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Un Parlamento virtual con ánimo de “meter miedo” a los políticos

La sociedad no está dormida. Puede tener pinta de perezosa, pero hay ejemplos de ciudadanos con iniciativa que invitan a la esperanza. Es el caso de lo que está sucediendo con tres jóvenes que han ideado un proyecto que aspira a ser una herramienta donde la gente pueda expresar sus inquietudes. Sería un Parlamento virtual que no pretende competir con el Parlamento físico pero que sí desea ser, como ellos dicen, la “mosca cojonera” de los que ostenten el poder.

En ello trabajan Daniel Daneri, Gabriel Vázquez y Roberto Mérida, tres jóvenes que quieren darle una mayor utilidad a las redes sociales. Que se acabe eso de clamar en el desierto a través de Facebook o de Twitter. “La idea es desarrollar un software que induzca a la creación de contenidos. Entendemos que las redes sociales hacen que la energía se diluya. La energía de indignación o crítica se diluye y con esta herramienta puede cambiar”, explica Daneri.

La motivación en gran parte es intelectual, por conciencia social y por darle un enfoque directamente útil a las nuevas tecnologías. Para los tres la motivación surge del compromiso y de la conciencia social, y del gusto por las nuevas tecnologías, que entienden que deben convertirse en algo directamente útil para la mayoría. También han participado todos activamente de política y movilización social cuando vivían juntos en Sevilla, y ahora cada cual en su ciudad.

Daniel Gutiérrez Daneri ha estudiado Arquitectura Técnica. Actualmente está trabajando. Le gusta la actitud emprendedora, que es transversal en la vida, no sólo aplicada a este tipo de cosas. Roberto Mérida Fernández ha estudiado Filología Árabe y siempre ha estado muy activo en movimientos sociales y políticos en Sevilla. Gabriel Vázquez Torresestudia Ingeniería Informática, comparte las inquietudes sociales del resto, pero le da una deriva más tecnológica a sus planteamientos.

Antes de este proyecto ya intentaron desarrollar una “Radio 2.0” en la que el usuario de la radio participaba activamente. Generaban un contenido y los oyentes, sobre esa base, iban añadiendo contenido, haciendo digresiones sobre el original. Por falta de presupuesto no pudieron hacer una aplicación en condiciones.

Desarrollo en tres fases

Sería una aplicación web en la que el usuario puede iniciar un debate o mostrar una idea y que se irá desarrollando en tres fases. Tres pilares que constituirán tres secciones de lo que será una “red social” como herramienta del poder político de la mayoría.

La primera, la plataforma de contenidos y debate. Proveerá contenidos, enlazados inicialmente por los creadores y generados y enlazados posteriormente por la comunidad del Parlamento. Existirán herramientas para la edición múltiple de documentos online. Es decir, para que las distintas personas que asistan a una reunión puedan editar documentos y textos online conjuntamente.

La segunda, una plataforma de organización. Tendrá un doble objetivo, por un lado, poner en contacto a personas con ideas afines. Por otro lado se ofrecerá la posibilidad de delegar una cierta representatividad. Se podrán elegir representantes para tareas puntuales, que serán concretadas a priori. Lo esencial es que existirán mecanismos de revocación inmediata si dichos representantes no están cumpliendo con las obligaciones que se les han encomendado.

La tercera, una plataforma de votación. Del trabajo derivado de las dos plataformas anteriores resultarán acciones y decisiones concretas que se someterán, siempre, a la votación de todos. De esta forma, el ciudadano, estará convocado cada cierto tiempo para ejercer el voto, sin delegación, como correlación de su responsabilidad directa para actuar sobre las decisiones políticas desarrolladas por la mayoría.

La intención, en definitiva, es que no debe convertirse en una plataforma que canalice descontentos y los diluya, sino, muy al contrario, una herramienta que dé la idea de conjunto que actualmente le falta a la población civil, y su potencial efectivo para cambiar sus realidades de forma organizada y conjunta.

Ya han existido intentos para otros parlamentos virtuales, pero no han resultado porque no han tenido la eficiencia y usabilidad que tienen las redes sociales mayoritarias. Será el principal hándicap a superar. Gabriel Vázquez, estudiante de ingeniería de software, reconoce que “la herramienta es cara porque tienes que asegurarte de que la persona que vota es realmente quien dice ser y eso requiere de una seguridad informática que es cara. El software debe ser potente y para eso se necesita un buen trabajo. Tiene que ser algo fiable y queremos que se pueda identificar al usuario con el DNI electrónico. No puede haber ninguna duda de la fiabilidad del sistema”.

Como expresión de la ciudadanía

En este momento el proyecto está inmerso en un proceso de crowdfunding para lograr la financiación necesaria. Para empezar se necesitan unos 30.000 euros y así se podría empezar a andar en unos seis meses. Pero hay que aclarar el mensaje para que los ciudadanos que ahora apoyan sólo moralmente terminen haciendo una aportación. “No quiero que se piense que la iniciativa procede de un poder o de un ente interesado, sino de algo particular. Tendrá la utilidad que le dé la gente. Si se usa masivamente servirá como expresión de la ciudadanía. Si surge una propuesta de diez puntos donde se critica la ley del aborto, por ejemplo, después pasará a la plataforma de votación y se podría hacer un referéndum para ver qué opina la gente sobre esa ley. Y si tres millones de personas, por ejemplo, piensan que es retrógrado y se manifiestan así, podría dar que pensar. No pretendemos que sea contemplado por ningún poder porque si asumes esa actitud te pones por debajo”, subraya Daneri.

Los creadores no tienen ningún reparo en manifestar su posicionamiento político cercano a la izquierda, pero dejan claro que eso no va a condicionar nada. “Sólo tenemos que limitar bien el tipo de preguntas que se van a hacer. Habrá un filtro para ello y está en fase de desarrollo. Vamos a limitarlo sin que haya un control. El límite está en preservar los Derechos Humanos y la Constitución Española. No se van a alimentar debates que vayan en contra de los Derechos Humanos, pero no queremos que parezca que nosotros vamos a orientar las ideas que se propongan. Habrá libertad absoluta. Si llegamos al punto ideal, que sería que votara el 90% de la población española, y alguien da la idea de que prefiere el Parlamento virtual al actual y 39 millones de personas votan que sí, se plantearía una duda seria. Queremos llegar a ese punto, que se intente mejorar de verdad el sistema actual”, explica Gabriel Vázquez.

No son sus situaciones personales las que les han llevado a tener esta iniciativa. “Es más una necesidad intelectual”, matizan, aunque ellos también sufren las consecuencias de la política actual. “Yo cumplo todos los requisitos para que me den una beca, pero no me la dan porque, supuestamente, mi familia se pasa de los ingresos. Puedo asegurar que no soy rico y me tengo que costear los estudios, algo que otros por desgracia no pueden”, lamenta Vázquez. Su compañero habla de otros motivos para lanzarse y ser activos: “En los últimos dos o tres años el retroceso en los derechos sociales es brutal. Derechos que ha costado muchos años conseguir están desapareciendo de un plumazo. Además, llevamos viendo tres siglos un pensamiento económico que se cae por su propio peso y que sigue adelante porque los gobiernos no piensan en el pueblo en la toma de decisiones para que siga en pie el capitalismo. Es un pensamiento económico antihumanista que pone en el centro el dinero y no a las personas”.

Está en estudio todavía el nombre que tendrá la aplicación, algo que se evaluará con la ayuda de los usuarios. Eso aún está por ver. Lo importante es que se sepa el objetivo. “Queremos ser una mosca cojonera. Si resulta como queremos, le tendrán miedo los políticos, sobre todo los que defienden intereses que no son de la mayoría y lo verán como algo opuesto a lo que ellos defienden”, manifiesta convencido Daniel Daneri.

La sociedad no está dormida. Puede tener pinta de perezosa, pero hay ejemplos de ciudadanos con iniciativa que invitan a la esperanza. Es el caso de lo que está sucediendo con tres jóvenes que han ideado un proyecto que aspira a ser una herramienta donde la gente pueda expresar sus inquietudes. Sería un Parlamento virtual que no pretende competir con el Parlamento físico pero que sí desea ser, como ellos dicen, la “mosca cojonera” de los que ostenten el poder.

En ello trabajan Daniel Daneri, Gabriel Vázquez y Roberto Mérida, tres jóvenes que quieren darle una mayor utilidad a las redes sociales. Que se acabe eso de clamar en el desierto a través de Facebook o de Twitter. “La idea es desarrollar un software que induzca a la creación de contenidos. Entendemos que las redes sociales hacen que la energía se diluya. La energía de indignación o crítica se diluye y con esta herramienta puede cambiar”, explica Daneri.