Nacho Ramos 'Calorro', peleando por la inclusión encima del ring: “El boxeo adaptado tiene un gran futuro en España”
Es fácil imaginar cómo debe manejar sus puños en el ring al observarle manipular hábilmente su móvil y enviar mensajes. Nacho Ramos, 'Calorro', además de apodo como buen boxeador que se precie, tiene un 88% de discapacidad a causa de su artrogriposis, una enfermedad rara caracterizada por la movilidad reducida en muchas articulaciones. Eso no le impide practicar boxeo adaptado, una modalidad de la que es campeón internacional y que impulsa en su país desde el Comité de Boxeo Adaptado Español (CBAE), creado hace tres años.
Ahora entrena en casa por aquello del coronavirus. “No es lo suyo”, lamenta, porque no tiene saco que golpear, principalmente. No ha vuelto a Córdoba desde que se decretó el estado de alarma porque sus lugares habituales de entrenamiento también han sido víctimas del confinamiento y están cerrados. “Tardaré en volver todavía. Tal y como está la cosa, parece que esto va para largo”.
Tampoco es difícil presuponer cómo lleva 'Calorro' su desparpajo al cuadrilátero. Nacho Ramos nos recibe en el gimnasio del Centro de Día de la Federación Provincial de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de Córdoba (FEPAMIC), del que es usuario y donde entrena martes y jueves. El resto de la semana acude puntual al club 'Aspi'. “¡Josemi, que estás todo el día en medio!”, bromea con un usuario en silla de ruedas. Una decena de personas hacen dificultosamente ejercicios de movilidad.
“Cuidado, que como se ponga los guantes le atiza al que tenga al lado”, le guasea el monitor, Ramón Bustos, el mismo que en 2011 le descubrió el boxeo y que le cambió la vida para siempre. En una de las paredes cuelga el cartel de la velada en la que debutó Nacho con 26 años. Fue el 25 de mayo de 2013, en Francia, porque en España no había ni hay competiciones de boxeo adaptado. Y él quería competir, “sentir lo que se siente al subir al ring”. Quiere competir, “quiero ser campeón de España”, asegura, y está trabajando por ello.
Nacido en Villafranca del Penedés (Barcelona) en 1986, hijo de emigrantes andaluces y residente desde 2009 en Valenzuela (Córdoba), el pueblo de su madre, a 75 kilómetros de la capital, Nacho Ramos ha sido campeón de Europa de paraboxeo y es el presidente del Comité de Boxeo Adaptado Español (CBAE), creado por la Federación Española de Boxeo (FEB) en el año 2017 y que trabaja por regular este deporte con un marco normativo nacional e internacional. Él pone su experiencia.
Cinturones David Doisy
El primer congreso específico de boxeo adaptado se celebró a finales de este febrero en el centro de tecnificación deportiva Infanta Cristina de Los Alcázares (Murcia), del que Nacho Ramos fue ponente. Además de impulsar esta modalidad, da charlas de motivación y superación en colegios, institutos, gimnasios y hasta una charla TEDx en la Universidad de Filosofía y Letras de Córdoba.
Se apura en buscar sus guantes para la foto. Los retira con cuidado de su taquilla, igual que luego los devolverá a su lugar. “Los boxeadores somos muy maniáticos, ¿sabes?”. El año pasado ganó su segundo cinturón internacional David Doisy de boxeo adaptado, el primero en 2018. Si mima sus guantes, imaginen cómo desdobla sus galardones en forma de correa.
Presume de hablar catalán pero tiene un inconfundible acento cordobés. Relata que pasó su infancia como cualquier otro niño. Igual que ahora entrena con boxeadores sin discapacidad, entonces trataba de juntarse con “niños normales” pese a sus malformaciones de nacimiento. “La inclusión es lo más importante”, mantiene. Le gustaba mucho el fútbol y era “rebelde”, confiesa. Luego llegó el boxeo con Ramón. “Empezamos a hablar mientras hacíamos ejercicios y me dio curiosidad. Entrené y bajé mucho de peso, ¡de 83 kilos a 58! Ramón le presentó a Gregorio Pérez 'Aspirina', su actual entrenador. ”Yo quería competir y no sabía dónde“, recuerda.
Deporte “noble por excelencia”
Con el paso del tiempo, cinturones de por medio, Nacho Ramos es ahora una referencia en el boxeo adaptado. Insiste en que “hay que poner bien las normas y situar cada discapacidad. Yo no voy a pelear con alguien en silla”, ejemplifica. “El boxeo es el deporte noble por excelencia: empiezas peleando y acabas abrazándote al rival. Ha tenido mala fama injustificada por la desinformación pero ahora está mejor visto. Tiene grandes beneficios: mejora la coordinación, la fuerza, ofrece valores, te da hábitos, disciplina, compañerismo... El boxeo ha sacado a mucha gente de la calle. Si estás entrenando, no estás haciendo otras cosas, aunque mientras haya pobres, habrá boxeo”, dice citando a José Sulaimán, administrador del Consejo Mundial de Boxeo durante más de tres décadas, fallecido hace seis años.
Aunque achaca un poco también al cine la mala fama que arrastra el boxeo, el 'Calorro' está haciendo sus pinitos en el séptimo arte y protagonizará, financiación mediante, la película 'Despierta 403', del director córdobés Eduardo Párraga, donde se le puede ver en acción. “La mayoría de los actores son discapacitados, pero no es de cachondeo como 'Campeones'”, dice.
Gregorio Pérez 'Aspirina', su entrenador e histórico ídolo local, le trata “igual que al resto”. “Es exigente y no quiere favortitismos”, apunta. En los últimos tiempos, el 'Calorro' anda lesionado y está “en recuperación activa” para no perder comba y mantenerse en forma. “Debajo de mi cama no hay un monstruo sino una báscula, mi peor enemiga”, bromea. Pelea por la inclusión. “Hay gente antigua del boxeo que no entiende bien esto del boxeo adaptado, pero es igual que con las mujeres y mira todo lo que se ha avanzado. Hay mucha gente implicada”, se congratula.
“Yo abrí la lata -presume- y me escribe mucha gente preguntándome. A este deporte le augura ”un gran futuro“, el mismo que le esperaba a Nacho el de Valenzuela, al que le empezaron a llamar 'Calorro' cuando, trabajando de chaval en el mercado, siempre llevaba encima una guitarra o algún pájaro, y los gitanos le decían que era más gitano que ellos, que imitaba sus comportamientos. Todo buen boxeador tiene su apodo y a aquello responde el suyo. Ha hecho sus pinitos en la música y, en su pueblo enseña fútbol sala a chavales que, como él, aspiran a ser algún día campeones. Este polifacético cordobés de adopción lo sigue consiguiendo día a día, peleando por la inclusión encima de un cuadrilátero.
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