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Vírgenes alcaldesas: el lado místico de la política

La Virgen del Amor, durante la procesión

Juan Miguel Baquero

Si fueran de verdad cargos electos, formarían uno de los partidos más votados. Los ayuntamientos andaluces -y del resto de España- están salpicados por un montón de vírgenes, cristos y santos convertidos, por la gracia municipal, en alcaldesas perpetuas y regidores honoríficos. Es el lado místico de la política.

Carmona (Sevilla) fue el último pueblo andaluz en sumarse a la añeja moda de reciclar imágenes religiosas como espirituales responsables locales. Sin pasar por las urnas. El número de nombramientos similares escapa al conteo oficial. Ningún listado resume una tendencia que, en principio, casa mal con el artículo 16 de la Constitución Española que garantiza que España sea un Estado aconfesional. El próximo municipio en engrosar la lista de vírgenes alcaldesas será Chiclana (Cádiz).

En Andalucía son varias las decenas de elementos de imaginería que portan la vara o bastón de mando de un Ayuntamiento. La mayoría de veces, tras la aprobación en el Pleno del reconocimiento, se hace entrega de éste enser que encarna el poder popular. Los atípicos, y a menudo perennes mandatarios, son propuestos por partidos políticos (predomina el PP, seguido del PSOE) en respuesta al fervor y devoción de los lugareños. Y a la petición de las hermandades.

¿Estado aconfesional?

Coinciden casi siempre con los patronos católicos y, amén de las evidentes limitaciones físicas, poca más virtud acaban teniendo que el de presidir los actos plenarios de la Corporación municipal. “Es usual que lobbies religiosos –cofradías– quieran imponer su religión a toda la sociedad pero no que las instituciones públicas violen tan flagrantemente la aconfesionalidad del Estado”, dicen desde Europa Laica.

Ahí están los casos en Jaén de Jódar, Bedmar, Baeza, Bailén o Navas de San Juan, por ejemplo. En Granada tienen alcaldes supremos en Almuñécar o Huétor Tájar e incluso en la capital y la Diputación Provincial (medallas de oro). Morón y Carmona en Sevilla, El Viso en Córdoba o también Ayamonte y Valverde del Camino en Huelva. Almería acumula Macael, Roquetas de Mar, Felix, Gador, El Ejido, Fondón, Cuevas de Almanzora, la propia capital o Viator.

Cádiz aporta San Fernando, Rota, Jerez de la Frontera, Prado del Rey, La Línea de la Concepción... y Chiclana, que el próximo jueves vota en pleno nombrar a la Virgen de los Remedios como Alcaldesa Perpetua de la Ciudad. La propuesta del PSOE, que gobierna en minoría y no ha querido puntualizar a este medio las motivaciones de la iniciativa, será respaldada por el PP (uno de los concejales populares ha sido nombrado por los socialistas como 'juez de instrucción' del asunto). La decisión supone una “falta de respeto a la parte de la ciudadanía que es aconfesional” y que se acerca “a prácticas del siglo XVIII”, dicen desde IU.

 

“Título a un objeto inanimado”

“No entendemos la apertura de instrucción para la concesión del título a un objeto inanimado”, subraya el colectivo Europa Laica en un comunicado. El “usual” ímpetu de las cofradías en “imponer su religión a toda la sociedad” choca, añaden, con el reciente acuerdo plenario unánime “para que no existiera ningún símbolo religioso en dependencias municipales”. “¿Será alcaldesa perpetua y no podrá estar en 'su' Ayuntamiento? Absurdo”, concluyen.

Además de la que será nueva alcaldesa chiclanera, 'gobiernan' con una mano en el cielo y otra en el bastón de mando otras vírgenes como la del Reposo, de las Angustias, de Cuadros, del Mar, del Rosario, de la Antigua, del Carmen, de la Zucueca… Cristos que actúan como regidores, casos del de la Misericordia, de la Humildad, Nazareno o San Juan Bautista. Y figuras eclesiásticas del tipo de Santa Ana o la Divina Infantita.

Pero los pueblos andaluces no son los únicos en llevar la exaltación católica a los ayuntamientos. La práctica se repite en todo el país, anclada a una tradición rancia y anacrónica para unos o vigente y eterna para otros. En los pueblos y más allá. Ahí está el actual ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, concediendo la más alta condecoración del Cuerpo Nacional de Policía a una virgen, Nuestra Señora María Santísima del Amor.

Por sus méritos policiales, por cierto. Un detalle que levantó no poca polvareda en la prensa internacional. Como el rotativo británico The Guardian, que destacaba cómo el Gobierno de España había sido llevado a los tribunales por dar “el premio policial más importante del país a una estatua de la Virgen María”, una medalla “normalmente reservada para los policías que han muerto en ataques terroristas”. O el periódico estadounidense The Wall Street Journal, que con sorna apuntaba datos como que la ganadora de la presea policial “nunca hizo un arresto, ni saltó en la cara del peligro. Eso es porque ella no puede moverse”.

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