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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La angustia de las homologaciones extranjeras: “Imagínate llegar con dos carreras y ver que no tienen validez”

Desde antaño se ha asociado a las personas inmigrantes con puestos de baja cualificación con la justificación de que son personas carentes de formación, pero no siempre es así. Ylsa Rodríguez, de 46 años y madre soltera, aterrizó a España en 2022 con la única compañía de su hija. Lo hizo huyendo de la “grave crisis” que atraviesa su país, Venezuela. Al llegar a Andalucía se encontró con un problema que no contemplaba: las dos carreras universitarias que poseía no tenían validez ante las empresas y los trámites de convalidación eran muy complejos, costosos y se dilataban demasiado en el tiempo.

Esa situación la obligó a empezar desde cero pues, ante los ojos de empresas y administraciones, era una persona sin formación ni experiencia laboral pese a poseer una carrera universitaria en Contabilidad y una Maestría en Educación Especial Integral. “Fue muy duro pasar de ejercer como profesional y tener estabilidad a no servir para casi nada porque no valían mis títulos”, afirma Rodríguez.

Ante ello, Rodríguez se vio obligada, como hacen muchas otras mujeres migrantes, a realizar labores de limpieza, cuidado de personas mayores o clases particulares. Todo ello, afirma, bajo unas “condiciones bastante precarias”. Así, y pese a todas las dificultades con las que se ha ido encontrando, mira a la vida con optimismo. “Rendirse no es una opción, tengo que seguir haciendo el camino y formándome”, asegura.

Codenaf forma como mediadores interculturales a personas inmigrantes que previamente fueron atendidos en la organización y que se incorporan a trabajar

Desde su llegada, Ylsa Rodríguez ha realizado varios cursos formativos de auxiliar, sociosanitaria, auxiliar de almacén y uno de mediación intercultural en la organización Cooperación y Desarrollo con el Norte de África (Codenaf), que le ha brindado la oportunidad de ejercer como mediadora en la organización durante tres meses, adquiriendo así experiencia laboral en el sector. Codenaf tiene varios programas, uno de ellos de inclusión de personas inmigrantes, consistente en la formación como mediadores interculturales de personas inmigrantes que, previamente, han sido atendidos ahí. Tras la formación, se incorporan a trabajar en la entidad.

Limitaciones, estereotipos y discriminación

El ejemplo de Rodríguez no es un fenómeno aislado. Como ella, otras personas inmigrantes están sometidas a los estereotipos que transcienden al ámbito laboral y que les condenan a ocupar puestos de baja cualificación, dificultando así su ascenso social. También es el caso de Pierina Merina, natural de Perú, quien huyó de su país en compañía de su marido. Pese a poseer formación en turismo, asistencia administrativa y secretaria de gerencia, ella también se vio obligada a ocupar puestos de limpieza y cuidado de personas mayores ante la imposibilidad de acceder a puestos acordes a su formación por no tener los títulos homologados.

Su aterrizaje en España tampoco fue fácil. Merina llegó en plena pandemia y, tras permanecer seis meses encerrada con su marido en casa de un familiar, les negaron el asilo. A la la barrera formativa se sumaba la burocrática. “Sólo podía acceder a puestos sin contrato”, recuerda. Tras mucho esfuerzo consiguió obtener la residencia gracias al nacimiento de su segundo hijo y, en mes y medio, consiguió homologar su bachillerato, que era el trámite más sencillo. Solo contar con ese título le ha abierto las puertas para acceder a otras formaciones posteriores.

La barrera del idioma

Mohamed El Maimouni, procedente de Marruecos y licenciado en derecho administrativo, llegó a España con la ilusión de encontrar un futuro mejor: “En mi país estudias a sabiendas de que nunca vas a ejercer de ello. Los puestos de trabajos están adjudicados a dedo y existe mucha corrupción, mucho despotismo”, opina. El problema para El Maimouni es que su carrera, al estar especializada en el código marroquí, no tiene convalidación directa en España, pues los trámites son mucho más complejos. Por eso, desde su llegada, Mohamed ha pasado por diferentes puestos de trabajo, desde pescador en las costas de Ceuta, donde lo contrató un amigo de su padre, a trabajar como camarero en un restaurante de Málaga o en una empresa de almacenaje en Sevilla.

Actualmente, junto con Ylsa y Pierina, Mohamed es una de las cuatro personas seleccionadas para el programa de mediación intercultural de Codenaf. Para Carmen Cano, pedagoga y formadora de Condenaf, el perfil de Mohamed aporta un valor especial a la organización, ya que domina cuatro idiomas diferentes: inglés, español, francés y árabe. Eso le permite ejercer de mediador con aquellas personas que llegan a España sin entender el idioma.

“Debe de enfocarse desde una doble perspectiva, el inmigrante, por un lado, tiene que aprender a dominar el idioma del país al que va y, por otro, las administraciones deberían de facilitarle los documentos en su idioma”, señala Mohamed. Tras finalizar el curso, una orientadora de la organización les informará de las formaciones que deben de seguir realizando para obtener un certificado de profesionalidad que les permita acreditarse y ejercer de mediadores en otras empresas que lo requieran.

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