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Un cementerio infantil fenicio y romano, el singular hallazgo destapado por las obras de unas viviendas en Cádiz

Cráneo del cadáver de una mujer que se encontró con una trepanación.

Pedro Espinosa

Cádiz —

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Francisco Blanco es el arqueólogo de Cádiz en activo con uno de los mayores historiales de descubrimientos. Ha estado en excavaciones tan señeras como la que recuperó el sarcófago femenino, la del teatro romano, la que encontró el cristal de roca de un ajuar, o la de grandes obras como la sede de la Junta de Andalucía o de la Seguridad Social junto a la plaza de Asdrúbal en la capital gaditana. Conoce bien la enorme necrópolis que hay en esa zona.

A sus 64 años esa necrópolis sigue aportando novedades. Las últimas han sido descubiertas en el solar donde la empresa municipal Procasa, para la que él trabaja, va a construir 28 viviendas públicas. Allí ha aparecido una suerte de cementerio infantil, una alta concentración de tumbas y urnas con restos de menores de edad. La Universidad de Cádiz ha asumido la tarea de indagar esta nueva pieza en el puzzle de la Historia oculta bajo el subsuelo gaditano.

Blanco confiesa que no tenía grandes expectativas cuando asumió el encargo de liderar las cautelas arqueológicas de un solar ubicado en la calle Marqués de Cropani, cerca de la playa Victoria. “Pensé que, de aparecer, sería poca cosa. Porque habíamos estado en parcelas cercanas y no habíamos encontrado nada. De hecho, en la primera esquina que excavamos no nos salió nada”, recuerda.

La empresa jerezana EJOC fue la asignada por Procasa para acometer la obra de estas casas para alquiler social. Al tener sótanos con garaje, Francisco Blanco asumió las catas arqueológicas que marca la ley junto con los operarios de esta constructora. Al principio no se encontró nada, pero pronto empezaron los hallazgos. “Lo primero que apareció fue una canalización hidráulica, que iba de un extremo a otro del solar, con una estructura con base de piedra caída”, detalla.

La canalización dio pie a encontrar un primer enterramiento, una urna de cerámica donde había restos incinerados de un niño. La contextualización de ese hallazgo permitió descubrir que la canalización estaba directamente relacionada con la necrópolis, porque desembocaba en una pileta ritual funeraria. “El agua se utilizaba para purificar cadáveres”, asegura el arqueólogo.

A partir de ahí empezaron a salir enterramientos. Las 23 primeras son de origen romano. Pero cuando se limpió la zona y se profundizó en los siguientes niveles arqueológicos de la canalización, se descubrió que también había restos fenicios, seis enterramientos más.

“Los hallazgos romanos corresponden a la segunda mitad del siglo I después de Cristo”, resalta Blanco. La aparición de una medalla de Nerón sitúa el yacimiento en el entorno del año 64 después de Cristo. Y lo que sorprendió al arqueólogo es que la mayoría de las incineraciones eran infantiles. “Aunque los restos estén quemados, siempre quedan huesos o piezas dentales que te dan una orientación de la edad. También hay ajuar como espejos que, por su tamaño, también revelan que ahí fue inhumado alguien de corta edad”, explica.

La necrópolis romana presenta una mayoría de incineraciones infantiles, salvo los restos de dos mujeres jóvenes que han sorprendido al arqueólogo por la colocación de los cuerpos. “Una tiene una trepanación craneal, como si la hubiesen operado en la cabeza de un tumor, pero no hubiese sobrevivido.

La otra está boca abajo y en una posición poco habitual, todo lo contrario a la serenidad que se buscaba en el rito funerario romano más común“. Blanco sugiere que esa posición no es casual, sino intencionada y que pudo deberse a que la persona enterrada no fuera grata, no fuera querida. ”Hay cosas que todavía no podemos explicar“, admite.

La sucesión de enterramientos infantiles sugiere diferentes tipos de rituales funerarios. La canalización, la pileta y un pozo hacen creer a los investigadores que ahí se lavaban los cuerpos con una meta purificadora. También han llamado la atención los objetos encontrados. Uno de los más relevantes una lucerna con la imagen de un gladiador, al que acompaña, según Francisco Blanco, el nombre de Insafoe. “Lleva la vestimenta tracia y era común que en la lucha romana de más nivel se hicieran representaciones de los gladiadores más conocidos”.

El arqueólogo lo compara con alguien que tiene a Messi como ídolo y cuando mueren le dejan en su tumba una estampa con la imagen del futbolista. “Ha aparecido junto a los restos de un niño que podía tener unos diez años, así que podemos pensar que tenía admiración por ese gladiador. Es algo que hay que estudiar”.

En esas tumbas romanas han aparecido muchos restos de alimentos: cazón, almejas, caracolas, muergos o cañaíllas. Era habitual realizar banquetes funerarios en esa época. Todos esos materiales, también la arena que rodeaba los enterramientos, serán estudiados por la Universidad de Cádiz, que, a su vez, contactará con expertos de toda España en cada materia para poder aportar más luz sobre este yacimiento.

La excavación, ya de por sí de interés, ha ganado en expectación al encontrar restos fenicios del siglo VII o VI antes de Cristo, es decir, 700 años más antiguos que los enterramientos romanos. “Y también son niños, lo que nos da a entender que aquí, por alguna razón, había algún tipo de cementerio infantil”. Han aparecido huesos de animales como corderos o cabras, que se solían colocar a los pies o a la cabeza como forma de sacrificio en los rituales. También han aparecido muchas cerámicas, con la sorpresa de que muchas conservan sus barnices de colores, sobre todo, rojos. Y una piedra que funcionaba como ancla cuando se hundían los barcos, que añade más preguntas que respuestas.

Blanco, que lleva desde los años ochenta trabajando como arqueólogo y desde los noventa en la empresa Procasa, ha asumido esta nueva investigación como un nuevo aliciente en un trabajo que le apasiona. El alcalde de Cádiz, Bruno García, le ha encargado ofrecer una conferencia sobre estos hallazgos para continuar su divulgación. Él, además, recuerda que aún queda un diez por ciento por excavar en ese mismo solar. En una rampa y en unos tramos más dificultosos que los arqueólogos llaman bataches. “No es excavó ahí por seguridad y ahora lo haremos”. Quién sabe si aparecen nuevas piezas de este puzzle que es el subsuelo de Cádiz. 

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