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El Archivo César y las fotos del infierno en Siria
Miles de documentos demuestran, de manera más sólida que incluso en casos como los que llevaron a la cárcel a los criminales en Ruanda o Sierra Leona, las atrocidades cometidas, pero ¿es posible obtener algún tipo de justicia en Siria?
Yolanda Vega
Amnistía Internacional España —
De Siria (personas desaparecidas, torturas, crímenes de lesa humanidad), de las fotografías de “César”, del caso sirio en la Audiencia Nacional, de justicia universal.... De todo esto se habló ayer en el acto organizado por la Fundación Abogacía Española, el despacho Guernica 37 y Amnistía Internacional. Pero al final, una pregunta queda siempre en el aire: ¿hay alguna manera de que las víctimas obtengan justicia?
Stephen Rapp
, ex embajador itinerante de Estados Unidos contra los crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, alguien que tuvo el privilegio de formar parte de los tribunales especiales que consiguieron arrancar algo de justicia para las víctimas de los conflictos de Ruanda y de Sierra Leona, no dudó en afirmarlo: en Siria se han cometido los peores crímenes del siglo XXI. Y, según los expertos, en más del 90% la responsabilidad es del régimen de Bashar al-Assad. No es una acusación fortuita e infundada; lo demuestran cientos de miles de documentos en los que, en su afán burocrático, el gobierno lo registraba todo, hasta lo peor, y que después quedaron abandonados. Las pruebas, dice Rapp, son más sólidas que las que llevaron a la cárcel a los criminales de Ruanda o de Sierra Leona.
Archivo César
Entre esas pruebas destaca un conjunto de fotos conocido como el “archivo César”. César (nombre ficticio por razones de seguridad) trabajaba como fotógrafo forense de la Policía Militar siria. A partir de 2011 le empezaron a llegar decenas, hasta un centenar de cadáveres al día, con señales de tortura, amputaciones, heridas de sustancias químicas, personas muertas de hambre... Todo muertos en los centros de detención gubernamentales. Sobre todo eran hombres, pero también había mujeres, menores y ancianos.
En un momento dado empezó a darse cuenta de que conocía a algunas de esas personas. No eran rebeldes ni miembros de grupos armados. Quizás, en algunos casos, habían sido críticas con el gobierno o manifestantes, pero a veces ni siquiera eso.
Aunque quiso dimitir no se lo permitieron. Así que continuó durante dos años cumpliendo escrupulosamente con su labor de hacer fotos a los cadáveres y ponerles un número de identificación. Lo que no se ajustaba a sus funciones es lo que hacía por la noche. Al llegar a casa descargaba en su ordenador las fotos de la jornada. En julio de 2014 desertó y huyó del país llevándose más de 50.000 imágenes. Son duras, pero necesarias para entender de qué crímenes estamos hablando. Stephen Rapp las llama “fotos del infierno”.
Verificadas por expertos, en ellas se reconoce a 6.700 personas. Hasta ahora 760 familias han podido identificar a sus seres queridos. Cincuenta y una familias decidieron colaborar con la justicia en diferentes países. Una de ellas es Muna.
La historia de “Muna” y Abdul
Nacida en Siria, Muna (nombre ficticio) vive en España desde hace más de 20 años y tiene nacionalidad española. Mantenía el contacto con su familia a distancia, incluido con su hermano pequeño Abdul, que trabajaba repartiendo frutos secos. En marzo de 2013 dejaron de tener noticias de él. Así durante dos años hasta el día en que lo pudo identificar entre las fotos del archivo César. Según esa imagen, Abdul murió en julio de 2013 en una cárcel siria. ¿Por qué lo detuvieron? No tienen respuesta.
Arriesgándolo todo, es decir, siendo muy consciente de los peligros que el resto de sus familiares podían correr en Siria, Muna tomó la valiente decisión de presentar una querella en la Audiencia Nacional. Tras ser admitida a trámite, la fiscalía presentó un recurso y el juez ordenó archivar el caso. Pero hay un nuevo recurso en marcha que todavía no ha sido resuelto.
Entonces, ¿es posible la justicia?
A pesar de las pruebas irrefutables, no hay a día de hoy ninguna perspectiva de que se vaya a crear un tribunal internacional para Siria, ni tampoco de que la situación se pueda remitir a la Corte Penal Internacional porque Rusia y China, como miembros permanentes del Consejo de Seguridad, lo vetan.
El último recurso contra la impunidad en Siria es que las jurisdicciones nacionales enjuicien a los responsables de los crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad en ejercicio de la jurisdicción universal o de otras vías legales existentes (como en España). Hasta la fecha se han interpuesto acciones legales en Francia, España, Suecia y Alemania.
Así que la justicia para las víctimas de Siria sí es posible. Pero queda en manos de los tribunales de los diferentes Estados que salga adelante.
Sobre este blog
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