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ENTREVISTA

Antonia Ávalos, acusada por el 'coño insumiso': “Quieren un castigo ejemplarizante por nuestra rebeldía”

Puso un océano de por medio hace 13 años huyendo de su “golpeador”. Desde México, con su pequeña hija, llegó a España a través de un doctorado universitario en Estudios de Género. Pese a las complicaciones iniciales “por ser inmigrante latinoamericana y no europea”, Antonia Ávalos salió adelante como pudo y, desde hace ya tiempo, preside la asociación Mujeres Supervivientes de Violencia de Género y colabora en un comedor social en la Casa Grande del Pumarejo, donde atiende a eldiario.es Andalucía. Ávalos es una de las tres mujeres acusadas en el procedimento juicial por aquella vagina de látex que se paseó por Sevilla el 1 de mayo de 2014 bajo el nombre 'Procesión de la Anarcofradía del Santísimo Coño Insumiso y el Santo Entierro de los Derechos Sociolaborales'. El juicio, tras ser aplazado, arranca este próximo jueves. La Fiscalía pide para ellas una multa de 3.000 euros por delitos contra los sentimientos religiosos y Abogados Cristianos suma delitos de odio.

¿Qué hace Mujeres Supervivientes y cómo surgió?

Empecé a implicarme en la problemática de las mujeres, a atenderlas, a hacer redes. Hacemos intervenciones directas, las acompañamos durante los juicios y durante todo ese proceso de reconstrucción personal de una situación de la que sales completamente rota. Ayudamos a que recuperen el deseo de vivir para poder salir adelante, con talleres de defensa personal, empoderamiento o bienestar emocional, además de colaborar en búsqueda de empleo, etc. La mayoría somos inmigrantes y en el barrio la gente nos quiere mucho.

¿Cómo afronta el juicio por presunto delito contra los sentimientos religiosos?

Me genera mucha tristeza, desasosiego, porque lo nuestro tiene que ver con los derechos de las mujeres. Salimos por temas políticos, para reivindicar derechos. Y lo otro es una tema religioso en el que mis compañeras y yo no tenemos por qué cuestionar quién cree, en qué cree o cómo cree. Aquí vienen a diario mujeres musulmanas, católicas, ateas, budistas... con quienes compartimos de manera respetuosa. Si algo tiene este comedor es esa tolerancia y esa interculturalidad. Y nos sentimos perseguidas y criminalizadas por reivindicar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, contra la precariedad laboral, por alguien que tiene mucho tiempo y muchos recursos. Nuestra lucha es algo terrenal, que tiene que ver con la vida real de las mujeres. Lo que debemos de estar es en esto, resolviendo nuestras vidas o siendo felices. Esto nos da tristeza y nos ha llevado mucha energía.

Pero lo que motivó la querella de Abogados Cristianos fue la forma en que planteasteis aquella reivindicación, ¿no?

Los sentimientos de cada uno son respetables. Lo que sienta cada persona es incuestionable. Lo que me parece más grave es que la Fiscalía nos acuse. El movimiento feminista avanza, los derechos de las mujeres también, la libertad de expresión está en la Constitución Española... Más bien pareciera que quieran ejercer un castigo ejemplarizante por ese atrevimiento de rebeldía, de disidencia, de apropiarnos de una parte de nuestro cuerpo.

¿Cuál cree que debería ser el papel de la Fiscalía en este caso?

Debería protegernos o atender a la libertad de expresión como ya se probó [en junio de 2016]. Si el fiscal ve nuestras trayectorias sabrá que somos unas mujeres luchadoras, trabajadoras, con nuestros hijos saliendo adelante, con un prestigio ético porque somos ciudadanas que aportamos a la hora de construir democracia, feminismo, libertad.

Lo que se va a ver en el juicio es si prima la libertad de expresión o los sentimientos de una religión, ¿no cree?

Hicimos ficción, teatro, performance. Tendrían si no que castigar todas las obras, canciones, películas, bailes. Lo lúdico tiene que ver con eso, con la parodia, con la ficción, no con unos sentimientos de nadie en especial.

¿Por qué solo tres mujeres de todas las que participaron en aquella 'procesión'? ¿Cree que hubo uso policial de “ficheros ideológicos”?

En ningún momento nos identificaron aquel día. Nos eligieron a tres mujeres. La hipótesis que tenemos es que escogieron a una chica joven, precaria, activista, así como a otra chica de mediana edad, anarquista, feminista y también activista, y a una mujer mayor inmigrante. Son tres perfiles, tres maneras de estar en el mundo del activismo, para castigar y para que sirva de ejemplo, de modo que cualquiera que se identifique con alguna de nosotras tres sepa lo que le puede pasar.

¿Un aviso a navegantes?

El miedo que tenemos las mujeres es ancestral, porque nos han interiorizado una culpa: si le faltó sal a la comida, si no amamantaste ocho meses a tu hija en lugar de seis, si no haces bien las cosas y por eso te golpeó el marido, etc. No es posible que el Estado apele a culparnos de ser ciudadanas, de ser libres, de apropiarnos de nuestra libertad y de nuestros pensamientos.

¿Defiende que únicamente lo que quisieron hacer fue llamar la atención para reivindicar los derechos de las mujeres?

Lo hicimos en ese sentido, para que el Estado vea lo que nos está pasando a las mujeres. Aquello fue en 2014 pero estamos en 2019 y siguen asesinando y violando a mujeres, sigue habiendo precariedad, exclusión y un paro muy alto en las mujeres. Los políticos se pelean por el poder y nosotras seguimos en la misma situación.

¿Confía en la justicia y en que el juicio salga bien para sus intereses?

No te voy a decir que confíe en la justicia. Ya en la fase de instrucción vimos que nuestra acción podía ser de mal gusto pero tenía que ver con la libertad de expresión, porque todas nuestras reivindicaciones son políticas. ¿Qué quieres que te diga? Muchas mujeres no quieren ir a denunciar por violencia de género porque no confían en la justicia.

¿Qué tiene previsto decirle al tribunal?

Responder a lo que me pregunten con dignidad, con verdad, con feminismo, como mujer inmigrante y ciudadana. Les diré quién soy, qué hago, con integridad.

¿Le trasladará que no tiene la sensación de haber hecho nada delictivo?

Nada malo. Son ellos en esta persecución los que nos hacen sufrir innecesariamente. Ya bastante tenemos con no poder pagar el recibo de la luz o con haber sido violadas, como las mujeres a las que ayudamos aquí. A eso es a lo que nos debemos dedicar, no a que haya una justicia y un fiscal que nos persigue y unos Abogados Cristianos que nos persiguen cuando nuestra vida tiene que estar en otro lugar. Quieren que confesemos. ¿Confesar qué? ¿Que estamos precarias, que queremos salarios justos, que no queremos ser violadas o asesinadas, que queremos vivienda? Pues eso voy a confesar, porque todos los días estamos con esa realidad. Bailamos, sí, y nos pusimos una mantilla, sí, pero la soberana de mi cuerpo soy yo. Fue un teatro, una ficción.