Si en otro tiempo el posado playero de Ana García Obregón inauguraba oficialmente el verano de España, en el complejo residencial de Sotogrande, en San Roque (Cádiz), no empieza la temporada hasta que viene Sarah Ferguson.
Este verano, su llegada ha sido muy ex: Fergie voló desde Balmoral a Málaga en avión privado acompañada por quien fuera su marido, el príncipe Andrés de Inglaterra, de quien se divorció hace veinte años, pero con quien parece haber retomado las relaciones en abril. Claro que el más ex de todos es Jeffrey Epstein, que se suicidó hace unos días en su celda de la cárcel de Nueva York, donde esperaba juicio por un caso de tráfico y explotación sexual, que implica al tercer hijo del príncipe Felipe de Edimburgo y de la reina Isabel II de Inglaterra.
El golf y el sosiego de la urbanización gaditana podría, presumiblemente, aliviar a Andrés de York del castigo de la prensa amarilla, entre campeonatos de polo, hoyos de golf y playas casi exclusivas: Virginia Giuffre, una de las supuestas víctimas de Jeffrey Epstein cuya denuncia se extinguirá con la muerte del acusado, situaba al duque en la mansión del multimillonario en Manhattan, donde habría ejercido abusos contra ella y contra otra denunciante, Joanna Sjoberg, a más de haber realizado tocamientos a una menor; resulta desde el entorno de Buckingham Palace con un escueto comunicado en el que descarta toda implicación y afirma que “cualquier mención de actos ilegales contra menores es absolutamente falsa”.
Una urbanización no apta para escándalos
A los sotograndianos estos escándalos no les gustan. Como cuando el magnate de la prensa rusa, Vladimir Gusinski, con residencia allí, fue puesto en busca y captura por la Interpol, a instancias del entorno de Putin y de Yeltsin, que anteriormente le habrían visitado antes de cruzarse denuncias de tan alto calibre, como la que el editor lanzó contra la Federación Rusa por violaciones de derechos humanos. A lo largo de su historia, hasta este apacible Sotogrande, llegaron los ecos del asesinato de los marqueses de Urquijo o del industrial vasco Ángel Berazadi y del empresario y ganadero Juan Luis Bandrés, que tuvieron mansiones en este entorno de altos vuelos. Ahora se hacen cábalas por la reciente muerte de Vicente Álvarez Osorio, un notable aficionado al polo que hace unos días apareció muerto en su barco, al parecer, enredado entre los cabos de la nave.
Junto a la desembocadura del río Guadiaro, y no demasiado lejos de la Costa del Sol que empezaba a dibujarse como un formidable destino turístico, McMiking y Fernando Zobel levantaron este proyecto en 1962. La inversión inicial se cifró en dos mil millones de pesetas, sobre ochenta hectáreas de terreno, con tres lagos y un río. Es fama que, entre los primeros inversores, figuraron el magnate de los diamantes Phillip Oppenheimer y el director de Nestlé, Helmut Maucher.
Allí se levantaron dos campos de polo, numerosos espacios deportivos y el real Club Golf de Sotogrande, diseñado por el mítico Robert Trent Jones y en donde acostumbraba a jugar Bing Crosby. Andando el tiempo, el club de golf de Valderrama, promovido por Jaime Ortiz Patiño, el rey del estaño, tuvo el honor de recibir en 1997 la primera competición de la Ryder Cup en el continente europeo fuera de las islas británicas en tiempos de Severiano Ballesteros. A partir de un estudio previo anterior, hacia 1963, los gringos y los filipinos empezaron a soltar pasta a los campesinos de la zona y varias fincas sanroqueñas comenzaron a cambiar de dueños: sobre 'El Conchúo', el cortijo de Paniagua, o la propia de Valderrama empezó a diseñarse este laberinto de parterres y vigilantes jurados en el que, durante las últimas dos décadas, ha desembarcado definitivamente la clase media, no sin cierto enojo por parte de los más pudientes, que pudieran pensar que el pueblo llano asedia a su fortaleza inexpugnable y verde.
Es fama que Jackie Kennedy y Aristóteles Onnasis bailaron rumbas en el chalet de Georges Moore, presidente del First National City Bank de New York, que invitó en los años 80 a su casa de El Molino a Rafael Escuredo, entonces presidente de la Junta de Andalucía, para convencerle de que había que potenciar el puerto de Algeciras para arrancarle la primacía europea al de Rotterdam. Desde aquellos tiempos legendarios, el ghotta de Sotogrande ha incluido apellidos tan rotundos como Meliá, Soriano, Mora Figueroa, Villar Mir, Alvarez Guerra, Roxas o Sainz de Vicuña, pero también tuvo casa allí el general golpista Jaime Milans del Bosch, además de familias como Oriol, Benjumea o Primo de Rivera. Sotogrande fue el último refugio del torero Luis Miguel Dominguín, cuyos restos terminaron descansando en el humilde cementerio de Guadiaro, un pueblo que prosperó al socaire de Sotogrande y en el que se abrió el primer campo de golf popular, La Cañada, de la mano del héroe local Paco Quirós, uno de los grandes golfistas españoles nacidos de esa formidable cantera de caddies que constituyeron las poblaciones del entorno.
Ya no hay caddies
“Ya no hay apenas caddies”, recuerda el periodista Jorge Bezares, que nació en Guadiaro. Ahora, los golfistas arrastran su propio carrito y las diferencias económicas y sociales ya no son tan abismales como en el origen de la urbanización, aunque sea mucho mayor el número de ceros a la derecha entre las cuentas corrientes divididas por la autovía entre Algeciras y Málaga.
“McMiking vio que en el pueblo de al lado, Guadiaro, no había agua corriente ni retretes, y, como aquí iba a hacer una urbanización lujosa, regaló una escuela al pueblo. Después trazó Pueblo Nuevo de Guadiaro, para que vivieran allí los trabajadores de Sotogrande y facilitarles un mejor estilo de vida”, confiesó una vez el psiquiatra, escritor y pintor ingenuista Juan Antonio Vallejo Nájera, uno de los pioneros de este exquisito vecindario. Ya hace tiempo que el periodista José Antonio Casáus Balao aclaró que, en realidad, la escuela la construyó el Ministerio de Educación con dinero público, aunque es cierto que Sotogrande cedió los terrenos, quizá para ahorrarse otras cesiones a las que tenía obligación por Ley y que no se regularizaron hasta un acuerdo de 1987.
De puertas adentro, Sotogrande recibía a Antonio Garrigues Walker –dramaturgo estival en su refugio-, Marcelino Oreja, en el chalet de su familia política, o financieros de la talla de Ludo Peten, Paul Jeanty o Karry Davies. Desde la Casa Blanca, también desembarcaron aquí Jimmy Carter o George Bush Sr.
Sotogrande ha sido un vivero de ministros, y de exministros: Fontana Codian, José Luis Álvarez, López de Letona, Garrigues Díaz-Cañabate, Fernando Liñán, Iñigo Cavero, José Lladó, Juan Miguel Villar Mir, José Solís Ruiz o ahora, Juan Ignacio Zoido o Iñigo Méndez de Lugo, que mantiene tertulia de tarde en tarde con Oreja. Carmen Romero, exdiputada y exesposa de Felipe González, también veranea en Sotogrande, aunque el censo político del lugar gire más a la derecha, desde Esperanza Aguirre, José María Aznar o Soraya Saénz de Santamaría, que se han dejado ver por sus jardines, a líderes regionales como Ricardo Tarno, que es de los asiduos al lugar.
Abascal en el Sotogrande gibraltareño
Este año, la estrella política invitada ha sido Santiago Abascal, el líder de Vox, al que se le vio por Instagram y por el restaurante Chambao, más neoliberal que populista, y hasta donde se escapó desde su residencia estival en Zahara de los Atunes. Curiosamente, el representante de Vox en la provincia de Cádiz, Agustín Rosety Fernández de Castro, reclamaba hace meses que los gibraltareños residentes en zonas como Sotogrande o La Línea de la Concepción “paguen impuestos o se vayan a vivir con los monos”. Se refería, por supuesto, a un colectivo de residentes que siguieron los pasos de la familia Triay, a la que pertenece Peter Caruana, ex ministro principal del Peñón, o los Seruya, y que contrajeron domicilio también en Sotogrande.
“La urbanización de Sotogrande cuenta con muchos vecinos de Gibraltar, aunque últimamente ha habido otro éxodo, porque muchos han dejado de venir a partir de una investigación que pretendía probar que pasaban más de 180 días, la mitad del año, viviendo aquí, en San Roque, en España, por lo que debían tributar aquí. Eso ha provocado que vayan a otras poblaciones, donde no hay ese seguimiento tan estrecho”, confirma Juan Carlos Ruiz Boix, alcalde socialista de San Roque, la ciudad sobre una colina, que levantaron por cierto los exiliados gibraltareños de 1704, y de la que depende administrativamente Sotogrande, aunque parece que algunos piensan que se trata de un municipio aparte.
A Abascal se le ha visto también por La Reserva, una comunidad residencial donde en julio del pasado año se inauguró la playa interior más grande de Europa, con una superficie de 3.500 metros cuadrados aptos para el baño, con fondo de arena, con 2.800 metros de costa y una laguna aneja.
De Julián Muñoz a la Gürtel
El ying y el yang de Sotogrande probablemente hayan sido Inés Sastre, todo un icono, y el ex alcalde de Marbella, Julián Muñoz, que lo frecuentó en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, antes de su paso por la cárcel de Algeciras. Ni el deporte, ni el periodismo, ni el arte han sido ajenos a este espacio sin ámbito, por el que a lo largo de los años se han cruzado las sombras de cineastas como José Luis Garci, músicos como el gibraltareño Albert Hammond, o un sinfín de periodistas entre quienes se han dejado ver Juan Luis Cebrián, Ana Rosa Quintana o Pedro Jota Ramírez.
Este verano ha aparecido por Sotogrande el número uno del tenis mundial, Novak Djokovic, pero en 1982 lo hizo la selección escocesa de fútbol para el Mundial del Naranjito y se alojó en el hotel de Sotogrande, que necesitó casi un milagro para sobrevivir al cierre años más tarde. Ahora, la fórmula hotel más campo de golf ha hecho posible la apertura de nuevos ámbitos en esa extensión de Sotogrande, que se adentra al otro lado de la carretera y cuyo símbolo más visible es el hotel Almenara y sus 27 hoyos en tres recorridos diferentes.
No todo es sofisticación: algún que otro ramalazo de la Gürtel se ha dejado sentir en Sotogrande, donde disponía de casoplón propio en la lujosa urbanización de Valgrande, frente a Valderrama, Carmen Rodríguez Quijano, exmujer de Francisco Correa, que fue condenada a 14 años y 8 meses de cárcel en el macrojuicio de la red. De la boda aznariana de San Lorenzo del Escorial al desguace del “Conde de Montecristo”, apenas median algunos años y numerosos sumarios. Así se llamaba el yate de recreo que Correa adquirió de segunda mano en 2007 por 143.000 euros, y cuyos 39 metros de eslora y 8 metros de manga constituían el no va más del puerto deportivo de Sotogrande (Cádiz), hasta que terminó siendo desguazado en Ceuta por impago de una costosa reforma que empezó a acometer Marina Meridional dos años más tarde de su adquisición a una empresa gibraltareña.
Por no hablar de los narcos de alto standing, presentes en la urbanización desde que en 1979 se detectó allí a la mafia turca de la heroína. Pero de todo esto se habla poco en el mercadillo vespertino semi-ibicenco o en las hermosas y alegres tiendas de diseño, en las antípodas del centro comercial que terminó abriendo allí con el democrático Supercor como locomotora comercial del enclave.
Al polo en chanclas
La voz de Rosario Flores se ha encargado de recordar que el silencio conventual ya no es la banda sonora de Sotogrande. La carismática intérprete actuó en el White Summer, un festival que ha tomado como escenario una de las pistas del club de polo Santa María, en plena geografía del cuadragésimo octavo torneo de polo Mansion, que agrupa a los galácticos de este deporte a escala mundial: en total 22 equipos que prosiguen las diferentes fases hasta que el próximo 31 de agosto los finalistas se disputen la Copa de Oro LG Signature. Entre los jugadores, Malcolm Borwick, el ahijado de Mark Phillips e intimo amigo del príncipe Harry.
La hípica es la reina del lugar. Lejos de las pamelas de Ascott, en Sotogrande se puede ir al polo en chanclas, aunque quizá los visitantes más modestos se cuiden de ir pertrechados con prendas de marca, para no desentonar en ese revuelo de campanas al final del chukker, en un laberinto de referees y banderilleros, petisos y patrones, que ha generado su propio léxico desde la punta del taco a las mimbres.
Más allá del papel couché, tampoco faltan intelectuales de la talla del economista Carlos Rodríguez Braun. Entre los cinco mil vecinos de Sotogrande y los transeúntes habituales, este complejo american way of life ha concitado a lo largo de la historia la presencia de Pitita Ridruejo, Laetitia Casta, Luis Alfonso de Borbón, El Juli con Rosario Domecq, los Marichalar, Patricia Rato o Álvaro Muñoz Encassi. La privacidad era la clave de este lugar, que apenas tuvo durante muchos años un establecimiento público de referencia, el Ke, que mantiene su estilo arreglado pero informal junto al puerto deportivo de Sotogrande.
Ahora, desde el Grey Goose del club de los Pinos, donde el after polo alcanza hasta altas horas de la madrugada, o restaurantes tan sofisticados como La Quinta, Sotogrande ha dejado de ser lo que fue, aunque quizá sin dejar de serlo. Eso sí, siguen sin perder el glamour: este sábado 17 de agosto, estaba programada una exclusiva cena con caviar al mando de Christope Muller, el chef del restaurante de Paul Bocusse. Torneos de vela, exposiciones de arte contemporáneo o exhibiciones de guitarra flamenca, como las de José Carlos Gómez y Salvador Andrades, alternan en esta ciudad bilingüe con djs o tributos cover en el cortijo Los Canos, donde el pasado 14 de agosto desembarcaba Dani García, el chef andaluz con tres estrellas Michelín. El fútbol, eso sí, queda para la cercana playa de Torreguadiaro. Siete millones y medio de euros piden ahora por una mansión en Sotogrande. Las clases sociales, visto lo visto, siguen existiendo, aunque a veces no lo parezca.