ANDALUCÍA es, según la constitución, una nacionalidad histórica que vivió momentos de esplendor en el pasado y luego pasó a jugar un papel de cuartel, granero y mano de obra. Esta degradación llega a su punto álgido con el fascismo que deja a los andaluces en el imaginario popular como pobres analfabetos alegres y vagos -valga la contradicción- Ahora, hijas e hijos de Andalucía, intentamos contar nuestra historia con la dignidad, igualdad y justicia que esta se merece. (Columna coordinada por Juan Antonio Pavón Losada y Grecia Mallorca). Más en https://www.instagram.com/unrelatoandaluz/
Hablemos de hostelería
En estos días pasados hemos asistido a la desolación de los empresarios de las patronales de hostelería de Cádiz y Málaga cuyo pesar se basa en la imposibilidad de encontrar trabajadores y trabajadoras que ocupen puestos en ese sector fundamental para nuestra economía. Tan difícil es la cosa, que la alternativa que se pone sobre la mesa es emplear a trabajadores marroquíes para que desarrollen estas ocupaciones mediante contratos en prácticas. Deben haberlo intentado ya todo para llegar a este solidario extremo. Porque, según palabras de Antonio de María, presidente de la patronal gaditana, así los trabajadores marroquíes, en lugar de venir en patera, podrán venir con contrato. Tremendo ejercicio de filantropía, aquí. Y terrible toda la situación. No encuentran a nadie en las provincias con más paro de Andalucía. Según la secretaria provincial de CCOO de Cádiz, hay 21.000 personas demandantes de empleo en hostelería en la provincia. Así que debe haber algún elemento que se nos ha de escapar para que se produzca este drama que sufren esos inversores ante esta búsqueda imposible.
Puede que la cuestión esté en que todos hablemos de la hostelería. De nuevo todo pasa por el uso de la palabra. Hablar sobre este sector, pero de todo lo que sucede alrededor de este. Porque aquí pasa lo de siempre. Lo que no se nombra, lo que se oculta por miedo o por resignación, parece que no existe. Y tenemos que los discursos habituales que se reproducen en grandes e influyentes medios de comunicación, y que no paran de repetirse por parte de los sufrientes empresarios, giran alrededor de su capacidad de generar economía y puestos de trabajo, de la enormidad de gastos que tienen que asumir en seguridad social y luz y un largo etcétera, y de que sin ellos, no sería posible que muchísimas personas tuvieran capacidad de vida alguna. Esta parte sí nos la sabemos y es obvio que ahí hay verdades por la forma en la que está articulada esta coyuntura económica nuestra. Se asume un riesgo por su parte, se contrata y se genera posibilidad de ocio en torno al turismo y al sector de los servicios. Aportan en el sentido de la posibilidad del movimiento del dinero en la forma establecida. Pero la cosa aquí es que hablemos de algunas cuestiones que a ellos se les olvidan, o no saben, por falta de canales para ser reproducidas. Aspectos que debieran tener en cuenta, en el afán de corregir esa dificultad a la hora de encontrar personas que ocupen esos puestos de trabajo y de resolver este problema que tanto les preocupa.
Hablemos de hostelería. Creo que se puede y hay legitimidad para ello porque en esta tierra, la que más y la que menos, ha pasado por la mili que es trabajar en ese sector que sustenta la economía patria
Hablemos de hostelería. Creo que se puede y hay legitimidad para ello porque en esta tierra, la que más y la que menos, ha pasado por la mili que es trabajar en ese sector que sustenta la economía patria. Es algo así como que solo la hostelería y los servicios pueden salvarnos y así se asume y se practica. Y por eso se puede y se debe hablar, porque conocemos. Nombremos todo lo que sucede. Hablemos de jornadas de trabajo de más de ocho horas y de no cobrar esas horas extra. Hablemos de no tener un solo día libre en los meses de junio, julio y agosto en establecimientos hosteleros de pueblos costeros. Hablemos de turnos partidos sin ningún tipo de incentivo. Hablemos de los calmantes y del ibuprofeno sin los que no funciona el cuerpo de una camarera de piso tras años y años de jornadas devastadoras.
Y podemos hablar de más cosas. Podemos hablar de consumo de drogas, de coca y de alcohol para conseguir que las jornadas se pasen de forma abstraída y lograr evadir una vida poco satisfactoria por ese trabajo interminable. Hablemos de mirar la vida laboral al cabo de los años y observar que hay meses y meses de curro que no constan como cotizados. Hablemos de hacer que el trabajo sea para vivir y de evitar que la vida sólo se sustente en un empleo con todo eso de arriba. Hablemos de que quizás, hasta ahora, los malos profesionales no solo han sido los contratados, sino también los que contratan. Y de que quizás llegó la hora de revisar todo esto. De que quizás haya que hablar de dignificar sueldo, horarios y de que es imprescindible, fundamental y básicamente humano tener tiempo libre. Hablemos de que un cuerpo de cincuenta o sesenta años no soporta recoger y limpiar habitaciones y más habitaciones. De que si hubo un PER para la estacionalidad del campo, quizás haya que pensar en acabar así con la inestabilidad de este sector. Conversemos sobre el hecho de que si tenemos que trabajar en bares mientras la diversificación industrial y económica no llega, porque el mundo está articulado así, esos trabajos no pueden ser una porquería. Hablemos de que si tienen que venir personas de otros países, que vengan con las mismas garantías que se han de tener para la gente oriunda. Y hablemos de que ya está bien de esa consideración tergiversada del mal profesional que ejecuta el trabajo y el perfecto empresario.
Escuchémonos y reestablezcamos intereses válidos y hagamos que esos intereses sean satisfechos para las dos partes. El de la patronal, seguir ganando, pero asuman que también ha de ganar, en vida, consideración y condiciones, cualquiera que trabaje.
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ANDALUCÍA es, según la constitución, una nacionalidad histórica que vivió momentos de esplendor en el pasado y luego pasó a jugar un papel de cuartel, granero y mano de obra. Esta degradación llega a su punto álgido con el fascismo que deja a los andaluces en el imaginario popular como pobres analfabetos alegres y vagos -valga la contradicción- Ahora, hijas e hijos de Andalucía, intentamos contar nuestra historia con la dignidad, igualdad y justicia que esta se merece. (Columna coordinada por Juan Antonio Pavón Losada y Grecia Mallorca). Más en https://www.instagram.com/unrelatoandaluz/
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