Cádiz desentierra las historias de sus niños perdidos
Años de incertidumbre y de no saber si es mejor encontrarse el ataúd vacío o lleno. 44 familias rotas por el dolor que provoca una sospecha que se prolonga desde hace décadas. El drama de perder a un bebé unido al desconcierto por no haber podido verlo tras el parto. Muchas preguntas que ahora podrán tener respuesta tras haber comenzado las exhumaciones solicitadas por la Asociación SOS Bebés Robados en el cementerio de San José de Cádiz.
Se trata de la mayor búsqueda en España y puede suponer el fin a la gran duda de muchas familias gaditanas que vieron cómo entre los años sesenta y finales de los ochenta desaparecieron muchos niños tras los partos por unos fallecimientos que no quedaron nada claros.
Al frente de la lucha está Chari Herrera, presidenta de la Asociación SOS Bebés Robados Cádiz. “Si crees haber sido víctima del robo de tu bebé diciéndote que había muerto en algún hospital de la provincia de Cádiz o si crees que te adoptaron irregularmente en cualquier zona de España, éste es tu sitio”. Es el mensaje de bienvenida que aparece en la web del colectivo.
Como presidenta de la asociación considera un éxito haber conseguido que se inicien las exhumaciones porque ve una mano negra detrás que no deja que disfrute totalmente del momento. “Ha costado años, creíamos que esto no iba a llegar. El mismo día que comenzaron las exhumaciones creíamos que era mentira y todavía hay problemas. Está siendo muy complicado y temo que pueda pasar algo que hará que se paren los trabajos. Parece que alguien está moviendo sus hilos para frenar nuestra investigación y no sabemos qué hay detrás de todo esto”.
Ha llegado a estar en contacto con unas 500 familias, pero muchas se fueron rindiendo por el camino. ¿Qué pasó en Cádiz en aquella época para que se produjeran tantas desapariciones en extrañas circunstancias? “Aquí había mucha gente con pocos estudios y la natalidad era alta. Eran familias en las que los padres no sabían leer en muchos casos y eran más fáciles de engañar para quitarles los hijos recién nacidos”, explica Chari.
La hermana que nunca conoció
La presidente de SOS Bebés Robados Cádiz está pendiente de encontrar el cuerpo de su hermana, una niña de la que ella no había oído hablar hasta que tuvo 15 años. Su padre le dijo que podría encontrarse en la calle a una chica un año mayor que ella y que se le podría parecer mucho porque tuvo una hermana que, supuestamente, había muerto al nacer. El padre sospechaba que había sido robada para contentar a alguna familia adinerada.
“La teoría es que era muy bonita y que alguien la quería para comprarla. Estaban antojados de la niña y a mis padres les dijeron que había muerto porque, de repente, se había puesto malita. El médico le dijo a mi madre que tuviera otra niña cuanto antes para superar su pérdida. Mi hermana murió el 10 enero de 1975 y yo nací el 3 de enero de 1976. Oficialmente dijeron que la muerte había sido causada por su prematuridad, que había derivado en una insufiencia cardiorespiratoria. Sin embargo, en el cementerio aparecía que era un feto macerado, que había muerto dentro del útero”, relata Chari.
El camposanto de San José ya fue el escenario de exhumaciones en 2016. En aquel caso fue la Plataforma por la Memoria Histórica la que solicitó la búsqueda de cuerpos de represaliados de la Guerra Civil que presentaran signos de violencia. Ahora los arqueólogos buscan restos de niños en diferentes fosas. Si hay suerte, pueden aparecer las pulseras con los nombres que llevaban los bebés a partir de los años ochenta. Si no es así, el trabajo será arduo para identificar los restos que vayan apareciendo. “Si aparecen cajas vacías donde tiene que haber los restos de un niño se confirmará que ha habido un robo, un delito”, denuncia Chari Herrera.
Prohibido ver al niño fallecido
La familia de Toñi Alcina cuenta las horas para conocer qué fue del más pequeño de la casa, que murió en 1983 en el antiguo hospital Zamacola, hoy Puerta del Mar. “Mi madre ingresó de nueve meses cumplidos y le hicieron una cesárea. Le dijeron que venía con malformaciones y que murió a consecuencia de eso después de tres horas y media con vida. A mis padres les prohibieron verlo y el hospital se hizo cargo de todo. Durante el embarazo nos dijeron que era una niña, después resultó ser un niño y murió sin que pudieran verlo”, explica Toñi.
“Yo tenía nueve años y me acuerdo perfectamente de la llamada en la que nos dijeron que había muerto. Con una vecina tuve que desarmar todo el cuarto del bebé, vaciar cajones... Me dejó marcada y cuando me quedé embarazada me daba miedo que tuviera malformaciones. Le pedí la carta de alta de a mi madre y se la di a mi ginecólogo y me dijo que de acondroplasia (enanismo) no muere nadie”. Ahí empezó Toñi a sospechar que, quizá, su hermano no había muerto. ¿O quizá era una hermana?
En este caso tampoco hay unanimidad en el motivo de la muerte del bebé. Diferentes causas, según se busque en el registro del hospital o del cementerio. Muchas incógnitas y el sufrimiento constante de una madre que se creyó a pies juntillas lo que le dijeron tras el parto y que varios años después se encontró, con angustia, una situación inesperada.
“Mi madre lleva 34 años en manos de psiquiatras. No le entra en su cabeza no haberlo sospechado antes y no puede cerrar su duelo. Yo, con el corazón en la mano, quiero que no esté ahí su cuerpo. Quiero que esté vivo, poder abrazarlo y contarle todo lo que hemos pasado. Por otra parte, mis padres viven los dos y para ellos sería bueno que estuviesen los restos en la caja para poder descansar”. Es el dilema de Toñi, similar al de muchas familias gaditanas. Todas las que buscan respuestas y se preguntan ¿qué hicieron con mi bebé?