Las envasadoras almerienses reclaman su derecho a la conciliación laboral y familiar: “No se puede tener vida aparte del almacén”
“¿Sabes lo que es levantarte todos los días a las 6 de la mañana y llegar a tu casa a las 9 o 10 de la noche? ¡Qué vida es esa! Esto de lunes a sábado y el domingo es para lavar la ropa, guisar y limpiar la casa. Aquí no hay vida familiar ni hay vida de nada”. Ana Ruiz trabaja como envasadora en un almacén de manipulado almeriense y se le nota hastiada al otro lado del hilo telefónico. No es la única. “Si tengo un horario de 10 a 14 y de 15 a 20, dime cómo hago la compra, cómo veo a mis hijos, cómo planifico… es imposible”, cuenta la envasadora Amparo Martínez. Y Adela Pérez, otra empleada del sector del manipulado hortofrutícola, hace malabares para ir al banco, cuidar de su suegro con alzhéimer y hacer otras tareas. Y “menos mal” que sus hijos “son mayores” porque otras compañeras hacen encajes de bolillos para que sus pequeños estén atendidos por los abuelos, los familiares o los vecinos. Ruiz los llama “nenes llavero”.
El sector del manipulado hortofrutícola en la provincia de Almería, con unas 25.000 trabajadoras, cuenta con unos horarios “infinitos”, como se queja Martínez. “Se sabe a qué hora se entra, pero no a la que se sale”. Para presionar por una regularización de la jornada laboral, los sindicatos CC.OO. y UGT han convocado una huelga los días 23, 24, 26 y 28 de diciembre. Esta paralización, que parece inevitable, pone en jaque la intensa rutina de los almacenes almerienses durante las fechas navideñas.
Los sindicatos reclaman el desbloqueo de la Negociación Colectiva del Convenio del Manipulado que lleva desde 2018 sin renovarse. La tarea no es fácil. La Asociación de Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas de Almería (COEXPHAL), que aglutina a casi un centenar de empresas del sector, recalca que estas negociaciones son “especiales” ya que buscan “un cambio del sistema”. En esta ocasión el obstáculo no es un aumento salarial sino en el pago de mensualidades frente a las actuales retribuciones por horas.
“Esto supone una dificultad muy grande porque nuestra actividad es estacional y la confección de la producción no casa con todos los meses que dura la campaña”, dice el gerente de COEXPHAL, Luis Miguel Fernández. “Nuestra intención es que se pague el salario mínimo interprofesional por meses”, dice Javier Castaño, secretario provincial del sindicato de Industria de CC.OO. de Almería.
Del pago por horas a la mensualidad
“Cómo te vas a meter en una casa si el mes que viene no sabes si vas a ganar 600 o 1.200 euros”, dice Pérez. “Si un mes el empresario mete a más gente y después pasa cualquier cosa, la jornada se reduce a cuatro horas [mínimo estipulado por el actual convenio]. Entonces si habías pensado ganar 1.000 pavos, te quedas en 400 o en 500, con suerte”, explica Martínez.
El sueldo de las nóminas baila y para evitar este desequilibrio los sindicatos proponen crear una “bolsa de horas”. Es decir, guardar parte del tiempo trabajado en las épocas de más ajetreo, de octubre a diciembre y de marzo a junio, para aquellos periodos de menor actividad. Pero muchas trabajadoras, principalmente las eventuales, ven con escepticismo la implantación de este nuevo sistema. La patronal expone que hay trabajadoras que prefieren ganar todo lo trabajado en ese mes.
Martínez no descansa en su empeño de convencer a sus compañeras que a pesar de echar 48 horas, cobrar 40 supone “una garantía para tener un sueldo en los meses en los que baja el trabajo”. Es un medida que, a la larga, es “buena para todas”, como remacha Ruiz. Sabe bien de lo que habla: “Si echas ocho horas, no llegas ni a 1.000 euros y qué casa se apaña ahora con ese dinero. Con la campaña fuerte, algunas ganan 1.800 euros, pero imagínate la panzá de horas que llevan en su cuerpo”. En la actualidad, las trabajadoras del manipulado cobran 7,28 euros la hora y gracias a la subida de salario mínimo interprofesional. “Echa el cálculo”, invita Martínez.
“Limbo legal”
Desde CC.OO. calculan que una trabajadora del manipulado “a los ritmos actuales” consume la jornada anual en nueve meses. En muchas ocasiones se supera el cómputo máximo de 1.826 horas al año provocando que haya empleadas del sector del manipulado a las que se les niega las prestaciones del paro. Además, con el convenio actual, las vacaciones están incluidas en el precio de la hora por lo que se cobran, pero no se disfrutan. Esto genera “un limbo legal” para las trabajadoras ya que el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) no les otorga el desempleo hasta que completen los días que les corresponde de vacaciones en relación a la campaña realizada. Esto es otra problemática que los sindicatos buscan resolver con el cambio del pago de las mensualidades. Ahí es donde está el verdadero escollo.
“Los empresarios tienen miedo a pagar unas horas que no se realicen, pero esa no es la intención”, dice Castaño. COEXPHAL cree que este “pago en diferido” crea incertidumbre y acarrea además un cambio de modelo organizativo que “complica” la rutina de los almacenes. “Estaríamos sumando y quitando horas a diario”, resalta Fernández. Los sindicatos y las trabajadoras entrevistadas por este diario reconocen que “todo cambio cuesta”, pero creen necesaria la adaptación de las empresas a este nuevo modelo.
“No quieren organizarse”
Para Martínez, los empresarios tienen ahora “la disponibilidad completa del trabajador a su servicio”. Por ello, los sindicatos reivindican un “cuadrante laboral estipulado que permita la organización del trabajo” aunque Pérez advierte: “Los empresarios no quieren organizarse. Prefieren tener doscientas personas de más trabajando en la empresa aunque les cueste la Seguridad Social. Así te ponen jornadas de cuatro horas”. Las condiciones vigentes de contrato permiten, según Castaño, “duplicar e incluso triplicar plantillas” para garantizar la atención del servicio, pero genera una jornada de trabajo desregulada y sin horarios. “Hay almacenes que te dicen que entras a las 15:00 y media hora antes te avisan por Whatsapp que no, que es a las 18:00”, explica Martínez. Y sigue: “La mayoría de las empresas no han hecho esfuerzos para organizar sus tiempos, a sus trabajadores ni sus pedidos”.
Este hecho no tiene nada que ver con la crisis sanitaria de la Covid-19 sino que es una situación que viene arrastrada desde hace años. Las empresas, según Ruiz, pueden tener un imprevisto, pero han normalizado que la plantilla desconozca los horarios de entrada ni de salida. “No puedes tener vida aparte del almacén”. Así, las posibilidades de conciliación laboral y familiar se reducen y desaparece cualquier tipo de actividad de ocio.
En este tira y afloja, el sector del manipulado almeriense afronta una semana decisiva. La reunión del pasado viernes en el servicio extrajudicial de resolución de conflictos laborales de Andalucía (Sercla) trajo un acercamiento de las posturas. COEXPHAL mira por la “viabilidad” de sus empresas mientras que las trabajadoras quieren cambiar un sistema para que sus vidas no dependan de la desorganización de las empresas. De momento, la huelga sigue convocada.
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