Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.
Estamos presentes en casi todos los países del mundo, y somos independientes de todo Gobierno, ideología política, interés económico o credo religioso.
Las protestas empezaron en la ciudad natal de Mahsa Amini, Saghez en la provincia de Kurdistán de Irán, y actualmente están extendidas por todo el territorio iraní.
Los iraníes llevamos varios años esperando la llegada de dichas protestas. Una parte de la oposición lo veían tan cerca que habían creado organismos para responder a la gestión de la transición. No podíamos imaginar cómo empezaría pero sí sabíamos que la ira acumulada de los 43 años del dominio del oscurantismo ha convertido a Irán en un barril de pólvora. Bastaba solo una chispa para que explotara y el asesinato de Mahsa Amini tuvo este efecto.
Las protestas siguen estos días en las universidades, institutos y los colegios de todo el país. Las paredes de los edificios públicos o residenciales están pintadas con lemas contra el régimen y contra Ali Jameneii. En las redes sociales, se multiplican las expresiones artísticas (en la música, la poesía o el cine) con contenidos políticos a favor de la revolución y contra la casta clerical gobernante en Irán.
Durante los días 15, 16 y 17 noviembre se celebra el aniversario por las revueltas populares en 2019, con protestas y huelgas de los negocios en Sanandaj, Bucan, Saghez y otras muchas ciudades. Nunca antes, a lo largo de los 43 años de la vida de la República Islámica de Irán habíamos sido testigos de unas protestas tan extendidas en todo el país y tan duraderas como estas.
Las manifestaciones son tan dispersas que el régimen no puede controlar la situación. Las fuerzas de seguridad han empleado todos los medios de represión en su alcance pero no han podido acabar con el movimiento ciudadano. Por las noches, la gente gritan desde los tejados de sus casas y en las calles resuenan los claxones de los coches.
Actualmente se han organizado los consejos de la ciudadanía en los barrios de Teherán para coordinar las protestas, como también en las universidades, institutos y fábricas. En el exterior ya están formando cajas para reunir fondos para ayudar económicamente a los huelguistas.
El sábado 22 de octubre más de cien mil ciudadanos y ciudadanas iraníes se reunieron en Berlín para mostrar una vez más la solidaridad y el apoyo de las personas exiliadas, que habían viajado desde países como Australia, India, Estados Unidos y Europa para estar juntos y mostrar su apoyo a la lucha de sus hermanos y hermanas en Irán, por la emancipación del oscurantismo islámico. Uno de los lemas principales de esta gigantesca concentración fue “ libertad para los presos politicos”.
La base de las políticas del régimen desde su nacimiento ha sido la discriminación, con la mujer como victima principal de la misma. Los hombres saben que no van a tener una sociedad democrática si las mujeres no gozan de los mismos derechos que ellos y por eso juntos luchan por un estado democrático.
Llevamos 43 años escuchando al clérigo Chií que la vida real y próspera vendrá después de la muerte y para ello todo nuestro esfuerzo debe enfocarse en prepararnos para la siguiente vida, que vendrá a través del sufrimiento en nuestra actual vida.
La casta clerical de la República Islámica no ha dejado ningún espacio libre para la gente, ni libertades políticas, ni sociales ni tampoco individuales. La doctrina del régimen hacia la ciudadanía está muy clara: “ Ellos son los pastores y nosotros el rebaño”.
Mientras tanto, el mundo admira la valentía de las mujeres y los hombres iraníes que luchan con las manos vacías contra las fuerzas de seguridad, que están armadas hasta los dientes.
El trasfondo del estallido
Irán entra en la fase de la revolución mientras la población sufre gravísimos problemas económicos. En el año 2014 más de 23% de la población vivía bajo el umbral de la pobreza,
mientras que es porcentaje ha aumentado hasta el 32% en el 2020: de cada tres iraníes, uno es pobre. Hay estudios más exhaustivos de la situación económica de la población que apuntan que un 50% de la población vive en extrema pobreza mientras la inflación está por encima del 40%. Las estadísticas hablan del 25% de la población activa en paro, pero esta cifra incluye solamente a las personas que trabajan 8 horas a la semana. Además, el 82% de los puestos de trabajo están ocupados por los hombres y el 18% por las mujeres.
El 35% de la totalidad del presupuesto depende de la venta del petróleo, pero hay un 60% de déficit presupuestario que impide al estado gastar en los proyectos públicos. En los últimos tres años hay más de 300 ciudades que han experimentado de una forma u otra las huelgas de los trabajadores en las fábricas, zonas rurales, negocios, transporte publico, personas jubiladas y profesores y profesoras en los institutos. Las causas de las huelgas han sido la inflación, la corrupción, el paro extendido y discriminación de clase en las relaciones económicas del país.
Una revolución que se repite
Desde el triunfo de la revolución en 1979 la ciudadanía iraní nunca han cesado de protestar contra el régimen por los problemas económicos, por la falta de libertades sociales y políticas, por la discriminación generalizada en todo el país y por discriminación del género, por no tener aire limpio para respirar y por no tener derechos como individuos. El estado islámico nunca se interesó en escuchar a la gente ni tampoco quiso resolver sus problemas. El régimen teocrático desde al principio cerró todos los espacios sociopolíticos con el fin de que la población no pudiese hablar,
quejarse, protestar o manifestar sus preocupaciones. La represión fue la respuesta elegida para enfrentarse a las protestas. El régimen desenfundó sus espadas en los 80. Decenas de miles de ciudadanos fueron ejecutados. Los ocho años de guerra con Irak fueron un pretexto perfecto para acallar a las voces criticas.
En 1988 ocurrió la masacre de los presos políticos en todas las prisiones del país. En las décadas de los 90 y 2000 siguió la represión contra los movimientos sociales y en contra de los movimientos reivindicativos. En 2009 el movimiento verde sorprendió al mundo: millones de personas salieron en las calles reivindicando sus derechos, pero la brutal represión devolvió la calma a las calles. Aun así, sabíamos que las llamas estaban allí, por de bajo de las cenizas, prestas a resurgir.
Las protestas populares de noviembre de 2019 empezaron por el aumento de los precios de combustible y después todo el país se levantó contra el régimen y sus políticas discriminatorias, tanto en aspectos económicos omo políticos y étnicos, religiosos y de género. La intervención militar del régimen en los países como Siria, Yemen, Líbano e Irak fue también una causa, así como la energía nuclear y sus consecuencias.
En estas protestas murieron más de 1500 personas, entre ellas menores de edad. Los francotiradores apuntaban a la gente desde los tejados, para crear terror y obligar a manifestantes a regresar a sus casas. Aunque en noviembre del año 2019 el régimen, con una represión brutal pudo devolver la calma a las calles, no pudo evitar la ruptura total entre el pueblo y el gobierno del Ayatollah Jameneii, que había intentado crear una Aura Sagrada a su personalidad y al régimen como los “representantes de Dios en la tierra”.
Recientemente, se ha difundido en redes sociales un vídeo clip de una joven dirigiéndose a las autoridades de la República Islámica diciéndoles: “¿Creéis que salimos a las calles por nuestros velos? os equivocáis, protestamos porque nuestros padres no tienen trabajo, porque nuestros hermanos no tienen futuro, nuestros esposos trabajan todo el día pero por la noche no tienen nada que traer a casa para sus hijos. Estos son las causas de nuestra ira y nuestros problemas. ¿Todavía decís que el velo es la causa de las protestas?. ¿No sabéis que nos habéis quitado desde hace 40 años nuestros derechos como ciudadanas iraníes? Y por encima de todo, habéis pisoteado nuestra dignidad humana, no nos consideráis humanas. Yo salgo a protestar no solamente por mi pelo sino para que no me obliguéis a llevarlo contra mi voluntad. Yo quiero ser libre para elegir. Mi padre y mi abuelo los dos fueron fusilados por ser críticos con el estado, uno murió por la monarquía de Shah y el otro por los islamistas. Salgo a protestar porque estoy cansada de tanta discriminación y humillación. Nuestros problemas son nuestra cultura y nuestra civilización que están invadidas por vuestros rancios pensamientos,que han destruido nuestro país. Tenemos muchas razones para salir fuera y seguir luchando hasta el final, hasta que seamos dueñas de nuestros propios destinos”.
Los ideales de Justicia, libertad y democracia“ han sido heredados por las nuevas generaciones, aunque no debemos limitar el actual movimiento socio político solamente a la juventud. Irán tiene una historia larga de lucha por conquistar un estado de derecho. Desde 1906, el año del triunfo de la revolución contra la monarquía absolutista, hasta hoy, Irán nunca ha dejado de luchar. Y así continuará haciéndolo.
*Amnistía Internacional no se responsabiliza de las opiniones vertidas en este artículo que no tienen por qué coincidir con las de la organización.
Las protestas empezaron en la ciudad natal de Mahsa Amini, Saghez en la provincia de Kurdistán de Irán, y actualmente están extendidas por todo el territorio iraní.
Los iraníes llevamos varios años esperando la llegada de dichas protestas. Una parte de la oposición lo veían tan cerca que habían creado organismos para responder a la gestión de la transición. No podíamos imaginar cómo empezaría pero sí sabíamos que la ira acumulada de los 43 años del dominio del oscurantismo ha convertido a Irán en un barril de pólvora. Bastaba solo una chispa para que explotara y el asesinato de Mahsa Amini tuvo este efecto.