Andalucía es la primera comunidad autónoma española en superficie de agricultura ecológica (1.098.000 hectáreas, año 2020). Supone más de la mitad de la superficie total, con mucha diferencia con respecto a la siguiente (Castilla-La Mancha) con algo más de 400.000 hectáreas. Ello hace que Andalucía se encuentra muy próxima a cumplir la estrategia de la Granja a la Mesa de la UE, para que al menos un cuarto de la superficie agraria útil (25%) de cada región comunitaria esté dedicada a agricultura ecológica en el año 2030 (ahora supone el 23,5 %).
El crecimiento experimentado en las dos primeras décadas del siglo veintiuno por esta modalidad de producción ecológica guarda relación con el apoyo institucional brindado a través de los sucesivos Plan Andaluz de Agricultura Ecológica de la Junta de Andalucía: I Plan años 2002-2006; Segundo Plan años 2007-2013 y Tercer Plan años 2014-2020. La Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía ha concedido importantes ayudas al sector superiores a los 750 millones de euros entre los años 2005-2020.
Los agentes implicados en el desarrollo de la agricultura ecológica en Andalucía se han multiplicado desde el año 2005. Los operadores ecológicos han crecido por cuatro (desde cinco mil a más de veinte mil) y ha aumentado el número de las agroindustrias diez veces (de trescientas a más de tres mil).
Destacan tres provincias andaluzas donde se concentran más de la mitad de estos operadores (55%): las de Almería (23 %), Granada (19 %) y Córdoba (13%). Se trata, sobre todo, de productores directos y exportadores de producciones hortofrutícolas, de frutos secos, olivar y ganadería ecológica.
Asimismo, sobresalen las superficies ecológicas –más de 150.000 hectáreas- de las provincias de Huelva (19 %) y Cádiz (17 por ciento). La mayoría de provincias tienen superficies situadas en la horquilla de entre 100.000 y 120.000 hectáreas. La menor implantación corresponde a las provincias de Almería y Málaga (en torno a las 30.000 hectáreas).
Si ponemos el acento en los usos y aprovechamientos de estas superficies de agricultura ecológica, las dehesas y pastos son las que albergan mayor superficie con producción ecológica (en torno al 60 por ciento). Las principales producciones son las de carne ecológica de vacuno (más del 80 por ciento de esta producción andaluza se reparte entre las provincias de Huelva, Córdoba y Cádiz). Carne ecológica de caprino (Más del 60 por ciento obtenido en las provincias de Granada y Jaén). Y la apicultura (miel ecológica), cuyos dos tercios de la producción corresponden a las provincias de Huelva, Granada y Cádiz.
Por lo que se refiere a los aprovechamientos agrícolas, los cultivos de cereales y el olivar aglutinan el 15 por ciento de la superficie de producción ecológica (más de 150.000 hectáreas), seguidas por los frutos secos (en torno a las 50.000).
No obstante, cabe señalar, al menos, tres singularidades. Una de ellas es el rápido crecimiento de la agricultura ecológica en los invernaderos hortofrutícolas, por las numerosas ventajas que conlleva (adaptación a la demanda centro/norte europea, polinización natural, control de plagas, etc.).
Un segundo aspecto a considerar es la importancia del olivar ecológico en que Andalucía es potencia mundial, tanto por la gran superficie que ocupa en las altas campiñas y las sierras andaluzas de casi todas las provincias (menos las de Almería y Huelva), como por su especialización en este tipo de producción en el conjunto de España.
Otra característica es la presencia de la mayor superficie de almendro ecológico del mundo (entre las provincias de Almería, Granada y Jaén). Esta modalidad de cultivo se ha adaptado perfectamente a las explotaciones tradicionales de secano del sureste árido y ha crecido espectacularmente desde menos de 17.000 hectáreas (año 2001) a más de 100.000 hectáreas en la campaña 2019-2020.
Por último, si nos fijamos en el reparto de las agroindustrias ecológicas, el mayor éxito ha sido la fuerte expansión de la agroindustria ecológica en los dos últimos años (543 agroindustrias nuevas), destacando el crecimiento de las industrias hortofrutícolas (más de 300), seguidas de las almazaras de aceite (más de 200) y las de conservas vegetales y zumos (más de 100). En un grupo de menor importancia están las de productos panificables y de confitería, las de frutos secos y las bodegas de vinos (en torno a las 50 cada grupo). Un tercer grupo corresponde a industrias agroforestales como los mataderos y productos cárnicos y lácteos; las de obtención de huevos, miel y las de plantas aromáticas.
Habrá que ver si esto finalmente se traduce en riqueza bien repartida entre los andaluces, o el impacto de la Covid-19 hace mella en esta industria. Sin embargo, todo hace pensar que de momento Andalucía avanza por el buen camino y que podría servir como laboratorio europeo (o HUB como se llama ahora) en esta materia para contribuir a una Andalucía más innovadora y sostenible que nos aleje del pernicioso monocultivo turístico.