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Ni un paso atrás: Ochos de marzo, elecciones, y derechos

Virginia Álvarez

Experta en Mujer en Amnistía Internacional España —

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Pero también nos hemos ganado el derecho a que el 8 de marzo de cada año, podamos gritar fuerte que no consentiremos que nadie, y especialmente ningún ideario político nos quite lo conquistado. También será el momento de reivindicar y exigir que se reconozca y se apoye desde todas las instituciones del Estado todo lo que aún queda por conseguir.

No nos engañemos, la lucha por el reconocimiento, y de manera más importante, por el ejercicio efectivo de los derechos humanos de las mujeres no ha sido, ni es, nada fácil. Las mujeres han tenido – y tenemos- que enfrentar mil resistencias, pero a pesar de ello, poco a poco, la lucha de muchas se ha transformado en normativa internacional y nacional, en políticas públicas que contribuyen a cambios de actitudes y de formas de pensar. Lamentablemente, esta conquista no ha tenido el mismo alcance en todos los países, y el 8 de marzo debe ser el día en el que todas podamos dar voz a las que todavía luchan en sus respectivos países por tenerla.

Si echamos la vista atrás, en España las mujeres y el feminismo han conseguido mucho, muchísimo, aunque la conquista de derechos ha tenido un alcance desigual. Mi hija de 12 años me dice que no puede ser verdad cuando le cuento que en España es relativamente reciente el derecho a voto de las mujeres, o que su abuela tuviera que contar con el consentimiento de su marido para poder abrir una cuenta bancaria. Y lo cierto es que no ha pasado tanto tiempo. Solo hay que remontarse a 40 años atrás para esto último.

Sin embargo, mi hija sabe que no exagero cuando le digo que, a día de hoy, no puedo asegurarle ni protegerla de una vida sin ningún tipo de violencia sexual, laboral o de otro tipo. Una violencia sustentada únicamente en el hecho de ser mujer. No puedo negarle que tendrá que enfrentarse a muchas barreras, la gran mayoría amparadas por los estereotipos patriarcales que nuestra sociedad utiliza contra las mujeres. Aún no, es una conquista que todavía tenemos que alcanzar.

Por eso, y como hago todos los días, pero especialmente aprovechando toda la energía que produciremos el próximo 8 de marzo, y frente a las voces que se empeñan a cuestionar los derechos humanos de las mujeres, le diré a mi hija que ella también tiene y es parte de la lucha feminista, en la que cada vez debemos invitar a sumarse a más hombres, jóvenes, niños y mayores, para alcanzar una sociedad realmente igualitaria y acallar a todos aquellos que la cuestionan. Este 8 de marzo es momento para que ni mi hija, ni ninguna mujer, joven, niña, adulta, sienta amenazados los derechos conquistados hasta ahora, frutos del esfuerzo de muchas.

Este 8 de marzo es para mí además especialmente importante, porque coincide en cercanía con otro hecho importante, la celebración de varios comicios a nivel estatal, local, autonómico y europeo. Unas elecciones ante las que tenemos que recordar que las mujeres tenemos derecho que todas las instituciones públicas – y especialmente nuestros representantes políticos- nos garanticen una vida plena, libre de violencias tanto en la ley como en la práctica. Ninguna ley tiene eficacia si no hay una clara voluntad de aplicarla por aquellos y aquellas con responsabilidad directa sobre las disposiciones de la misma. No nos olvidemos de ello.

Pero también nos hemos ganado el derecho a que el 8 de marzo de cada año, podamos gritar fuerte que no consentiremos que nadie, y especialmente ningún ideario político nos quite lo conquistado. También será el momento de reivindicar y exigir que se reconozca y se apoye desde todas las instituciones del Estado todo lo que aún queda por conseguir.

No nos engañemos, la lucha por el reconocimiento, y de manera más importante, por el ejercicio efectivo de los derechos humanos de las mujeres no ha sido, ni es, nada fácil. Las mujeres han tenido – y tenemos- que enfrentar mil resistencias, pero a pesar de ello, poco a poco, la lucha de muchas se ha transformado en normativa internacional y nacional, en políticas públicas que contribuyen a cambios de actitudes y de formas de pensar. Lamentablemente, esta conquista no ha tenido el mismo alcance en todos los países, y el 8 de marzo debe ser el día en el que todas podamos dar voz a las que todavía luchan en sus respectivos países por tenerla.