Desde los 9 años le venían diciendo que iba a ser “la abogada de los gitanos”. “Y lo terminé siendo” cuando se licenció en Derecho con 23 años y, aquel mismo septiembre, empezó como asesora en la asociación 'Villela Or Gao Caló' del Polígono Sur. A Pastora Filigrana (Sevilla, 26 de mayo de 1981) le han preguntado alguna que otra vez si ese era su nombre artístico. Pero no. Así se llama la primera persona que estudió en la Universidad del clan de 'los Filigrana', uno de los 14 clanes herreros de Triana que, precisamente por su profesión, fueron así apodados por las filigranas que hacían con los hierros.
Nacida en el trianero barrio de El Turruñuelo, Pastora recuerda que crecer “en un gueto” le hizo tener desde pequeña muchas sensibilidad hacia los temas de igualdad. Cursó Derecho “sin mucha vocación” pero “siendo hija de obrero, o era médica, o era abogada”. Escogió lo segundo porque “era de letras” y al poco participó en el nacimiento de la Asociación de Mujeres Gitanas Universitarias (Amuravi). Su trayectoria siempre ha estado orientada a los temas sociales, prueba de ello fue su paso por la Oficina de Derechos Sociales de Sevilla o por la Delegación Saharahui para Andalucía, explica.
En un momento muy concreto, su vida cambió. El miércoles 29 de septiembre de 2010, jornada de huelga general en España, presenció cómo arrestaban a un compañero abogado durante los incidentes ocurridos en los piquetes de la Universidad de Sevilla. “En aquel momento tomé la decisión de ser abogada. ¿Qué hacía yo moviendo papeles a inmigrantes con tal represión?”, se preguntó.
“Contradicciones”
Desde entonces está “en los tribunales”, porque se sintió “con la suficiente madurez para mirar a la cara a los jueces”. “Ser mujer y joven es muy duro, y además defendiendo la disidencia política. Tenía que hacerlo todo superbien y hablar con mucha seguridad”. “Cultivar la prepotencia”, añade con cierto rubor. Su condición de mujer y su modo de actuar en los juzgados le genera alguna que otra controversia personal, reconoce.
“Para estar ahí dentro, tienes que imitar la contundencia de un hombre y eso te crea a veces contradicciones. Y ya no te digo durante un juicio a Madrid, porque a todo eso se le suma el acento andaluz, que te condiciona aún más. La primera vez allí fue una experiencia impactante”, recuerda. Añade que, además, no puede ocultar su “pelo largo y rizado”, que supone un factor diferencial a tener en cuenta aunque “no es tan manifiesto”. “Con la edad se me nota menos... me estaré apayando”, bromea.
Hace ya siete años que, para moverse por los tribunales, formó junto a dos compañeros abogados la cooperativa (“por principios”) Jarsia Abogados, heredera del Grupo 17 de marzo. “A los 30 ya me sentía un poco más fuerte”, comenta.
“El pleito es una guerra”
“Los tribunales es un espacio de hombres. Son espacios de competitividad. Hay que ganar el pleito y reinan las lógicas patriarcales. Para aspirar a otra forma de hacer justicia, habrá que esperar muchas generaciones. El pleito es una guerra...aunque yo crea mucho en el entendimiento”, dice. ¿Otra contradicción? “El Derecho es una herramienta para la emancipación social, para un mundo más igualitario. Necesitamos personas del Derecho implicadas para conseguirla”, pide.
En todo caso confiesa que “no creo que haya que empoderarse para ocupar el lugar del hombre en la sociedad” sino que “el feminismo debe crear un plano de igualdad, no estar en los privilegios, porque además solo seríamos unas pocas las que accederíamos a ellos”. “Hay que desmontar la opresión y el privilegio”, sentencia durante la charla con eldiario.es Andalucía en una cafetería frente a los juzgados de Sevilla.
¿Y en el activismo político? “A veces siento una paridad impuesta. No hay muchas mujeres normalmente para hablar en público. La discriminación positiva está bien, pero pesa muchas veces. A veces no sabes si te cogen más por la forma que por el fondo. Es la tiranía de la paridad”, dice Filigrana.
Según comenta, en ocasiones “sentarse en una mesa así roza ser mujer florero”. “Hay que luchar por la visibilidad pero a veces se convierte en tiranía para las mujeres que estamos en espacios públicos”. ¿Qué le pide al futuro “la abogada de los gitanos”? Dice que le “tira” mucho pensar y escribir y que le gustaría más adelante hacer algo relacionado con “la creatividad”. “Ejercer la abogacía, al final, es resistencia”.