Tiene 27 años y ahora vive en Madrid con una sobrina enferma. Los meses de marzo y abril los paso casi íntegros entre Tarifa y Algeciras, encerrado en el Centro de Internamiento de Algeciras (CIE) y su ya desaparecido anexo. Fue arrestado a finales de febrero por estancia irregular en España mientras trabajaba en el campo, en Almendralejo (Badajoz), desde donde fue llevado hasta la provincia de Cádiz. Aunque no fue de los que llega en patera, ha sido el último “valiente” en salir del CIE de Tarifa antes de que lo cerraran para siempre y se sigue “buscando la vida”, ahora obsesionado con conseguir un precontrato laboral y con poder obtener una autorización de residencia temporal por arraigo social.
“La libertad es una cosa muy preciosa. La libertad no tiene precio. Hay buenas personas que te explican que tienes derechos y tal, pero estás encerrado. Al final salió la cosa bien”, resume este joven marroquí, que prefiere ocultar su nombre. Lleva tres años en nuestro país. Estuvo en el anexo de la Isla de las Palomas de Tarifa desde finales de febrero y, aproximadamente un mes después, lo mandaron a Algeciras. “Tarifa estaba muchísimo mejor que Algeciras. Me dijo el juez que tenía que pasar 60 días como mucho, pero al final no cumplí todo el tiempo y pude salir un poco antes. En Algeciras solo quedábamos cuatro en la última etapa”, relata.
Conversa con eldiario.es Andalucía mientras sigue preparando sus “cosas”, con el objetivo en mente del arraigo social, después de que la Secretaría de Estado de Migraciones haya emitido tres instrucciones para flexibilizar los requisitos de los trámites de extranjería en las solicitudes bloqueadas por la pandemia, si bien la suya parece que será una nueva petición.
Formación, trabajador y arraigo
Tras formarse en su país y trabajar en varias empresas, y también como conductor, pasó por diversos países europeos (Francia, Holanda, Alemania, Austria), en alguno de los cuales tiene familiares. Llegó a España con un visado de turista en 2017 y aspira ahora a obtener un “precontrato de trabajo”, aunque no deja de temer una nueva detención que le podría enviar directamente a Marruecos. Optimista, confia en superar definitivamente “una mala racha, para todos, no solo para mí”, a raíz del estado de alarma, que ya le pilló encerrado en Tarifa, a punto de cumplir su tercer año en España que espera acreditar para estar documentado.
Un chico con formación, trabajador y arraigo familiar, explican desde Algeciras Acoge, que le atendió jurídicamente durante su estancia en el viejo CIE. “Hay que buscarse la vida de una manera legal. Lo más importante en España y en Europa son los papeles. Cuando eres ilegal, no sirves para nada. Con un NIE ya puedes trabajar y más cosas”, comenta. En este tiempo ha trabajado “en la obra, en el campo, en ferias medievales,... Donde sea para poder traer un cacho de pan. Hay que vivir, si no te mueres de hambre”, explica.
Antes de su llegada a Madrid pasó por Sevilla tras salir del CIE de Algeciras en libertad. En la capital hispalense le ayudaron desde la ONG Accem. “Nadie podía estar en la calle por el confinamiento”, recuerda. Tras pasar unos días optó por marchar a Madrid cuando las fronteras interprovinciales se abrieron, para poder estar con su sobrina, enferma de asma. Asegura que su próximo destino será “donde haya trabajo, donde sea”. Da igual el lugar sino el poder llevarse ese “cacho de pan” a la boca, dice el último visitante de “la isla de los valientes”.