ir más cargadas y/o con carros o cochecitos. Están previstas en la ciudad marchas exploratorias donde se espera involucrar a las mujeres que no participan en movimientos asociativos. En estas marchas se verán necesidades como posibles cambios en los recorridos de los autobuses o la revisión del mobiliario urbano como bancos, papeleras y demás. El Plan de Barcelona incluye mucho más, como la formación del personal técnico en perspectiva de género y la revisión de la seguridad ciudadana.

Los urbanistas de antes (casi todos hombres) pensaban las ciudades subidos a sus coches, y sus proyectos no reflejaban más que sus propias necesidades (espacio para aparcar, calles más anchas y aceras más pequeñas... etc). Pero la participación ciudadana ha permitido ver mucho más allá.

Planes similares a los de Barcelona, con participación vecinal, con perspectiva de género, se hicieron o están haciendo en barrios de Granollers, L’Hospitalet de Llobregat, Murcia capital, Madrid, Vigo, Bilbao y en muchas otras ciudades.

Existen cada vez más herramientas y trabajos al respecto; cientos de guías, debates en Internet como el Foro Género Urban, donde participan más de 600 urbanistas de todo el mundo; o la Cumbre Iberoamericana de Agendas Locales y de Género, donde se debate cómo mejorar las ciudades, con espacios seguros, accesibles, compatibles con la vida laboral, cercanos, y ambientalmente saludables. También se trabajan asuntos como la relación del urbanismo con la política y se explican experiencias de éxito en todo el mundo hispanohablante.

La perspectiva de género es básica para las ciudades, en todas partes, pero especialmente en los sitios más pobres del planeta, donde la forma de las calles y las conexiones son una herramienta esencial para luchar contra la pobreza (que es especialmente femenina).

ONU Mujeres calcula que para 2030 el espacio de las ciudades aumente hasta el 60% de la población mundial (ahora es del 54%), y que la perspectiva femenina es crucial para conseguir ciudades más sostenibles.

Este artículo ha sido escrito con ayuda económica del Ayuntamiento de Barcelona y publicado en el número 54 de Alternativas Económicas. La redacción de la revista lo ha elaborado de acuerdo con sus propios criterios periodísticos. Todos los artículos de la serie Economía feminista son responsabilidad exclusiva de Alternativas Económicas.

En las nuevas viviendas modernas las cocinas ya no son un lugar que da al patio interior, replegado y alejado de la vida social. En las casas que se jactan de modernidad las cocinas son el centro neurálgico. El lugar más bonito, abierto, donde se tiene acceso a todo el espacio social y da gusto sentarse a conversar, y compartir momentos y reuniones. No es casual. Ha habido un cambio enorme en el papel que ejerce la mujer en la vida familiar (aunque todavía falte mucho y las antiguas casas sigan teniendo la cocina apartada). En las facultades de arquitectura hay hoy más mujeres que hombres. Esta participación, sumada a una creciente, aunque lenta, participación de los hombres en la cocina, han hecho de las casas lugares mejores y más inclusivos para ambos sexos.

Con el urbanismo pasa algo similar. El trabajo de las mujeres urbanistas ha dado un vuelco a las ciudades. El urbanismo con perspectiva de género ha ido ganando terreno hasta formar una parte imprescindible de los planes en los nuevos barrios o los cambios urbanísticos. Los presupuestos participativos y las consultas con la ciudadanía son ya una práctica común de las concejalías de ayuntamientos de todos los colores políticos. Las mujeres, las que más usan las calles porque caminan y utilizan el transporte público más que los hombres, son una fuente imprescindible si se quieren hacer planes urbanísticos de utilidad.