Visitar un zoológico donde se le permite al visitante tocar a algunos de sus animales es un aliciente que funciona muy bien desde hace años en el zoo de Castellar de la Frontera (Cádiz). Este centro considera que es un éxito “por la interactuación y la cercanía de una multitud de animales, con la iniciativa de crear un vínculo natural e inolvidable entre el visitante y el animal”.
Sin embargo, esta práctica no está bien vista por algunas de las asociaciones que velan por la defensa de los animales.
La ONG Infozoos ha realizado un informe sobre el grado de cumplimiento de la legislación vigente en el zoo de Castellar y considera que no cumple con ninguno de los requisitos de la Ley de Zoos 31/2003 en lo que se refiere a la conservación de las especies, programas educativos, enriquecimiento medioambiental de las instalaciones, seguridad o garantías sanitarias tanto para los animales como para el público visitante.
La organización destaca la actividad del foto maratón, que permite un contacto directo con muchos animales de la colección, lo que supone un grave riesgo sanitario, de seguridad o de protección de los animales que se ven obligados a pasar gran parte del día en el exterior de las instalaciones. Hace unos años, Castellar aparecía en la lista de “los peores” zoos de España en el trato de sus animales, según Igualdad Animal.
Según Alberto Díez, portavoz de Infozoos, “en muchas ocasiones este centro de asemeja más a un circo que a un zoo. No entendemos cómo las autoridades competentes de la Junta de Andalucía han podido inspeccionar este zoo hasta 10 veces y renovar su autorización en un contexto en el que tan claramente ni se cumple con la Ley de Zoos, ni con la de Animales Potencialmente Peligrosos, ni con la de Especies Invasoras”.
El zoo de Castellar se anuncia como un “centro de rescate animal” y hace hincapié en que su fundación fue creada “para ayudar a los animales que resultaban de los decomisos realizados por las autoridades”. Además, se define como “un zoo diferente, un zoo familiar, cercano hacia el entorno natural, donde podrás dar de comer, tocar y ver de cerca maravillosas especies”.
El visitante, una vez que compra su entrada, se encuentra con un ocelote dentro de las instalaciones al que puede tocar, siempre que no sea en la cabeza. Está atado y junto a él hay una pizarra en la que se informa de las actividades y horarios para que los visitantes sepan dónde acudir si quieren tocar otros animales.
Es uno de los puntos de discordia y el gerente del zoológico, Ricardo Gista, dice que “ya estamos cansados de Infozoos porque siempre están arremetiendo contra nosotros. Van contra los pequeños porque con los grandes no pueden. Llevan así 10 años y esto es muy sencillo: ellos son del País Vasco, donde los zoológicos están peor que en Andalucía, pero quieren acabar con nosotros. Yo les pido que si son animalistas y ecologistas que nos ayuden a cuidar a los animales. Llevo 16 años sacando los animales y nunca hemos tenido ningún problema. Vengo de viajar por Europa y se tocan los animales en todos los zoológicos de Alemania o Inglaterra, pero van contra nosotros, que somos los que tenemos dos veterinarios en plantilla, dos biólogos y 26 personas en total cuidando a los animales”.
Uno de los puntos fuertes del Zoo de Castellar es el momento en el que los visitantes pueden tocar una pantera negra. Una cuidadora la lleva tomada de un collar y niños y mayores pueden acariciarla mientras el animal es entretenido bebiendo. José Enrique Zaldívar, de AVATMA (Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal), considera que “tocar a animales como un ocelote o una pantera no es muy normal. Supongo que esos animales están criados en cautividad y se han habituado a la presencia humana, pero no podemos olvidar que son salvajes y pueden desarrollar el instinto natural y atacar”.
En el zoo de Castellar también es posible entrar en la jaula del caracal (especie de mamífero carnívoro) para acariciarlo y jugar con él. Otro de los puntos de la visita consiste en conocer de cerca un pequeño mono capuchino. Una empleada del zoológico permite que los visitantes lo cojan después de explicarles su naturaleza y costumbres.
Chesús Yuste, de la Asociación Parlamentaria en Defensa de los Animales, comenta sobre el debate que plantean zoos como el de Castellar que “hay que cambiar el modelo de los zoológicos. Se sigue usando el modelo imperialista del siglo XIX y eso no puede ser. Hay movimientos interesantes como el de Zoo XXI, que pide la reconversión de los parques zoológicos tal y como los conocemos hoy en día, con el objetivo de adaptarlos a la ciencia y a la ética de nuestra época”.