Nostalgia y resignación en Gibraltar por no poder votar en las europeas: “El Brexit ha sido un trastorno”

Juan José Téllez

Gibraltar —
3 de junio de 2024 21:58 h

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El monumento a los trabajadores españoles en Gibraltar es un obrero con bicicleta. Esculpido por Nacho Falgueras, aguarda una escultura similar, pero dedicada a las trabajadoras. Desde La Línea de la Concepción, su bronce pone rumbo a la Verja, pero en los últimos días, sobre la peana de esta estatua cicloecuestre, cuelga una pancarta en blanco que despotrica contra políticos y sindicatos. Que los obreros son una mierda, dice. O que los tratan así. Lo curioso es que no mencione a los empresarios, los mayores beneficiarios de ese ir y venir de aranceles y salarios, contratos a cero horas y pensiones controvertidas. Al otro lado de la Verja, en Gibraltar, sus 23.726 electores no podrán ir a los colegios electorales entre el 6 y el 9 de junio para participar en las elecciones europeas, como pudieron hacer en cuatro ocasiones, hasta que llegó el Brexit y mandó a parar. Tampoco podrán hacerlo, en su mayoría, el 4 de julio, en los repentinos comicios de Reino Unido.

“Estamos un poco acostumbrados a esto –asume el empresario George Dyke, de la veterana Cámara de Comercio de Gibraltar, que ocupó durante un tiempo la presidencia del Grupo Transfronterizo que reúne a representantes empresariales, sindicales y sociales a favor de que la frontera no se convierta en un infierno–. No somos parte de la Unión Europea y no tenemos derecho a votar. No tengo un pensamiento sobre ello. Desde el momento en que salió el Brexit, que fue un trastorno muy grande para todo el mundo, incluso para ellos mismos, en el Reino Unido, sabíamos que también íbamos a perder el derecho al voto al Parlamento Europeo. El 96% de los gibraltareños votamos a favor de quedarnos en la Unión. Pero no hubo remedio”.

A Hellen R., que se detiene en Main Street ante una mesa petitoria de Childline, una organización benéfica que recauda fondos para la infancia, no parece inquietarle demasiado el resultado de los comicios comunitarios: “Lo que a mí me preocupa es si voy a tener que pagar IVA o no voy a tener que pagarlo”. Ella se refiere a uno de los pespuntes que quedan por zurcir en las lentas negociaciones entre Londres y Bruselas para muñir un tratado que permita que las mercancías y los seres humanos puedan ir y venir con fluidez por el laberinto del paso fronterizo.

“No sabemos mucho de lo que va a ocurrir pero espero seguir con mi negocio”, asume en un correcto inglés el hindú que regenta, sorprendentemente, un estanco con el logotipo y el toldo de Tabacos de España: “Es una franquicia”, se explica. El contrabando es otro de los trendings topics del Peñón, como cuando Cristóbal Montoro, como ministro de la cosa bajo el Gobierno de Mariano Rajoy, reclamaba patriotismo a los matuteros mientras Altadis encabezaba las exportaciones de pitillos a la Roca: “Si no lo hacemos nosotros, lo harán otros”, decían por entonces los voceros de la tabaquera española. 

En el paisaje urbano de la antigua Calpe no hay rastro visible de la política británica. A falta de los caretos del primer ministro Rishi Sunak o del líder laborista Keir Starmer, una tienda de souvernirs convierte su escaparate en un memorial de la reina Isabel II, desde almohadones a tacitas o tableros de parchís con el rostro de la finada. El contencioso gibraltareño, con todo, recuerda más al ajedrez: mueva quien mueva ficha, suelen perder los peones. 

Cuatro elecciones europeas

Los gibraltareños sólo pudieron votar en cuatro elecciones al Parlamento Europeo: “Y siempre lo hicieron a favor de los conservadores –recuerda un político retirado, que prefiere mantener su nombre fuera de la arena pública–. Quizá porque piensen que los tories defienden mejor nuestros intereses, sobre todo a partir de que el laborista Tony Blair pactara la cosoberanía con España, que tumbamos en un referéndum de 2002”.

La primera vez que pudieron ejercer su derecho al voto fue el 10 de junio de 2004, aunque sin candidatura propia para evitar su sobrerrepresentación en la Eurocámara: esto es, tuvieron que acogerse desde entonces a una circunscripción situada al suroeste de Inglaterra, de entre las 12 existentes en el Reino Unido. Sin embargo, los partidos tradicionales de Gibraltar no llegaron a presentar candidatura, ni entonces ni nunca.

La ley electoral británica de 1976 que reguló las elecciones al Parlamento Europeo limitó su ámbito de aplicación al territorio del Reino Unido, y excluyó, por tanto, a Gibraltar. La sentencia de la Corte de Estrasburgo obligó a Londres a extender el voto a los gibraltareños. En un principio, el Gobierno británico optó por incorporar a la colonia como una circunscripción electoral británica más con derecho a un eurodiputado. España refutó dicha iniciativa y el Reino Unido aceptó modificar su ley, para que los gibraltareños pudieran votar a través de la circunscripción del Suroeste de Inglaterra y Gibraltar (South West England & Gibraltar), para elegir a seis europarlamentarios, a través del Sistema D'Hondt.

Las elecciones del Reino Unido tampoco parece que vayan a quitarle el sueño a los yanitos, que tampoco pueden votar en las mismas desde su circunscripción: “Hay posibilidad de que si uno se registra para votar, podrá hacerlo, pero tiene que ser en el Reino Unido. Lo vimos en televisión, que hablaban de eso el otro día –arguye Dyke–, pero la votación desde Gibraltar, siendo una comunidad tan pequeña, no se qué efecto puede tener en aquello, no va a tener incidencia apenas y, para nosotros, no va a tener ningún sentido”.

En la cartelería que cuelga de los bares, el concierto del grupo local Melón Diesel por el 25º aniversario de su disco 'La cuesta de Mr. Bond' se echa un pulso con un insólito casting para una película sobre el manifiesto surrealista de André Breton. Desde el ambiente british del bar The Hungry Friar, a orillas del número 6 de Convent Place, la sede del gobierno local, al de 'Latinos', no muy lejos de allí, frente a la Catedral, hay un perfume a churros: al menos, seis churreros ingresan cada día en el Peñón para ofrecer sus productos en varios establecimientos de este crisol de culturas.

Relevo de gobernadores

A Gibraltar, el inicio de la campaña de las elecciones europeas le ha pillado sin gobernador británico a bordo: el vicealmirante sir David Steel se marchó hace una semana, en loor de multitudes, pero su sustituto, el teniente general Sir Ben Bathurst, que llega este martes, estará perfectamente instalado en su despacho de The Convent cuando recuenten los votos en Bruselas y cuando se celebren las elecciones británicas el 4 de julio. En la pomada política local, suele preferirse que los gobernadores sean militares de prestigio, porque así cuentan con mayor independencia respecto a las presiones del Foreign Office. A Steel, incluso se le ha reprochado en Londres su estrecha vinculación con el gobierno gibraltareño que preside Fabian Picardo como ministro principal.

“Las elecciones europeas y las del Reino Unido, en lo que a Gibraltar se refiere, son cosas diferentes –admite Brian Reyes, director de The Gibraltar Chronicle, el bicentenario diario local–. El tema de las europeas es una pena porque peleamos bastante para poder votar en ellas y, en el referéndum del Brexit, la inmensa mayoría de los gibraltareños quiso permanecer en Europa. No creo que la gente se esté pegando en el pecho por no votar en las europeas. Haber salido de Europa sí que provoca tristeza y preocupación. En estos momentos, la gente está centrada en el impacto que las elecciones puedan tener en la negociación del tratado. Las reuniones técnicas siguen, pero cualquier solución final va a sufrir otro retraso”.

Reyes recuerda que en las elecciones a la Cámara de los Comunes los gibraltareños no han votado, “a menos que estén viviendo allí, en el Reino Unido, y se registren para hacerlo”. Un cambio legislativo permite ahora que los británicos que hayan vivido en las islas y se hayan registrado allí para votar, puedan seguir haciéndolo cuando vuelven a casa: “Pero tienen que querer hacerlo y hacer valer su registro”, añade Reyes. “Hay gente que piensa que Gibraltar debería tener representación propia en los Comunes, pero ese es otro argumento. Es un debate de fondo, pero no es el debate de ahora”.

Un lobby en Westminster

Lo que sí existe en Westminster es un lobby en defensa de los intereses de Gibraltar, que reúne a diputados de distintos partidos políticos. Hasta ahora, lo ha venido presidiendo sir Bob Neill, y su postura ha sido diametralmente distinta a la del Comité de Control de las Relaciones británicas con la Unión Europea, que ha presidido el “halcón” sir Bill Cash, quien en el último tramo de las negociaciones no ha escatimado objeciones a las negociaciones sobre el Peñón. Ambos se han jubilado ya y no concurrirán a las elecciones del 4 de julio.

“Confío en que Gibraltar seguirá estando bien representado en Westminster, independientemente de los cambios que podrían avecinarse en el panorama político del Reino Unido. Su trabajo ha sido esencial y siempre nos aseguraremos de tener la mejor representación posible en el Parlamento británico”, ha declarado Fabian Picardo a la GBC.

En su discurso de despedida en los Comunes, el abogado Neill, diputado por la circunscripción de Bromley y Chislehurt durante los últimos 18 años, insistió en lo que le importa a sus representados por vía indirecta: “Gibraltar es una parte orgullosa de la familia británica y les debemos asegurarnos de que tenemos un buen acuerdo con la Unión Europea, para garantizar la libre circulación en la frontera, que es esencial, absolutamente esencial, para el bienestar de Gibraltar”.

Frente al “brexiter” Bill Cash, aunque ambos compartan el mismo partido –el de los tories venidos a menos– Neill se identificó en sus antípodas políticas: “Fue nuestra elección, aunque no mi elección personal, la de abandonar la Unión Europea. Fue una decisión democrática pero, como mucha gente sabrá, colocó a Gibraltar bajo presiones especiales. Les debemos no obstruir ningún acuerdo sensato, y estoy seguro de que, en manos del gobierno actual, y estoy seguro de que cualquier gobierno futuro, ese será el caso, porque hemos construido un consenso entre los partidos sobre el apoyo a Gibraltar”.

Su opinión la comparte Dominique Searle, periodista, exdirector del Chronicle y, en la actualidad, titular de la Casa de Gibraltar en Londres, la representación del Peñón en el Reino Unido a la que los yanitos le llaman, medio en broma, La Embajada: “El líder del Partido Laborista, Keir Starmer, entiende Gibraltar –asegura–. Y el Ministro para Europa en la Sombra, Steven Doughty, ha estado en el Peñón varias veces, entiende los problemas y ha sido claro en sus reuniones con el embajador español en que, si los laboristas entran, nada cambia en las conversaciones del Tratado”.

A mediados de marzo, Doughty, también miembro del grupo parlamentario multipartidista sobre Gibraltar, tuvo ocasión de expresar en la Cámara de los Comunes sus criterios sobre la cuestión: “Permítanme dejar claro que el compromiso del Partido Laborista con Gibraltar y, de hecho, con nuestra amplia familia de territorios de ultramar es inquebrantable. Desde que ocupo este cargo, he tenido el placer de reunirme con el Ministro Principal, Fabian Picardo, y con sus ministros, así como con otros parlamentarios gibraltareños. He visitado el Peñón y el Campo, y también he tratado estos asuntos en Madrid. Gibraltar forma parte integral de la historia y el futuro del Reino Unido, y cuenta con sólidas instituciones democráticas y una economía dinámica. También sigue siendo una base importante para las fuerzas británicas, por lo que dejo claro que no habría ningún cambio si hubiera un nuevo Gobierno en el Reino Unido. La soberanía y la autodeterminación de Gibraltar no son objeto de debate. Creemos en el derecho de los gibraltareños a elegir su propio futuro, como han dejado claro, y éste debe ser el fundamento de cualquier negociación con España, que es igualmente un amigo íntimo y un aliado del Reino Unido. También es un socio fundamental en la OTAN y en muchos otros aspectos, por lo que esperamos y creemos que se puede llegar a un acuerdo en beneficio mutuo de Gibraltar, España, el Reino Unido y la UE”.

En gran medida, las opiniones de Searle se encuentran a su vez fundamentadas en su antigua relación profesional con Doughty y el seguimiento que ha realizado sobre el proceso negociador, que le empujan a tranquilizar a sus paisanos respecto a la suerte que puede correr el Peñón a partir de que el número 10 de Downing Street cambie de inquilino. “Los años de Blair han quedado atrás para el Partido Laborista”, concluye. Como quedaron atrás las elecciones europeas para más de 20.000 gibraltareños sin derecho, esta vez, a urnas, aunque las suyas propias se abrieron en octubre, refrendando la mayoría para la coalición entre Gibraltar Socialist Labour Party y Gibraltar Liberal Party. Para colmo, hasta el Parlamento local, en La Piazza, se encuentra en obras. Como casi todo, ahora mismo, en Europa y en el Reino Unido. 

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