2015 empezó en Andalucía con una grave crisis en el pacto de gobierno entre el PSOE-A e IU, que se rompería a las pocas semanas, con la consiguiente convocatoria de elecciones autonómicas para el 22 de marzo. Con ello, la presidenta, Susana Díaz, conseguía poder someterse a las urnas por primera vez y quitarse el estigma de que había heredado el gobierno de José Antonio Griñán sin haber ganado nunca. Y lo hizo.
Fue la primera cita con las urnas de un año marcado por otras dos convocatorias -municipales en mayo y generales en diciembre- e incluso una cuarta, considerando el impacto que tuvieron también en Andalucía las catalanas en septiembre, tanto porque sus líderes hicieron campaña en Cataluña como porque las mismas estuvieron muy presentes en el debate político en el sur, como en el conjunto del país. Pero sobre todo, el 22M hizo que Andalucía se convirtiera en banco de pruebas para testar a los partidos emergentes, fundamentalmente Podemos y C's que tras las europeas de 2014 volvían a la campaña, y no sólo en clave de urnas, sino de pactos postelectorales como primer ensayo de la augurada fragmentación. Supondría igualmente la ratificación del cambio de ciclo que, tras tres derrotas electorales consecutivas de los socialistas en Andalucía, se inició con su victoria en las europeas, a la que seguirían en 2015 estas autonómicas, las municipales y, terminando el año, las generales. Cuatro triunfos consecutivos desde que Susana Díaz se convirtió en secretaria general del PSOE-A.
Lo primero que arrojó el 22M fue que el anunciado fin de bipartidismo no era inminente, porque, aunque mermado, aguantó. En este nuevo escenario, Susana Díaz sacó peores resultados para el PSOE-A que en las convocatorias anteriores, pero a efectos prácticos mantuvo los 47 escaños de la legislatura previa, mientras que el PP-A, pese a que se pegó un batacazo (de 50 a 33), ha seguido como segunda fuerza. Eso sí, dos nuevos protagonistas a escena, Podemos (15 diputados) y C's (9) para completar su arco parlamentario de cinco grupos con IU, la otra gran penalizada, que pasó de 12 asientos a cinco. Pero esa victoria del PSOE-A tenía una segunda lectura: eran mayoría los votantes que se habían pronunciado por las otras opciones, y los demás partidos no se lo pusieron fácil tomar posesión, si bien un pacto para gobernar otros estaba descartado porque la aritmética no se lo permitía a los afines entre ellos.
Finalmente Susana Díaz tomó posesión -a los 80 días de ganar los comicios- con el respaldo de C's, con el que sin cerrar un pacto de gobierno, sí ha establecido una alianza para los momentos claves de la legislatura y dos de ellos le han llegado este año: la creación de una comisión de investigación y la aprobación de los presupuestos autonómicos. Una alianza que a su vez ha servido para neutralizar cualquier intento del resto de la oposición de influir en su acción de gobierno, por ejemplo vía presentación de proposiciones de ley, para lo que el PSOE-A se ha garantizado con C's una estrategia de bloqueo de iniciativas que, salvo contadas excepciones, le ha funcionado.
En los seis meses que ha cumplido la renovada legislatura no ha sido aprobada ninguna ley nueva por el Parlamento de Andalucía, sino únicamente dos modificaciones de las vigentes. Por un lado, la modificación de la Ley de la Función Pública mediante una proposición de ley presentada por el grupo del PSOE-A, que además trajo cola porque inicialmente el Consejo de Gobierno presentó un decreto que fue tumbado por la oposición y que contaba con el rechazo de la mayoría de los sindicatos, de manera que se introdujeron cambios. También, en el último pleno del periodo de sesiones -celebrados los días 22 y 23 de diciembre con toda la resaca del 20D- se ha aprobado otra para modificar la Ley de Gestión Integrada de la Calidad Ambiental de Andalucía (GICA) y simplificar los trámites de evaluación medioambiental, a lo que hay que sumar la ratificación del proyecto de ley de medidas urgentes para fomentar el empleo que venía de la legislatura previa.
En segundo de los grandes capítulos que generaría polémica sería la constitución de una comisión de investigación para buscar posibles responsabilidades políticas en el fraude con las subvenciones para formación, la décima en el Parlamento de Andalucía. Finalmente salió adelante la presentada por C's de manera que el PSOE-A evitó que se impusiera la elevada por los populares y consiguieron igualmente que los de Albert Rivera se hayan mantenido fieles a la hora de decidir cómo se desarrolla la misma. De hecho, la presidencia ha sido para C's, en concreto en su diputado Julio Díaz, y a su vez los dos partidos han conseguido evitar que haya siquiera lista de comparecientes antes de las generales. De hecho, la comisión de investigación ha cumplido casi tres meses sin que apenas haya avanzado más que en cuestiones relacionadas con su organización.
El tercer gran logro del pacto invisible
El tercer gran hito de esta sintonía entre el PSOE-A y C's ha sido la aprobación de los presupuestos autonómicos para 2016, que han permitido a la Junta de Andalucía superar, por primera vez en años, la barrera de los 30.000 millones de euros. La Consejería de Hacienda y Administración Pública se planteó alejar del ruido electoral este debate de manera que envió al Parlamento de Andalucía su propuesta con más antelación que nunca tras garantizarse el respaldo de C's. Primero en la tramitación, después de concederle algunas de sus demandas, como una rebaja del tramo autonómico del IRPF, y después, en la aprobación, incluyendo ocho de sus nueve enmiendas. Igual que C's apoyó las 12 del PSOE-A. Todas las del resto de la oposición, con las que el Gobierno de Andalucía optó por no negociar basándose en la percepción de que no estaban por la labor -como cree que demostraron luego con la presentación de enmiendas a la totalidad por parte del PP-A, Podemos de IU- fueron tumbadas.
Con ello, el Gobierno de Andalucía ha considerado superar la mayor prueba de fuego desde su constitución, por tratarse de la ley más importante del ejercicio. Y ha sido la primera comunidad autónoma con sus presupuestos para 2016, y lo consiguió horas previas a que comenzara la campaña del 20 de diciembre. Empieza con ello el nuevo año con los deberes hechos y la tranquilidad de que C's continúa como estrecho colaborador.
Más allá de esto, el debate político ha estado marcado por la confrontación con el Gobierno de la Nación, tanto por el hecho de que la Junta de Andalucía insiste en que la comunidad autónoma ha sufrido su “permanente castigo” en materia de financiación -y negándole un plan especial de empleo- como por los alardes en el sentido contrario hechos desde las filas del PP-A y con la corrupción como arma arrojadiza entre unos y otros. El protagonismo que Susana Díaz ha explotado a escala nacional como presidenta de la comunidad autónoma más poblada, que le ha servido para posicionarse como referente en los debates más importantes del año, como ha sido el tema de Cataluña, ha generado también sus tensiones, no ya sólo con la oposición sino con su propio partido. El 20D parece que le ha abierto nuevas posibilidades, o no, pero eso se verá ya a lo largo de 2016.