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Seis años con su familia homoparental de acogida: “Estoy muy a gusto con mis dos papás”

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Tiene 11 años y lleva ya seis viviendo una nueva vida, la que le han dado sus padres, Ismael y Antonio, que tenían claro desde que empezaron su relación que querían ser familia de acogida. Ellos le han enseñado a Alexis a hablar con madurez de sus circunstancias, de por qué ellos han querido darle un lugar que no fuera el del centro donde estaba desde que su madre biológica no pudo hacerse cargo de él. El nervio propio de su edad no le impide expresar con madurez sentimientos sinceros de agradecimiento a la que es su familia y a una situación que ya no le es novedosa pero que ha asumido con una naturalidad que hace felices a sus padres y que llama la atención. “Muchas veces me pregunto qué hubiera sido de él si no estuviera con nosotros”, afirma Ismael.

Los nombres ficticios de esta historia, al tratarse de un menor de edad, no son incompatibles con la veracidad de unas emociones que verbalizan al relatar cómo discurrió todo desde que él llegó a esta casa de un humilde barrio del Aljarafe sevillano. Luces navideñas a tope, unos gentiles dulces inviables y un par de gatos tan afectuosos como los anfitriones. Con nombre de youtuber hasta que se lo cambie Alexis, uno de ellos juega al ritmo de la pelota que maneja el niño, que presume del vídeo que grabaron durante el confinamiento en el que expresa cómo se siente al ser un menor de acogida. Aquellas imágenes estaban previstas para animar a otras personas a iniciar el difícil camino que ellos emprendieron, pero se quedaron para uso interno. Mariví Cascajo, presidenta de la Asociación de Familias de Acogida y Colaboradoras de Sevilla 'Abrázame', que tiene entre sus objetivos ofrecer acompañamiento e información a las familias de acogida y colaboradoras, presencia con alegría la escena. “Estoy muy a gusto con mis dos papás”, dice él sin tapujos.

“La familia es muy importante y, si se trabaja bien, se recogen los frutos. Una casa nada tiene que ver con un centro de acogida. Tiene que haberlos, pero no es lugar para un niño, y aquí recibe el amor y el cariño de un hogar”, comentan los padres que, cuando comenzaron el papeleo, tenían igualmente claro que no querían desvincular al niño de sus raíces. De hecho, mantienen buena relación con la madre biológica, quien ve a Alexis con normalidad. “A mucha gente le da miedo el acogimiento, porque no saben cómo va a ser, pero es algo muy bonito”, apunta Mariví. Ellos dieron un abanico amplio de características del menor que se ofrecían a acoger. En esas, le asignaron a Alexis. Los nervios del primer encuentro y un 'spiderman' de cómplice. Pese a su mirada clandestina a través la rendija de una puerta, no tardó ni dos días en llamarles “papá”. “Eran las ganas que tenía”, señalan. Y hasta hoy, como cualquier otra familia, como cualquier otro hogar, con sus alegrías y sus no tantas.

Este torbellino quiere un hermanito con quien compartir gatos, pelota y juegos. No se descarta. Él se adaptó muy bien después de haber pasado 15 meses por una familia de urgencia tras la retirada de la biológica, relatan sus padres. El acogimiento es una medida de protección de la infancia en la que se ofrece un entorno familiar adecuado a menores de edad que, por diversas circunstancias, han pasado a ser tutelados por la administración. A diferencia de la adopción plena, el acogimiento permite que el menor siga manteniendo el vínculo de unión jurídico y afectivo con su familia biológica, lo que significa que las familias de acogida no se convierten en padres totales y, en algunos casos, el menor podrá seguir teniendo contacto con su familia biológica ya sean padres, abuelos, tíos, etc, explica Mariví, que es familia colaboradora. “Darles ese espacio”, comenta.

Abrir las puertas

“Cuando conoces esto, no puedes escapar”, confiesan, sabedores de que no es fácil y de que, como en cualquier hogar, se pasa por dificultades, en este tipo de casos casi siempre relacionados con los primeros años de vida del menor, con sus traumas, con el abandono, al que se le busca el mejor entorno para cubrir sus necesidades físicas, afectivas, emocionales, educativas y sociales. Esas “otras mochilas” se compensan “sin duda” con la “motivación” que les supone a estas familias “amar y querer hacer algo por los demás”. “Es tan bonito como abrir las puertas de tu familia a alguien que no es de tu familia y que, con el tiempo, quieres como al que más”, resume Ismael. Es “otra opción”, resumen. “Siempre hemos escuchado hablar de la adopción, pero no tanto de los diversos tipos de acogimiento que existen para darle un hogar al que no lo tiene”, inciden. “Se trata de querer como a un hijo sabiendo que no lo es”, apunta Mariví.

Las bondades del acogimiento no están exentas de complicaciones, reconocen. “Se vive muy intensamente”, dice Ismael. “Ante las ansiedades, agárrate y aguanta”, apuntan. Sufrimiento y lágrimas de impotencia también acompañaron a esta familia en los primeros tiempos de acogida. Antonio aún recuerda la primera noche de Alexis, cuando amaneció asustado en la misma posición en la que le arroparon con mimo sus nuevos padres, que vieron la manera tan rápida en que fue evolucionando pese a esos malos momentos, inevitables en cualquier hogar.

Pareja desde hace muchos años ya, ellos también dudaban de cómo reaccionaría el entorno social del menor al tener dos padres, pero la desagradable sorpresa llegó en cambio en la primera entrevista para el acogimiento. “Nos preguntaron en qué antro nos habíamos conocido”, recuerdan, ahora bromeando. Todo se desarrolló con normalidad con el paso del tiempo y Alexis presume de que que es de los pocos que tiene dos padres, y que eso “es chulo”. “De la ilusión del acogimiento, a quererlo”, resumen los padres.

“Es una experiencia tan potente que quieres transmitirla”, explican. Como cualquier padre o madre, sienten que se trata de “prepararlo”, de ofrecerle un “nuevo futuro” a través de unas “herramientas” para que pueda desenvolverse en la vida en base a unos valores buenos, responsables y generosos. Como cualquier padre o madre, con la diferencia de que el receptor no tenía a nadie que se los mostrara. “En un centro no eres especial para nadie”, aseguran pese a la “buena labor profesional” que se pueda llevar a cabo.

Tiene 11 años y lleva ya seis viviendo una nueva vida, la que le han dado sus padres, Ismael y Antonio, que tenían claro desde que empezaron su relación que querían ser familia de acogida. Ellos le han enseñado a Alexis a hablar con madurez de sus circunstancias, de por qué ellos han querido darle un lugar que no fuera el del centro donde estaba desde que su madre biológica no pudo hacerse cargo de él. El nervio propio de su edad no le impide expresar con madurez sentimientos sinceros de agradecimiento a la que es su familia y a una situación que ya no le es novedosa pero que ha asumido con una naturalidad que hace felices a sus padres y que llama la atención. “Muchas veces me pregunto qué hubiera sido de él si no estuviera con nosotros”, afirma Ismael.

Los nombres ficticios de esta historia, al tratarse de un menor de edad, no son incompatibles con la veracidad de unas emociones que verbalizan al relatar cómo discurrió todo desde que él llegó a esta casa de un humilde barrio del Aljarafe sevillano. Luces navideñas a tope, unos gentiles dulces inviables y un par de gatos tan afectuosos como los anfitriones. Con nombre de youtuber hasta que se lo cambie Alexis, uno de ellos juega al ritmo de la pelota que maneja el niño, que presume del vídeo que grabaron durante el confinamiento en el que expresa cómo se siente al ser un menor de acogida. Aquellas imágenes estaban previstas para animar a otras personas a iniciar el difícil camino que ellos emprendieron, pero se quedaron para uso interno. Mariví Cascajo, presidenta de la Asociación de Familias de Acogida y Colaboradoras de Sevilla 'Abrázame', que tiene entre sus objetivos ofrecer acompañamiento e información a las familias de acogida y colaboradoras, presencia con alegría la escena. “Estoy muy a gusto con mis dos papás”, dice él sin tapujos.