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Política contra comunicación política: Entender estos meses de locura informativa

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Sin meternos en quién hace qué -dios nos libre a los profesionales de la política meternos en según qué pantanos- comunicación y política son dos términos que a pesar de recorrer juntos el mismo camino, nunca van por separado ni son lo mismo... a pesar de que los mezclemos en nuestros debates diario a pie de semáforo.

Comunicación política, persuadir para lograr un cambio de actitud con respecto a la política. Política, decisiones para organizar la sociedad. De un tiempo a esta parte, no se sabe dónde acaba una y empieza la otra.

Sin lugar a dudas vivimos en un mundo cada vez más raro, que cada vez cambia más rápido, donde es necesario decidir rápido y bien. Sin embargo, en una esfera pública sobrecargada de información, cada vez los actores políticos emplean más recursos en el “qué decir”, “cómo decirlo” y “cuándo hacerlo” que en si las decisiones que toman o las propuestas (o la ausencia de ellas) se hace bien o mal. Pero estás tres afirmaciones no sirven de nada si no nos preguntamos ¿Para qué comunican? ¿Qué buscan? ¿Qué quiere conseguir el emisor como institución, partido o empresa?

La comunicación política no solo debe entenderse como la elaboración de discursos, preparación de debates, entrevistas o atención a medios. También como una herramienta estratégica y fundamental para alcanzar el objetivo subrayado en amarillo, ya sea este ganar unas elecciones, conectar mejor con la ciudadanía o posicionarnos como marca y así vivimos en una campaña electoral permanente. Creemos que hay que empezar a poner un poco de orden en esto. Ahí van nuestros brico-consejos de hoy:

  • Para entender lo que pasa hoy en España y en el mundo, es necesario meternos en la cabeza el concepto de “campaña electoral permanente”. Por ejemplo, para entender que los partidos -al igual que los periodistas, los panaderos, los astronautas o incluso nosotros mismos- tienen que comer y que por encima de esos objetivos está su propia supervivencia. Debido a esto, ya se sea un buen político, que busca su propia versión del bien común, o un mal político, que busca la versión universal del bien propio, viven de los votos y por ende antepondrá ciertas vinculaciones a sus objetivos, porque sin ellas, no podría alcanzar esos altos objetivos. Antes que los resultados, está el poder llegar a la carrera. Si no corres sencillamente, pues ni compites.
  • Otro concepto a explicar para ganar un poco de perspectiva en este maremágnum de emociones es el “sistema político”. De igual manera, hay que entender que vivimos en una sociedad hiper-conectada, que no ha sabido absorber la transformación -lógica, inevitable y con retraso de 80 años- de una/dos sensibilidades políticas a cuatro y media. Este sistema político, y que hace décadas campa por Europa, es el siguiente Izquierda Verde, Socialdemocracia, Liberales económicos, social-conservadores, y extrema derecha populista. Este mismo sistema, funciona estupendamente incluso con gobiernos en minoría donde llevan años de tradición de consenso. Este país, no es ese tipo de país. Es un país de tradición autoritaria. Aprox… de toda la vida de dios. Y en este país, en lugar de llegar a acuerdos que se ven como una debilidad, hemos preferido tensar las dinámicas comunicativas y marketinianas para llegar a los electores. En este sentido, y por desgracia, nos parecemos más a EEUU que a Europa.
  • Parece una perogrullada, pero también hay que meterse en la cabeza la “visión estratégica”. Los ciudadanos, organizaciones y por supuesto partidos no hacen las cosas por que sí. Además en un escenario donde el relato está en continuo movimiento, con movimientos tácticos milimétricos, donde la comunicación se entiende como un tablero de ajedrez, donde el resto de adversarios también mueven ficha y no necesariamente a la vista de todos. Nadie hace nada al azar, las cosas no pasan porque sí, todo comunica y todo está pensado para dar una respuesta a cada cambio, a cada giro y a cada situación. Elaborando un mensaje que nos ayude a conectar con nuestro público y a seguir manteniendo nuestra posición.

Si rascamos un poco y quitamos las primeras capas de maquillaje superficial del término comunicación política aparecen otros conceptos como marco, relato o mensaje, que moldean y dan forma a las percepciones de nuestro público de los que quizás hablemos en otro momento. Pero básicamente está es la lucha por el relato por imponer una visión, que explique nuestro modo de ver la vida hasta convertirlo en hegemónico.

Como primeros deberes para casa, fíjense la que hay montada todas las mañanas en programas de televisiones, con tertulianos a sueldo, con argumentarios por telegram, con el debate de si lo que antes era allanamiento de morada hoy es ocupación, con una K muy grande.

Estos son algunos de los motivos por los que nosotros mismos -Euronautas- hacemos lo que hacemos y creemos que el buen análisis, el rigor y la independencia no pueden ser unos valores para unos pocos. Que una sociedad consciente y crÍtica es más necesaria que nunca y que eso va en beneficio de todas las personas, especialmente para las de bien. 

Sin meternos en quién hace qué -dios nos libre a los profesionales de la política meternos en según qué pantanos- comunicación y política son dos términos que a pesar de recorrer juntos el mismo camino, nunca van por separado ni son lo mismo... a pesar de que los mezclemos en nuestros debates diario a pie de semáforo.

Comunicación política, persuadir para lograr un cambio de actitud con respecto a la política. Política, decisiones para organizar la sociedad. De un tiempo a esta parte, no se sabe dónde acaba una y empieza la otra.