No todo fue coronavirus: así combatió un pueblo de Cádiz las epidemias hace dos siglos

No todo va a ser coronavirus. Que en otras épocas la humanidad también lidió con enfermedades variopintas que trasteaban la vida cotidiana. Como la fiebre amarilla o el cólera. La clave está en cómo combatir la mala racha. Y así hizo un pueblo de Cádiz, Ubrique, hace un par de siglos con medidas ahora reconocibles: prevención, higiene, responsabilidad social, sanciones y confinamiento.

Es el caso que describe el libro Las luchas contra las epidemias en Ubrique en el siglo XIX (Editorial Treveris), del historiador Fernando Sígler. La obra estudia cómo afrontó un pequeño núcleo rural de Andalucía aquellas crisis sanitarias.

Y de aquella experiencia “se pueden extraer enseñanzas de cara a la actualidad”, dice el autor del texto. Porque la solución, al menos por ahora, no dista demasiado entre las medidas que las autoridades proponían entonces y las aplicadas contra el avance de la COVID-19.

Una crisis sanitaria que se une en estas fechas al golpe del virus del Nilo en Sevilla. “Entre el coronavirus y el mosquito, hay cierta psicosis”, apuntaban a elDiario.es Andalucía vecinos de las localidades afectadas, Coria del Río y La Puebla del Río. Estas zonas confirman el riesgo que los mosquitos representan para la salud, registrando decenas de afectados e incluso víctimas mortales entre los casos de meningoencefalitis vírica.

Medidas contra las epidemias

El siglo XIX sucede acumulando plagas. Las poblaciones afectadas asumían el reto de enfrentar estos contratiempos. Y un ejemplo en suelo andaluz fue Ubrique. Desde la fiebre amarilla a comienzos de la centuria a la prevención de enfermedades en la fase final de la Guerra de la Independencia o el cólera en varias fases, reseñan los capítulos del libro.

El municipio abordó las diferentes crisis sanitarias con “estrategias puestas en práctica para combatirlas”. Como “instar a población a tomar medidas de higiene personal”. En “las letrinas, ventilas las habitaciones, la limpieza de las calles… y muy importante era el tema del agua pública, que corriera limpia, que se evitaran los estanques de agua”, enumera el autor.

O el confinamiento. A los enfermos “se les obligaba a hacer una cuarentena de entre de entre seis y diez días, que es el tiempo que creían de desarrollo del virus, según los estudios de la época”. Incluso llegó a funcionar “una institución, los Lazaretos, que eran lugares refugio para personas ya contagiadas o sospechosas de contagio”.

Y las multas. “Había fuertes sanciones económicas por incumplimiento” de las recomendaciones para combatir las epidemias, subraya el historiador. El tránsito quedó también bajo vigilancia: “Se crearon puestos de vigilancia en los accesos a la población para evitar la entrada de personas que pudieran estar contagiadas”, asegura.

Los viajeros portaban “una especie de pasaporte que se sellaba en las poblaciones por donde pasaban”. Era “una vigilancia constante” como medida preventiva. La atención recayó además sobre la alimentación, dictaminando “que no se consumiera carne que hubiera sido importada de fuera de la población, sino solo procedente del matadero y con inspección sanitaria local”.

Las “enseñanzas” de la “disciplina social”

Una clave que retrata Las luchas contra las epidemias en Ubrique en el siglo XIX fue cómo las autoridades públicas apelaron a la “disciplina social”. Una cuestión “muy parecida” a lo que sucede con la pandemia del coronavirus, apela Fernando Sígler.

Los gobernantes y los sanitarios pedían a la gente “que se diera importancia a la gravedad de la epidemia, que no se frivolizara con ella, que las medidas se llevaran a cabo y hubiera sanciones a incumplimientos”. Porque no fueron pocas las crisis sanitarias.

Una de las pruebas de estas “enseñanzas” llega en 1885. “La epidemia de cólera de ese año no llegó a entrar en Ubrique”, asegura Sígler. “Las medidas de prevención, vigilancia y sanitarias lo evitaron”, concreta. Otra etapa, justo 30 años antes, sucedió la “epidemia principal”: el “cólera morbo de 1855, que en una población de unas 5.500 almas provocó 110 muertes entre agosto y la primera mitad de octubre”.

Pese a los fallecimientos, hubo un referente con nombre y apellidos para que la cosa no fuera a más. “Los dos médicos cirujanos del pueblo cayeron enfermos con el cólera del 55 y hubo que recurrir a un médico de Cádiz, que todavía era Bachiller y le faltaba un año para terminar, y que en solitario afrontó la curación de las personas con una labor muy reconocida, evitando que la muerte fuera en mayor número. Era Quintín Maynet”.

De la fiebre amarilla al cólera

La fiebre amarilla de principios de siglo “causó 20 muertos” en el pueblo. Y luego llegaron otras enfermedades asociadas a la Guerra de Independencia. Incluso la clausura y traslado del cementerio municipal, entonces ubicado en suelo urbano, “porque se había convertido en una fuente de contagio e infecciones”, manifiesta.

Otra medida “importante” fueron los “recursos económicos” destinados “para afrontar los gastos de las epidemias”. Ubrique sacó el dinero de debajo de las piedras. Desde la “recaudación de deudas” a “vender el grano del pósito” o la ampliación del presupuesto municipal “para el cólera del año 85, con el beneplácito de la Diputación de Cádiz. ”Algo parecido a las ayudas que han venido de la UE para gasto extraordinario, salvando las distancias“, matiza Sígler.

Son, en conjunto, las “enseñanzas que se pueden extraer del comportamiento de la población de Ubrique en el siglo XIX para su aplicación en el mundo de hoy día”, refiere el historiador. “Con especial atención a la actuación de la Junta Municipal de Sanidad integrada por el alcalde, regidores, dos médicos cirujanos, un veterinario y uno o dos vecinos del pueblo que se reunían periódicamente y tomaban decisiones”

Fernando Sígler cuenta que Las luchas contra las epidemias en Ubrique en el siglo XIX es “un opúsculo, porque es una publicación breve de 64 páginas y fácil lectura”. La investigación desarrollada por el autor se ha basado en el estudio de documentos, en gran medida inéditos, del Archivo Histórico Municipal de Ubrique, entre otras fuentes.