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El cineclub o el espacio reservado para los amantes del buen cine

Miguel Olid

Sevilla —

En diciembre de 1983 se constituyó la Federación Andaluza de Cine-Club, una entidad que llegó a alcanzar una gran relevancia en el potente, aunque minoritario, movimiento cineclubista en la España de los años 80 y 90. De hecho, fue uno de los que mayor peso tuvo en la confederación estatal. El fenómeno de los cine-clubes comenzó unas décadas antes, en los años 50, como un pequeño reducto de libertad entre jóvenes cinéfilos reunidos en torno a películas que de otro modo difícilmente podían verse.

Cuando surgió la Federación Andaluza de Cine-Club, las principales impulsoras fueron entidades creadas por universitarios en distintas facultades. Los tiempos habían cambiado notablemente respecto a los años 50, pero los cine-clubes seguían siendo una magnífica alternativa (y a veces la única) para ver cine de calidad frente a la avalancha de estrenos comerciales. Mientras que en algunas localidades, como Sevilla, la mayoría eran de carácter universitario, en otras ciudades los más destacados dependían de la Diputación Provincial (Granada), Cajas de Ahorro (el Popular de Jerez de la Frontera), el Ayuntamiento (Málaga) e incluso un sindicato (UGT de Sevilla).

No todos aceptaron integrarse en la Federación Andaluza, que programaba interesantes ciclos de cine para distribuirlos entre sus asociados, logrando así precios de alquiler de películas más competitivos. Precisamente, uno de los que permaneció al margen fue el Cine-Club UGT de Sevilla. Su responsable era Manolo Gómez, programador del cine San Vicente de esta ciudad durante una época que aún recuerdan los cinéfilos más veteranos. Con un planteamiento más cercano a una Cinemateca, llegó a cuadruplicar el presupuesto de cine-clubes universitarios con una rica y variada programación. Con todo, el más prestigioso y de más longeva vida de Sevilla es el cine-club Vida, cuya historia merece un artículo aparte.

Al frente de la Federación Andaluza estuvo durante mucho tiempo Benito Herrera, quien es, desde hace varios años, responsable del Área de Audiovisual de la Empresa Pública de Gestión Cultural de la Consejería de Cultura. Su caso no es único porque además de él, algunos de los más destacados cine-clubes han estado dirigidos, gestionados o programados por relevantes cinéfilos que han alcanzado más altas responsabilidades después. Es el caso de Salomón Castiel, principal promotor de la Cinemateca municipal de Málaga, así como fundador y director del Festival de cine español de esta ciudad en su primera y más destacada etapa. Otro caso similar es el de José Luis Chacón, que pasó de conducir el área de cine de la Diputación de Granada a dirigir la Filmoteca de Andalucía en los años 90. También hay que reseñar a José Luis Jiménez, presidente y alma mater del cine-club Popular de Jerez y en la actualidad coordinador de la Jerez Film Commission, así como a Ramón Reina, del cine-club de la Universidad de Málaga, que promovió desde esta misma entidad el Festival de cine fantástico, cita obligada para los aficionados al género. Asimismo, la Muestra Cinematográfica del Atlántico de Cádiz, Alcances, se ha nutrido de responsables de cine-clubes, como José María Sánchez Villacorta.

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En diciembre de 1983 se constituyó la Federación Andaluza de Cine-Club, una entidad que llegó a alcanzar una gran relevancia en el potente, aunque minoritario, movimiento cineclubista en la España de los años 80 y 90. De hecho, fue uno de los que mayor peso tuvo en la confederación estatal. El fenómeno de los cine-clubes comenzó unas décadas antes, en los años 50, como un pequeño reducto de libertad entre jóvenes cinéfilos reunidos en torno a películas que de otro modo difícilmente podían verse.

Cuando surgió la Federación Andaluza de Cine-Club, las principales impulsoras fueron entidades creadas por universitarios en distintas facultades. Los tiempos habían cambiado notablemente respecto a los años 50, pero los cine-clubes seguían siendo una magnífica alternativa (y a veces la única) para ver cine de calidad frente a la avalancha de estrenos comerciales. Mientras que en algunas localidades, como Sevilla, la mayoría eran de carácter universitario, en otras ciudades los más destacados dependían de la Diputación Provincial (Granada), Cajas de Ahorro (el Popular de Jerez de la Frontera), el Ayuntamiento (Málaga) e incluso un sindicato (UGT de Sevilla).