Doce meses atrás, el análisis meteorológico global para Andalucía en 2022 situaba a aquel año como el más cálido y uno de lo más secos desde que se toman registros de temperatura y precipitación en la región. Por fortuna, diciembre de 2022 tuvo una importante inyección húmeda en forma de lluvias intensas y persistentes, que maquillaron los valores finales del año y dieron esperanza para que el 2023 marcara el cambio de tendencia meteorológica. Un año después, no sólo no ha cambiado, ha ido a peor.
2023 ha estado caracterizado en Andalucía, de nuevo, por la intensa sequía y por los episodios de calor extremo. A falta de que la Agencia Estatal de Meteorología emita su habitual informe anual, ya ha avanzado que probablemente sea el segundo más cálido de toda la serie histórica y el año que haya puesto la puntilla a la sequía más prolongada desde que existen registros en todo el sur peninsular. Las cuencas hidrográficas del Guadalquivir, el Guadiana, y las del resto del sur andaluz viven la sequía más larga jamás registrada, superando ya a la histórica de los años 90.
Con el actual, Andalucía lleva en sequía meteorológica la friolera de casi ocho años consecutivos. Un periodo con altibajos y que ha concentrado en los dos últimos años los peores registros de precipitación en el conjunto de las estaciones meteorológicas de la región. Si ya el pasado año las capitales andaluzas acumularon un déficit medio del 16 % respecto a lo normal, el de 2023 va a cerrar con una carencia del 45 % respecto a lo habitual. Dicho de otro modo, en los últimos 12 meses ha llovido casi la mitad de lo que debería haberse registrado.
El año más seco desde principios de los 90
El valor, que a duras penas ha ido maquillándose con la entrada reciente de diversos sistemas frontales, se sitúa como el más bajo de las tres últimas décadas, acercándose a los registros más extremos de la sequía de comienzos de los 90. Además, y a diferencia de 2022, el presente año termina con todos los observatorios meteorológicos de la red principal andaluza con valores de precipitación acumulada por debajo de lo normal. Casi todos rondan entre el 40 y el 50 % de sus registros medios, aunque destaca el caso de la capital malagueña donde la lluvia caída desde el 1 de enero ha acumulado un déficit del 66 % respecto a lo habitual. Es decir, ha llovido un tercio de lo que debería haber llovido en condiciones normales.
El mes de abril marcó un hito en toda la región con temperaturas propias de verano en el valle del Guadalquivir
Como es lógico, los pobres valores de precipitación acumulada durante todo el año han tenido reflejo en las reservas hídricas de la región. La cuenca del Guadalquivir, la mayor en capacidad y que vertebra el territorio, llega a finales de 2023 al 19 % de su capacidad total, lo que supone unos cinco puntos menos que hace un año. De igual modo, la del Guadiana o las cuencas mediterráneas andaluzas, comenzarán el nuevo año con valores muy por debajo respecto a enero de 2023, situándose al 26.6 y al 19.1 % de su capacidad respectivamente. De ellas, las mediterráneas han perdido casi 19 puntos respecto a los valores en que se encontraban a finales de 2022. Datos por completo nefastos y que situarán a comienzos de 2024 las reservas de agua del conjunto de la región a poco más del 20 % de su capacidad total, 8 puntos por debajo de lo registrado el pasado 1 de enero.
2023, año de registros extremos propios de un clima alterado
Junto a la escasez de lluvia, las altas temperaturas han sido, otro año más, las protagonistas meteorológicas del 2023. Los episodios por calor extremo se han sucedido a lo largo de todo el curso, y de entre todos, han destacado tres. Más allá del verano, las altas temperaturas, o más bien, unas temperaturas anormalmente elevadas, protagonizaron los meses de abril, octubre y diciembre. En todas las ocasiones, los valores de temperatura media o absoluta se situaron muy por encima de lo habitual para la época del año en que ocurrieron. Ocasiones que la propia Agencia Estatal de Meteorología ha ido situando como propias de un clima alterado, y de las que sin duda destaca el vivido durante el pasado mes de abril.
Desde finales del pasado marzo y hasta comienzos de mayo, todo el sur y buena parte del resto del territorio peninsular vivieron una situación de permanente estabilidad anticiclónica con la irrupción puntual de masas de aire muy cálidas en altura. Dicha situación llegó a concluir como un hito nunca antes registrado y que tuvo a Andalucía, y particularmente a todo el valle del Guadalquivir como epicentro del episodio. La anomalía de las temperaturas medias del mes llegó a superar los 4 grados en numerosos puntos de la depresión bética. La intensidad del episodio llegó a dejar nuevos récords de temperatura máxima para la España peninsular en un mes de abril, alcanzándose los 38.8 °C en la capital cordobesa. Valores propios de los meses de julio o agosto y que rompían por casi cinco grados los anteriores registros históricos mensuales.
Pero no sólo abril. La sensación de rotura climática ha ido salpicando el resto del año con otros dos episodios de patrón similar aunque mucho más concentrados en el tiempo. Entre finales de septiembre y la primera semana de octubre, y a comienzos del mes de diciembre, la estabilidad anticiclónica y la entrada de aire anormalmente cálido en altura volvían a dejar registros extremos mensuales en numerosas estaciones meteorológicas de la región. En octubre de 2023, Sevilla y Córdoba, junto a otras localidades andaluzas, batían sus registros históricos para el mes. Por su parte, la capital malagueña y el resto de localidades de la Costa del Sol, marcaban un hito durante la tarde del 12 de diciembre con máximas que rozaban los 30 grados a poco más de una semana del comienzo del invierno astronómico.
Sin cambio de rumbo claro para el 2024
El futuro inmediato no es especialmente prometedor. A pesar de que los primeros días de 2024 estarán protagonizados por diversos episodios borrascosos que dejarán precipitaciones en la mayor parte de la región, el avance climatológico de la AEMET para los primeros meses del año desdibuja cualquier síntoma de cambio de tendencia radical que pudiese llegar. La propia Agencia prevé un trimestre de enero a marzo mucho más cálido de lo normal y unas lluvias, eso sí, que podrían terminar en valores de relativa normalidad. Sea como sea, lo que parece evidente y a la vista de los datos es que Andalucía llega exhausta al 2024, casi sin capacidad para resistir otro año como el que ahora termina.