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MEMORIA HISTÓRICA
18 de julio del 36: matanza de civiles, discursos genocidas y media Andalucía en manos golpistas

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Juan Miguel Baquero

Sevilla —

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El 18 de julio de 1936 rompe Andalucía. La región queda abierta en canal tras el golpe de Estado: Sevilla, Cádiz, Córdoba y Granada sucumben al fascismo y resisten Huelva, Málaga, Jaén y Almería. Un verano que arde con media tierra bajo yugo franquista y la otra leal al Gobierno de España de la II República y se adentra en un abismo de violencia… La guerra no había hecho nada más que empezar.

Una efeméride de la que se cumplen este jueves 88 años y marca a sangre y fuego la memoria de un país azotado por el franquismo sociológico. El general Gonzalo Queipo de Llano comanda las operaciones y la matanza fundacional del franquismo desde el sur. Una pedagogía del terror que deja 50.000 civiles asesinados y 900 fosas comunes según las cifras oficiales del Mapa de Fosas de la Junta de Andalucía, como adelantó este periódico.

Las cifras de desaparecidos forzados superan en Andalucía al terrorismo de Estado de las dictaduras de Argentina y Chile juntas. La mayor parte de esas víctimas son en territorios donde no hay guerra. Los datos cuentan también cómo la violencia extrema no sólo queda en las ejecuciones de civiles. La represión golpista tras el 18 de julio provoca 50.000 refugiados andaluces que huyen al exilio como derrotados en la guerra civil.

Andalucía cuenta al menos 100.000 esclavos del franquismo y más de 50 campos de concentración. La explotación económica de los vencidos hace que estos sean considerados como botín de guerra. Aparte del trabajo forzado, 60.000 personas van a ser sometidas a robo y saqueo sistemático de sus bienes y propiedades. La depuración profesional expulsa de sus trabajos a centenares de maestras, obreros, braceros o científicos.

El castigo poliédrico muestra paradigmas andaluces como son los casos del poeta español más universal, Federico García Lorca, y del “Padre de la Patria Andaluza, Blas Infante, como es llamado en el Estatuto de Autonomía. La saña golpista adquiere tintes ‘especiales’ contra las mujeres y los colectivos homosexuales. O capítulos como el mayor crimen de guerra del franquismo, la Desbandá, en Málaga. Y más episodios, como los andaluces en los campos de concentración nazis o el drama de los 'niños de la guerra', que decían: ”Nos salvaron de la guerra, pero nos perdieron para siempre“.

El castigo genocida que lidera Queipo llega a través de discursos desde Radio Sevilla sobre los que cabe poca interpretación: “Nuestros valientes legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y, a la vez, a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen”.

Media Andalucía golpista

Sevilla, con la ventaja de la vía aérea abierta a través de la base militar de Tablada, va a ser uno de los primeros grandes soportes de la victoria rebelde… y una de las puntas de lanza de la pedagogía del terror desatada desde el mismo 18 de julio. En la capital andaluza tiene su cuartel de mando Queipo de Llano.

Desde ahí comanda una conquista pueblo a pueblo, a sangre, y bajo una represión encarnizada que apenas encuentra ciertos conatos de resistencia, como en algunos barrios de la ciudad. La violencia sublevada acumula, al menos, 12.599 víctimas estimadas y 171 fosas comunes en toda Sevilla.

El general fascista estuvo enterrado en la basílica de la Macarena -un espacio abierto al público- hasta la noche del 4 de noviembre de 2022, cuando sus restos fueron exhumados en cumplimiento tardío de la Ley de Memoria Histórica.

Cádiz sufre un comportamiento similar. La Tacita de Plata es otro fuerte sustento para el avance golpista, aquí con la vía marítima como recurso. Casi sin oposición, apenas conatos en puntos de la provincia, el conteo de víctimas se activa desde el primer día y la provincia suma numerosos paisajes de violencia extrema: desde la ejecución de los militares que se oponen al golpe a la venganza contra el Carnaval a ejemplos de violencia extrema como las fosas de Puerto Real y la crónica genocida de los falangistas Leones de Rota o los crímenes del cabo Vadillo. Las cifras oficiales señalan 2.616 personas asesinadas en 151 tumbas ilegales.

Córdoba vive también el triunfo golpista que da inicio a la guerra civil. El relato de los hechos –de la mano de Cordópolis– cuenta el parapeto resistente del Gobierno Civil y cómo, desde los primeros tiros, ya nada fue igual. La represión franquista cobra miles de vidas que siguen desaparecidas en fosas comunes, como narran el libro y la exposición Córdoba. Tierra con Memoria: 5.730 muertos y 134 enterramientos colectivos, como poco. En la capital caen a tiros un 4 por ciento de sus 100.000 habitantes, como demuestran los trabajos arqueológicos en los cementerios. Una venganza que convierte a Córdoba en la provincia española con más campos de concentración del franquismo, 13, además de 28 unidades de trabajadores forzados.

Granada es otra plaza golpista. El mazazo final llega con un par de días de diferencia del triángulo Sevilla, Cádiz y Córdoba. Las tropas y milicias derechistas derraman conquistas por los pueblos, como una mancha de aceite. El combate obrero del Albaicín ofrece una dura resistencia a los fascistas pero cuando este barrio cae, ya todo está bajo poder rebelde. El miedo y la represalia deja como mínimo 6.530 asesinados y 137 fosas, con episodios como las matanzas del barranco de Víznar o los fusilamientos por “sustitución”: “Como no están los hijos, matamos a las madres”. La lucha guerrillera también dibuja a destiempo símbolos en la capital nazarí “en el periodo más oscuro de la historia de España: una Granada mal iluminada, aterrorizada por la violencia franquista y muerta de hambre”, como relata el libro Hijos de una guerra.

Media Andalucía republicana

Huelva es la única capital de Andalucía Occidental que se mantiene fiel al Gobierno de España después del golpe de Estado del 18 de julio de 1936. La mayoría de la provincia también continúa en manos republicanas. El avance golpista de la denominada columna Carranza arranca la pieza desde el 29 de julio, otorgando a los fascistas el dominio del Atlántico, la desembocadura del río Guadalquivir y una vía directa con la colaboracionista Portugal de Salazar. La tierra onubense acumula 10.378 civiles asesinados y 137 fosas comunes. Y una historia épica, los mineros que iban a vencer a Franco para cambiar el curso de la guerra civil.

Málaga resiste hasta febrero del año 37, cuando las tropas fascistas entran en la ciudad con ayuda de militares enviados por la Italia de Mussolini. La violencia en la retaguardia republicana deja varios centenares de represaliados. La venganza franquista, por su parte, asciende a 8.317 ejecutados y 114 tumbas colectivas, según el mapa oficial. El cementerio de San Rafael registra la fosa común con más víctimas del franquismo exhumadas.

Jaén vive el fracaso golpista. La autoridad republicana asienta su control y hace fuerte la resistencia. La ciudad fue bombardeada como castigo, como el ataque aéreo que Queipo ordena el 1 de abril del 37. Las cifras hablan de 157 muertos y centenares de heridos. La provincia registra acontecimientos importantes como los episodios del Santuario de Andújar –convertido en símbolo franquista– o la Batalla de Lopera y las fosas del cementerio de San Eufrasio. La provincia tiene 3.146 víctimas estimadas y 37 enterramientos ilegales. La memoria de la guerra civil y la represión franquista está registrada en el reciente documental Jaén, Viento del Pueblo.

Almería es la gran excepción. El oriente andaluza disfruta algunos de los últimos rincones bajo control republicano en toda España. Es una de las postreras plazas en caer y las cifras de violencia extrema distan mucho del resto de provincias andaluzas: 421 víctimas y 19 fosas comunes. El estallido golpista llega a la capital oriental con tres días de retraso. Pero el levantamiento de un puñado de rebeldes va a ser repelido ese 21 de julio con la intervención de militares, carabineros y Guardia Civil, que siguen fieles al Gobierno español, junto a las organizaciones obreras. Queda en el recuerdo el bombardeo de la ciudad el 31 de mayo de 1937, ordenado por el propio Adolf Hitler en venganza a un ataque gubernamental en Ibiza. Almería finalmente cae en manos franquistas en marzo del 39.

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