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El turismo islámico se pasea por la Gran Vía

El turismo en Madrid no atraviesa su mejor momento. A pesar de sus muchos atractivos, la capital no logra incrementar el número de visitantes extranjeros -y los consiguientes ingresos- al mismo ritmo que lo hacen otros destinos urbanos, sobre todo Barcelona. Llama la atención, sin embargo, el auge de los turistas procedentes de países árabes, en especial los del Golfo Pérsico. Se trata de un grupo de alto poder adquisitivo, enorme potencial de crecimiento y unas demandas muy especiales derivadas de la religión islámica.

Cualquiera que se atreva a pasear estos días bajo el sol castigador de la Gran Vía madrileña puede comprobarlo. Familias, parejas y grupos de amigos de lengua árabe suben y bajan por la calle principal de la ciudad mirando escaparates y comprando en las tiendas. Nunca se habían visto por el centro de Madrid tantas mujeres vestidas con el pañuelo tradicional o con la cara tapada casi por completo por el velo islámico, o nicab.

¿A qué se debe el fenómeno? El fútbol, sin duda, es un imán para los turistas árabes, que durante la temporada siguen con entusiasmo la liga española en canales de televisión como Al Jazeera Sport, cuya cobertura de los grandes partidos supera con creces los de los propios medios españoles. La mayoría de los que visitan la capital no dejan de ir al estadio Santiago Bernabéu, al museo del Real Madrid y, como no, a la tienda oficial para comprar sus camisetas de Cristiano Ronaldo, James o Sergio Ramos. Alfonso Gutiérrez, botones del hotel Emperador, en la esquina de la Gran Vía con la calle San Bernardo, confirma la tendencia. “Vienen muchos de los Emiratos Árabes y de Arabia Saudí por el fútbol, sobre todo cuando hay partidos de liga del Madrid”, explica mientras carga maletas en un taxi.

Los expertos apuntan más razones. Si el turista islámico solía viajar casi exclusivamente a países de mayoría musulmana (Egipto, Líbano, Turquía, Malaisia o Indonesia son los más populares), en los últimos años ha comenzado a visitar nuevos destinos, principalmente europeos. Las compras, la historia compartida y la animada vida callejera son otros de los atractivos para los árabes que visita Madrid, muchos de ellos pertenecientes a la pujante clase media de los ricos países petroleros.

A Ohoud, una mujer procedente de Yedda (Arabia Saudí), dice que lo que más le gusta de Madrid es su historia, su arquitectura y sus museos. Acaba de estar en Marbella, destino español favorito de sus compatriotas, y pronto viajará a Barcelona. “Marbella es la favorita de los saudíes”, afirma. “Muchos tienen casa allí”. Ohoud no viste pañuelo ni velo y se pasea por la Gran Vía con el pelo suelto y en pantalones vaqueros, una indumentaria que no podría lucir por la calle en su país.

Los árabes son, sin duda, los turistas más rentables para los países receptores. Gastan más que rusos, estadounidenses o alemanes, suelen viajar en grupos familiares numerosos y se quedan más tiempo en los destinos que los demás. María Maya, dependienta de la tienda de cosméticos Flormar, cuenta que las mujeres árabes son, de largo, las clientas que más dinero se dejan. “Compran muchísimo y se gastan un montón. Les encanta el maquillaje con mucho brillo”. Son excelentes noticias para el comercio minorista, uno de los sectores más castigados por la crisis.

Malik Attia, un joven estudiante tunecino, lo tiene claro. Lo que más le gusta de Madrid son las compras, principalmente de ropa y accesorios. Eso y la animación de sus calles. “Esta es una ciudad muy viva, abierta las 24 horas”, dice.

El turismo islámico es, junto al chino, el que más va a crecer en los próximos años. Cerca de 80.000 turistas procedentes de los países del Golfo Pérsico visitaron España en 2012. Según el Instituto de Estudios Turísticos, 26.000 de ellos llegaron de Emiratos Árabes, 22.000 de Arabia Saudí, 20.000 de Catar y 13.000 de Kuwait. La cifra es pequeña si se compara con los millones de británicos, franceses o alemanes que vienen a disfrutar del sol y la playa, pero se los expertos vaticinan que aumentará significativamente este año y los próximos. Después de la Costa del Sol y otros destinos andaluces, Madrid y Barcelona son sus ciudades favoritas.

Algo que diferencia al turista islámico de los demás. Los musulmanes son, por lo general, muy exigentes en todo lo relativo a la religión: nada de alcohol y nada de carne de cerdo o de otros animales sacrificados sin seguir la norma islamica. Por este motivo, muchos no entran en restaurantes, bares o cafeterías donde se sirven bebidas alcohólicas y prefieren los establecimientos de grandes cadenas estadounidenses, como Starbucks o Dunkin' Coffee, donde pueden consumir con tranquilidad.

Las llamadas vacaciones islámicas o halal (admisible, en árabe), aquellas que pueden disfrutarse cumliendo los preceptos islámicos, es la modalidad favorita de los turistas musulmanes, especialmente de aquellos procedentes del Golfo Pérsico. Para satisfacer esta demanda, los hoteles que aspiren al certificado halal deben tener oratorios separados para hombres y mujeres, restaurantes sin alcohol, comida procesada acorde a las normas y ejemplares del Corán en las habitaciones. En España únicamente existe un establecimiento de estas características, el hotel Alanda de Marbella, inaugurado la primavera pasada en la llamada milla de oro de la ciudad y gestionado por una empresa saudí.

Un obstáculo importante para los que desean visitar España es la exigencia de visado a los turistas procedentes del Golfo, común a todos los países del grupo de Shengen. Entre otros requisitos, se les exige el saldo bancario de los últimos tres meses, una invitación y un billete de ida y vuelta. Unos trámites engorrosos, consecuencia de los atentados del 11 de septiembre, que pueden durar hasta tres semanas y desaniman a muchos a la hora de hacer las maletas.

A los procedentes de Oriente Próximo y el norte de África han comenzado a sumarse en los últimos años musulmanes residentes en otros países europeos como Francia, Reino Unido o Alemania. La industria española, necesitada de aumentar el número de visitantes de alto poder adquisitivo y de reducir la dependencia del turismo del sol y playa, debe tomar medidas para satisfacer esta demanda creciente. ¿Cuáles? Con el propósito de conocer los gustos de estos nuevos turistas, Granada acogerá del 23 al 25 de septiembre el primer congreso europeo de turismo islámico. A la sombra de la Alhambra seguro que surgen buenas ideas.

[Este artículo pertenece a la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]

El turismo en Madrid no atraviesa su mejor momento. A pesar de sus muchos atractivos, la capital no logra incrementar el número de visitantes extranjeros -y los consiguientes ingresos- al mismo ritmo que lo hacen otros destinos urbanos, sobre todo Barcelona. Llama la atención, sin embargo, el auge de los turistas procedentes de países árabes, en especial los del Golfo Pérsico. Se trata de un grupo de alto poder adquisitivo, enorme potencial de crecimiento y unas demandas muy especiales derivadas de la religión islámica.

Cualquiera que se atreva a pasear estos días bajo el sol castigador de la Gran Vía madrileña puede comprobarlo. Familias, parejas y grupos de amigos de lengua árabe suben y bajan por la calle principal de la ciudad mirando escaparates y comprando en las tiendas. Nunca se habían visto por el centro de Madrid tantas mujeres vestidas con el pañuelo tradicional o con la cara tapada casi por completo por el velo islámico, o nicab.