La Acampada Dignidad planta su comedor a la puerta del Ayuntamiento en protesta por la petición de desalojo
Cocido caliente elaborado durante la mañana en los fogones
de la cocina abierta de la Acampada Dignidad en el colegio Rey Heredia. Ese ha
sido el plato principal que se sirvió este martes a las puertas del
Ayuntamiento de Córdoba como acción simbólica en protesta por la denuncia municipal que pide el desalojo del colegio Rey Heredia, ocupado por los
activistas y reconvertido en Centro Social Rey Heredia desde octubre.
Mientras en la primera planta del Ayuntamiento se
desarrollaba el pleno municipal, en la calle se llevaba a cabo esta acción
simbólica, rodeada de un fuerte cordón de seguridad que
llegaba a la veintena de miembros de la Policía Local. Una olla de grandes
dimensiones llena de cocido, acompañada de pan y fruta, han servido para repartir
platos entre las personas que a diario acuden a comer o bien se llevan los
alimentos a casa desde el colegio Rey Heredia.
Y en paralelo, la acción de protesta ha seguido su curso,
con pancartas y octavillas repartidas reivindicando la actividad de la cocina
abierta, además de gritos dirigidos al Ayuntamiento en contra del cierre de la
actividad en el colegio ocupado. Todo, mientras activistas y ciudadanos ajenos al
colectivo que se han solidarizado comían plato en mano, hasta que la Policía Local que mantenía
vigiladas a las personas concentradas ha procedido a solicitar que levantaran y
recogieran las mesas instaladas para la acción.
Casi un centenar de personas
Mª Carmen, de 49 años, come su plato de cocido después de
haber servido a otros compañeros. Ella cocina a diario la comida que luego se reparte en
el comedor del colegio Rey Heredia y, también, junto a su marido, y sus dos
hijos de 18 y 21 años, son beneficiarios de este comedor social abierto. “Los
dos estamos en paro desde 2007 y sólo recibimos una ayuda de 426 euros“,
explica a eldiario.es/andalucia.
Es el ejemplo que sirve para dibujar el perfil
de quienes se acercan a la Acampada Dignidad para comer cada día, que rozan ya el
centenar de personas.
“Entendemos que la comida es un bien de primera necesidad”,
señalan los activistas y explican sobre su cocina abierta que, “huyendo
de la caridad y de dinámicas asistencialistas (…) las personas que la usan
forman parte activa del espacio social y de la gestión diaria de la cocina“.
La cocina abierta ha sido este martes la protagonista de la
acción de protesta pero es sólo una de las decenas de actividades con las que
la Acampada Dignidad ha llenado durante sus dos meses y medio de vida el colegio Rey Heredia anteriormente cerrado y en desuso. Clases de apoyo, de idiomas y música, para
niños y adultos sin recursos, puntos de información y asesoramiento
socio-laboral, la Radio Dignidad, un
huerto comunitario y la actividad que a diario concentra entre las antiguas
aulas a decenas de colectivos sociales y del barrio que han hecho suyo el
centro abandonado.
Todo eso depende ahora de un juez. Porque el Ayuntamiento ha
presentado una denuncia por un presunto delito de usurpación en relación al uso
que la Acampada Dignidad está haciendo del colegio Rey Heredia. Junto a ello, el
consistorio ha solicitado además al juzgado el desalojo inmediato del centro
como medida cautelar, acción contra la que los miembros denunciados de la
Acampada Dignidad han presentado alegaciones ante una petición que a su juicio “no
es necesaria ni proporcional“.
Hasta el momento, no ha habido pronunciamiento del juzgado
sobre si se ordena o no el desalojo del colegio.
Mientras tanto, los activistas
siguen su actividad diaria y preparan otras movilizaciones contra la decisión
municipal. Habían solicitado intervenir en el Pleno del Ayuntamiento de este
martes para exponer su actividad, pero el permiso les fue denegado. Su acción sigue en la calle.