El cartel de otro gran festival de cine de Andalucía vuelve a tener inspiración vintage. Como el Festival de Cine Europeo de Sevilla, el Festival de Cine en Español de Málaga ha elegido una obra que concede el protagonismo casi exclusivo a una imagen reutilizada, lo que vuelve a poner de manifiesto la tendencia al apropiacionismo, una técnica artística consistente en reutilizar y descontextualizar obras pretéritas.
Sin embargo, no hay en este caso lugar a una polémica como la que acompañó al festival sevillano, porque entonces sólo se supo a posteriori que su autora, María Cañas, había utilizado un dibujo de estética pulp realizado por el estadounidense Walter Popp. En el caso de Málaga, Teresa Relancio dijo en la presentación de su obra que había usado una imagen de los años 50, modificándola para añadir un objetivo a las gafas que lleva un niño. Se trataba, dijo ella, de darle al cartel un aspecto “vintage-futurista”. El concurso obligaba a que los artistas se responsabilizaran de que presentaban obras originales con imágenes sin restricciones de uso o de justificar su compra en caso contrario. El cartel Proyecto 21 ha sido elegido entre 233 obras, tras una votación en la que se han registrado 41.064 votos. El premio económico es de 3.000 euros.
Como en el caso de la obra de María Cañas, Relancio ha utilizado una imagen estadounidense y de clara inspiración vintage. Si en el caso de Sevilla se trataba de una imagen de una revista pulp, aquí la inspiración es futurista. El cartel está protagonizado por un niño ataviado con un casco que incorpora unas extrañas gafas, una de cuyas lentes es un objetivo.
Teresa Relancio, zaragozana residente en Málaga, explicó en la presentación que la figura del niño alude al “concepto de pasado y futuro y al factor sorpresa” que representa el objetivo en las gafas. Una línea roja, referencia a la alfombra por la que desfilan las estrellas, enmarca al niño, mientras que un triángulo amarillo en la parte superior representa la luz del proyector. Flanqueando al niño aparecen dos biznagas típicas de Málaga y un par de palmeras.
Para Alejandro Rojas, diseñador gráfico e ilustrador, la obra de Teresa Relancio está más modificada e incorpora más elementos a la composición que la de Cañas. La reutilización “es una práctica habitual en el diseño. El valor de la obra reside en la descontextualización y en aportar un contexto nuevo. El problema está en si haces alusión a la fuente sin tener derechos”, explica Rojas, para quien la polémica de fondo reside en la apreciación del público generalista de una práctica habitual en círculos más reducidos. Según el diseñador sevillano, se trata de un recurso “habitual en cierto tipo de arte que algún público no ve meritorio. Hay una ruptura entre la manera de entender el recurso en el ámbito minoritario del arte contemporáneo respecto a lo que entiende el público general”.
El niño que jugaba con Robert the Robot
El niño que jugaba con Robert the RobotEl caso es que la foto tiene historia. Relancio tomó la instantánea del Archivo Bettmann, una colección de 19 millones de imágenes, muchas de ellas fotos históricas de la primera mitad del siglo XX. Otto Bettmann creó el archivo en 1936, a partir de una colección particular de 15.000 imágenes que sacó de la Alemania nazi en dos grandes baúles. Corbis, una empresa propiedad privada de Bill Gates hasta el año pasado, compró el archivo en 1995, y lo enterró a 70 metros de profundidad en una mina abandonada de Pittsburgh, como explicaba este reportaje de Enric González para El País. Gates pretendía preservarlas a baja temperatura y en condiciones de poca humedad.
El problema para los historiadores es que pocas de esas 19 millones de fotos están digitalizadas. Algunas de estas imágenes las distribuye Getty Images, entre ellas la utilizada por Relancio, que puede verse en este enlace. El niño aparece en un anuncio comercial de un robot de juguete comercializado en Estados Unidos en los años 50, según ha podido comprobar eldiario.es/Andalucía. La foto fue incluida en Robots: Fact, Fiction, and Prediction, un libro de la crítica de arte Jasia Reichardt, y probablemente de ahí pasó a muchas de las colecciones de Pinterest en las que se muestra.
En la foto original, el niño juega fascinado con un robot de formas cuadradas. El juguete se comercializó bajo el nombre de Robert the Robot y fue tan popular que Ideal Toy Corp, la empresa que lo fabricó, llegó a vender 500.000 ejemplares. Costaba seis dólares, pero el modelo original hoy está valorado entre 200 y 1.200 dólares en el mercado de segunda mano. La publicidad hacía hincapié en el manejo por control remoto y en que se “habla, camina y se le encienden los ojos”. “¡Mira todo lo que Robert puede hacer! Puede entregar una revista, hablar por teléfono, trabajar en un gran bulldozer… ¡y mirar a través de tu cuerpo con sus ojos de rayos X!”, decía la publicidad para televisión.
Robert the Robot fue presentado en 1959 en la Exhibición Americana de Moscú, un encuentro que se celebró en la capital soviética poco después de otra similar en Nueva York. El encuentro tuvo lugar apenas tres años antes de la Crisis de los Misiles de Cuba, en un periodo de deshielo impulsado por Eisenhower y Jruschev. La exhibición de televisores, electrodomésticos y coches sirvió a Estados Unidos para mostrar las bondades del capitalismo a los soviéticos, que acababan de lanzar el Sputnik. Ahí tuvo su papel Robert the Robot, el juguete que mira fascinado el niño del cartel de la 21ª edición del Festival de Cine en Español de Málaga.