Liva tardó algún tiempo en darse cuenta de lo que le había pasado aquella noche. Se había convencido de que no lo recordaba y le había dicho a sus amigos que había perdido el conocimiento porque se sentía avergonzada y no quería recordar.
“Esa era la mentira que me contaba a mi misma y a quienes me conocían.”
Sólo cuando una amiga le contó que le había ocurrido algo similar se dio de bruces con la realidad: la habían violado.
Como contó al periódico Poliken en junio de 2017, en 2015 esta estudiante de enfermería de 25 años había ido al Festival Roskilde con un grupo de amigos y amigas. En el grupo había un chico que le gustaba. Se tropezaron en una fiesta y decidieron ir a dar un paseo. Dice que antes de que pudiera darse cuenta estaba tendida en el suelo protestando mientras él trataba de mantener relaciones sexuales con ella.
“En algún momento pasó gente. Recuerdo que tomé conciencia de la situación y dije ‘No, no, esto no puede ser. Para, para, para’. Me tapó la boca con la mano y siguió.”
Después, Liva descartó llamar a la policía, en parte porque no estaba del todo segura de lo que había pasado y en intuía que no iba a tener la ley de su parte, porque no creía que se hubiese utilizado violencia física y porque ya conocía al hombre de antes.
“Creo que la legislación tiene mucho que ver, por ejemplo, con el hecho de que no me diese cuenta de que era una violación. Porque es una situación de tanta vulnerabilidad y en la que sientes tanta vergüenza... y si la ley te dice que si no hay violencia no es una violación… Tal vez no habría sucedido si la ley hubiera sido distinta.”
Las historias que había oído y leído sobre el trato que da la policía a quienes denuncian una violación también tuvieron algo que ver con su decisión de no contactar con ella. Muchas mujeres se abstienen de denunciar violaciones porque temen no ser creídas a causa de los mitos y los estereotipos existentes.
“Sabía que iban a preguntarme si nos habíamos besado —y sí, nos habíamos besado—. Y lo conocía, y no hubo violencia física.”
Pero todas estas cosas son irrelevantes puesto que Liva no consintió en mantener relaciones sexuales.
Liva decidió contar su historia a un periódico y, cuando finalmente lo hizo, se alegró. Antes de eso, había buscado artículos o a personas con historias similares pero no había encontrado a ninguna.
“Tras la publicación, muchas mujeres y niñas se pusieron en contacto con el periódico porque habían tenido la misma experiencia y nunca hasta entonces habían oído historias como esta de otras personas.”
El sexo sin consentimiento es violación. La legislación danesa debe dejarlo claro.